Conocido como la ‘sultana del café’, Jipijapa es un cantón que guarda su esencia cultural e histórica. Antiguamente, esta ciudad fue habitada por agrupaciones indígenas que fueron expuestas a saqueos, incendios y destrucción de  asentamientos por parte de los conquistadores de la época de la Colonia.

En principio, esta localidad fue llamada San Lorenzo de Jipijapa y tuvo su fundación española el 10 de agosto de 1565. Pasó a ser cantón el 25 de junio de 1824.

Jipijapa también es llamada la ‘Villa de Oro’ y su gente es conocida como ‘los raspados’.
En años anteriores, la producción  y exportación de café fue la principal actividad económica de esta ciudad, pero dejó de serlo cuando el precio de esta pepa decayó a finales del siglo XX.

Actualmente, los ciudadanos se dedican al comercio, en sus diferentes formas, constituyendo así el sustento de muchas familias. En el círculo rural se produce maíz, maní y naranjas, entre otros productos que abastecen el mercado local y de otras ciudades.

Entre sus festividades está la de su fundación, independencia (15 de octubre de 1820), primer ayuntamiento (8 de enero de 1822) y su cantonización.

Además cuentan con sus fiestas patronales, las de san Lorenzo, que se recuerdan el 10 de agosto de cada año. También está la celebración de la Virgen de Agua Santa, el 8 de septiembre.

Juan Baque, de 55 años, cuenta como era Jipijapa allá por los años 30, en la época de sus padres y abuelos.

“Había pocas casas, las calles no tenían lastre. A mediados de los cincuenta solo había 3 calles lastradas, que eran la Bolívar, Santisteban y la Colón”, explica.

También recuerda la época cafetera. “La gente de este cantón tuvo que migrar a otras ciudades por la caída del precio del café”, menciona.

Este ciudadano se refirió a la polémica que ha existido desde años atrás sobre las razones de que al ingreso de la ciudad haya un monumento a una mazorca y no algo representativo de lo que es su producto estelar: el café.

“Es porque en la parte norte del cantón se siembra más maíz. De igual manera, las autoridades no escucharon a la población cuando pidieron que sea un monumento al café”, comenta este jipijapense, quien asegura que años atrás, el principal atractivo turístico eran los pozos de  Choconchá.

Emilio Castro, quien se dedica al comercio minorista, resalta que este cantón era un pueblo rico en agricultura. “Nuestra ‘pepa de oro’ era el café, lo exportábamos, pero no hubo cómo progresar más”, dice con pesar este ciudadano.

Atractivos turísticos

Jipijapa cuenta con una diversidad de puntos para ser visitados por los turistas nacionales y extranjeros. La localidad que recibe mayor cantidad de personas al año es Puerto Cayo, balneario que está ubicado en la Ruta del Spondylus. Es uno de los puntos ideales para ver a las ballenas jorobadas, entre los meses de junio y octubre.

En este cantón también está el Islote de Pedernales, localidad en la que se puede practicar el buceo de profundidad, así como la observación de aves marinas. No se pueden quedar afuera las cascadas de agua dulce.

Los pozos de agua azufrada están en Joa. Las personas acuden a este sitio para curar enfermedades —según indican— como la lepra, granos, sarna, salpullido y reumatismo, entre otras. También están los pozos de Choconchá, que son considerados una joya arqueológica.

Gastronomía

En lo referente a la cocina, Jipijapa tiene una variedad de platos. El más representativo es el greñoso, que se prepara con maíz, maní, carne de pollo o de chancho y aliños para darle sabor. Además está el ceviche con maní y aguacate, un plato que es creación de esta localidad.

También son una tradición en el lugar los bollos de dulce o de sal. Este deleite  se prepara con plátano, maní, carne y cuero de chancho o pescado. Cuando está armado, se lo envuelve en hoja de plátano y se lo pone en un horno. Se come acompañado de una taza de café.

Ruta de paso del general Alfaro

Cuando Ecuador vivía una etapa de cambios y luchas contra los conservadores, Jipijapa se convirtió en una localidad de tránsito para las campañas montoneras del general Eloy Alfaro Delgado, durante la época de la Revolución Liberal.

Los revolucionarios tenían a esta localidad como punto clave para realizar sus avances a diversos puntos del país, en especial cuando iban a Guayaquil. (I)