Ecuador, 01 de Junio de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El pliego apareció una mañana sin que nadie supiera cómo

Relato de un reportero ambateño que se fue al ‘infierno’ en 1909

Relato de un reportero ambateño que se fue al ‘infierno’ en 1909
25 de enero de 2015 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

En ese tiempo los ambateños, según dicen, tenían más facilidades para irse al cielo. Eso estaba auspiciado desde los gobiernos que alimentaban los civismos desde las iglesias.

Solo la llegada de Eloy Alfaro abrió la posibilidad de acercarse directamente al infierno. Las élites se daban cuenta de que sin el dinero que genera el poder, podían quedar en la olla o en la paila.

Extraigo los escritos de un periodista que refiere cómo pudo cubrir  un reportaje con Satanás, después de un viaje en el  ferrocarril, recién inaugurado,  que tenía 2 nombres: ‘Guayaquil and Eternidad Railway Company’ o ‘Guayaquil and Infierno Railway Company’.

Mirando su derredor, en el paisaje polvoriento, estaba  la estación del tren de Ambato, arrimada a la ladera de Bellavista llena de espinos blancos, de cabuyos negros, de burros que cargaban la resignación y el peso de la vida colonial.

Se los amarraba a las estacas clavadas desde la Curva Brava hasta la calle Olmedo. El reportero, que conocía el olor del barro mezclado con orines de acémilas y de indios descalzos, esperaba que la campana de la estación le contara detalles del descarrilamiento en las proximidades de Ambato, situación que había ocasionado más muertos que solo los 5 que habían dado como noticia a los periódicos, los gerentes.

Los reporteros de ese tiempo tomaban fotografías directamente con sus propios ojos y apuntaban en su memoria, cuando salían sin cuadernos y sin los lápices azules y rojos.

Los hechos detrás de lo oficial

Al reportero le atraía el nombre de la compañía de ferrocarriles, pero antes de embarcarse a la Eternidad, primeramente pidió que se publicara en la primera plana de El Cosmos, el artículo titulado ‘Cinismo’ como un antecedente para su reportaje desde el Infierno.

“No podemos dar otro calificativo a la Sans-Facons con que mister Cleeveland, vicepresidente de la compañía del ferrocarril, asegura que solo 5 son los muertos en la última catástrofe ferroviaria. Lo propio decimos de la causa del desastre, esto es, a una acequia  en construcción del señor Zambrano.

Esta compañía nos cree a los ecuatorianos una cáfila de ignorantes. Solo así puede explicarse el que se echen a rodar noticias contrarias a la verdad para engañar al público.

En el ánimo de todos está que el último desastre ferroviario no rebajó de 70 muertos y heridos. Esas catástrofes diarias son debidas a la pésima construcción de la línea, a la repésima calidad de las máquinas, y a la no menos pésima  condición de los titulados maquinistas.

Meses atrás se tuvo la audacia de atribuir a planes revolucionarios o siniestros los desperfectos de la línea. Y llegó a darse importancia  a esa imputación calumniosa, que en varios puntos se escalonaron tropas para perseguir dizque a los destructores de la línea. Al fin se convencieron de que nadie hacía caso de la farsa y se retiraron las escoltas…”.

Las vivencias del periodista

Sin terminar de escribir el ‘Cinismo’, y para poder cubrir la información, el reportero remitió a El Cosmos esta extraña vivencia: “En el tren que salió el lunes 22 del mes próximo pasado, de Durán, venía un amigo al que esperábamos con ansia. Ese mismo día, por la noche, oímos ruidos inexplicables en el cuarto en que descansábamos; pero atribuyéndolos a travesura de los pericotes, seguimos durmiendo.

El martes por la mañana, al levantarnos, encontramos encima de nuestro velador un paquete forrado de negro para nosotros (los del periódico).

No dejó de sorprendernos la cosa; pero buenos hijos de mujer, nos picó la curiosidad y abrimos el pliego. En él encontramos la carta que, para conocimiento de nuestros lectores, reproducimos textualmente, aun cuando nos ha costado buen trabajo el descifrarla.

Estimado: “Hoy debía esperarme U., amigo mío, según le anuncié en mis cartas y telegramas; mas desde ayer me encuentro en la Eternidad…He sido vilmente engañado, porque habiendo tomado pasaje para Quito, me encuentro en este que se llama ‘otro mundo”.

Eran las cinco y algunos minutos de la tarde. El tren andaba con vertiginosa rapidez, la noche cubría  ya casi todos los objetos, el aire era destemplado y frío: iba a tomar una manta para cubrirme, cuando sentí que el mundo se desplomaba ¡Los carros descendían al abismo! Un dolor horrible, ¡espantoso! ¡Angustia, agonía mortal, indescriptible.

Después, nada, silencio, oscuridad. ¡Me sentí ligero, impalpable, comprendí que había muerto!

Divisé en medio de una claridad  una puerta: era la del Cielo y allá me dirigí; estaba cerrada, y aunque con temor me atreví a golpearla.

¿Quién va? Me contestó una voz grave, pero dulcísima, y en el mismo momento se abrió y me encontré ante un anciano hermoso y venerable. Era el mismo San Pedro.

Santísimo Padre, yo soy N.N. natural de Ambato. Esta mañana tomé pasaje en Guayaquil para ir a Quito; pero por error de la compañía me han conducido acá, sin que mi voluntad hubiera intervenido en nada. ¡Ah, ya! Habéis venido en el tren de la ‘Guayaquil and Eternidad Railway’.

Con otros 35 compañeros a quienes acabo de ver; y que con profundo pesar no he podido recibirlos; porque no habiendo sido desatadas sus ligaduras allá aquí no podemos hacerlo; y ni siquiera una última absolución, que sería un mediano pasaporte a los confines de nuestro reino.

Como no me admitió en el Cielo, por razones que conversaré en otro momento, fui tras un resplandor de llamas. Era el Infierno”.

REALIDAD O UNA FÁBULA CAMUFLADA COMO DENUNCIA

Entre otras cosas, Satanás me dijo:

“¡Hola! Ambateño eh… ambateño, pues es raro que los ecuatorianos ignoren mi participación directa en aquella empresa. Soy el socio principal y director de la ‘Guayaquil and Infierno Railway’. Harman y los demás toman el dinero y yo las almas de los viajeros; eso sí, sean del país o de fuera, que para su negocio y el mío, lo mismo da. De esta manera, marchamos perfectamente: Harman y los demás redimidos de la pobreza, yo redimido del trabajo de buscar.

Siendo Ud. de Ambato, y conociendo como conozco a toda esa gente, no quiero tener malos ratos aquí en mi casa; sois de temperamento revoltoso, de genio eléctrico, de natural atrevido y descontento y no encuentro tampoco en vosotros dotes de sometimiento a la Suprema Autoridad.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media