El aroma de café es atrayente, envolvente, seductor... Se trata del producto de Bolívar Mendoza, quien a diario vende en la terminal terrestre de Portoviejo café pasado.

Al ofrecer una taza del producto, Bolívar cuenta cómo va el emprendimiento que lleva a cabo para dar realce nuevamente al café de Jipijapa y cómo fueron sus inicios en el negocio. En 1971, cuando tenía 12 años, empezó barriendo y limpiando en un centro de acopio de café de Jipijapa. Poco después viajaba hasta Manta para cuidar que no se roben el producto de su jefe.

En esos viajes, que se extendieron por todo el país, Bolívar aprendió todo sobre el negocio del grano, desde la etapa de sembrío.

De esa época añora que el café era uno de los principales productos del país. Con el boom petrolero, el campo pasó a un segundo plano y con el pasar de los años, el sector cafetalero nacional se vio afectado por la debacle financiera de 1999 y los bajos precios internacionales.

“Ahí tuve que viajar a Guayaquil a vender el café directamente, en las calles. Así empecé mi emprendimiento”, cuenta Bolívar, mientras arregla una mesa en la que tiene  granos regados, los que desprenden un agradable aroma.

Cuenta que hubo plagas, que las tierras no fueron renovadas y que las personas dejaron el campo para buscar mejores días en la ciudad. “Fueron varios los factores para que Jipijapa pierda la esencia de ciudad cafetera”. Ahora, él es uno de los emprendedores que apunta a que la localidad recobre la razón por la que llegó a ser conocida como la ‘Sultana del café’.

“Por una iniciativa del Magap nos animamos (habla como familia) a plantar 3 hectáreas de café, con semillas donadas; así muchos productores volvieron”.

Su emprendimiento tiene como valor agregado un tour por la ruta cafetalera, que empieza en la terminal terrestre de Jipijapa y avanza hasta su hacienda.

“El recorrido dura 4 horas y les  gusta mucho a los turistas. Es un trabajo en conjunto el que llevamos con mis hijos (sus 2 vástagos se llaman Bolívar), uno es Ingeniero Agrónomo y el otro es Licenciado en Turismo”.

Su marca, Café Bolívar, es reconocida a escala provincial y tiene un costo de $ 5 la libra.

Otro de los emprendedores es Luis Sánchez, quien después de 17 años de ejercer como comunicador social en Manta, decidió dejar su profesión y dedicarse al negocio familiar. “Así trabajaron mi padre y mi abuelo, y ahora lo hago yo. Cultivo café típico, el mismo de hace 80 años, arábigo”.

Empezó su negocio en 2010, a raíz de la muerte de su abuelo. “Comencé llevando 3 libras de café a un amigo y la demanda fue creciendo. En 3 años de vender así, tuve que tomar la decisión de cambiarme a Jipijapa y vivir del campo”.

La meta de Sánchez es “rescatar el café de antaño; quiero hacer una campaña para que el Ecuador vuelva a creer en el café, para que en los hoteles y quintas se vuelva a tomar el café de pasar”.

Destaca que después de décadas de abandono a la gente del campo, “en la actualidad se atiende más al agricultor. El problema de la humanidad radica en abandonar los campos, porque sin campo no hay ciudad, ya que aquí se produce todo lo que la ciudad consume”.

La Prefectura de Manabí lleva a cabo un proyecto hace 9 meses para apoyar al sector cafetalero a escala provincial. Hasta el momento, 9 marcas de café son parte del proyecto, entre ellas hay 4 de Jipijapa (incluidas las de Bolívar Sánchez), Manta (2), 24 de Mayo y Paján.

En Manabí hay 70.050 ha productivas de café (en su mayoría en la zona sur), lo que representa el 33% a escala nacional. (I)