Ecuador, 20 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Los cronistas oficiales fueron y son parte de los oficios del verbo y de la paciencia (

Los cronistas oficiales fueron y son parte  de los oficios del verbo y de la paciencia (
28 de mayo de 2016 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, Historiador

“Me salisteis al paso a decirme que no estaba bien el ‘parecer’ que debía asumir el ‘ser’.

Había suficientes palabras en la fuente del parque o de la plaza, —metáfora del manantial que tiene la montaña—  de las que estaba bebiendo la muchedumbre.

Nuestra muchedumbre que a veces es bandada que crece bebiendo de su propio vuelo. Otras veces es rumor de viento que se agita entre las ramas de los últimos bosques.

Si me miráis con buenos ojos, encontraréis que soy un matorral repleto de olores silvestres y un espacio para los nidos más seguros.

Tengo mis espinas heredadas de todas las generaciones de donde vengo, crecidas espontáneamente en días de sol y en los insomnios que es cuando germina la constancia. Pero también tengo mis flores para deleite de colibríes que aprenden a volar con la memoria.

Ellos buscan el néctar sutil de la palabra, acomodándose a descubrir pistilos, igual que los poetas descubren la vida en la gota de verdad, la que nos servimos, saboreando el encanto de un instante.

Me salisteis al paso y me sorprendisteis con los ojos llenos de tinta. Me obligáis a entender cómo salen las luciérnagas a repartir la luz a las estrellas. Os aseguro que me impactasteis en pleno vuelo, meditando de qué parte de las palabras es que les nacen alas, y por qué los significados tienen la misma duración que la paciencia.  

Yo sé que caminamos juntando muchos labios en espera de miel y de vinagre. Y si así es la vida, estoy decidido a compartirla de modo público, aceptando el hecho de que está matizada de certeza. Todo irá de la mano entre el ser y el parecer”.

Un proverbio chino dice: “Si no cambiamos la dirección de nuestros pasos, terminaremos llegando allí, a donde nos dirigimos”. Tan solo caminar no es esforzarse.   

El parecer de lo que tengo vivido, frente a la presente designación, se convierte en ser, porque acabáis de cambiar de dirección a mi destino.

Y es que resulta peligroso transitar por el camino del parecer. La apariencia es un disfraz de las ofertas. Puedo deciros que conmigo podréis poner nuevos faroles en la luna, pero tendréis que recorrer el camino de la poesía o del absurdo.

Recapacitemos en que la locura tiene su parte sublime y que al otro lado de esta medalla está la torpeza con sus vendas negras amarradas a la irreflexión y al empecinamiento.

Me habéis encontrado con los dedos llenos de tinta y con los ojos repletos de lontananzas. Me habéis descubierto, convertido en un ente que viene y va desde otras muertes.

Y ahora puedo ser el que vuelve y se aferra a otras vidas, incluyendo las del futuro. Desde siempre, y más aún ahora: todas las vidas me pertenecen, todas las vidas incluyendo sus respectivas muertes. Eso sí, nada tengo que ver con los cadáveres, porque en todas partes y en todos tiempos huelen mal.

Soy y somos los prójimos de todo el que siente. El que no siente no tiene prójimos. Y el que tiene dos opciones en su mundo: se alegra, o sufre porque le duele. Siempre he sabido que al fin de cuentas, todos somos y seremos palabras.

Somos y seremos los verbos que por un tiempo tenemos carne y nervios, algún hueso pasajero y un corazón que procuramos que sea memoria perpetua de nuestra sombra.

La ceniza y el barro en el laberinto de los enigmas se han vuelto nervios, como las nervaduras de las flores que llevan la savia desde la tierra hasta los pétalos o hasta las esencias que agradan al olfato.

Allá volveremos a devolver a la tierra nuestras intrascendencias biológicas.  Pero si no somos palabra, si no hemos cultivado el verbo y la substancia con la que los griegos vieron todo lo que en su gramática fue substantivo. Si no hemos sido  capaces de cultivar un adjetivo de acuerdo a la edad que nos tocó experimentar las mareas de la vida. Sencillamente no hemos existido: amor, honradez, tolerancia, solidaridad, respeto pueden ser cosechas de una siembra ontológica.

Lo demás será el ejercicio de una mentida agricultura: codicia, abuso, precio, esclavitud, violencia, torpeza, enriquecimiento ilícito, esbirrismo, autoritarismo, vanagloria, vanidad, vanavida y vanamuerte.

Entendamos que la muerte tan solo es un límite, no es el resumen de nada ni de nadie. El balance es cosa de la memoria que queda flotando en los demás.

Y hasta ahora, la memoria, que es historia, tiene la posibilidad de trascender como palabra, abstracción de los sucesos. Una constancia inverosímil que tiene vida de péndulo entre la aceptación y el rechazo, la identificación o el repudio.

Y otra vez, el ser y el parecer, porque así es la atmósfera que gobierna nuestro imaginario. Es nuestro azul o nuestro gris. Es nuestra agua cuando palpitamos como peces. Es nuestro aire cuando somos pájaros viajeros que creemos que volamos a lo que puede ser nuestro destino.

Finalmente, mi condición vitalicia en la pluma y sus registros solo está sometida a mi lucidez, porque todos somos efímeros elementos del polvo cósmico en el que nos desintegraremos”. (O)

Opinión de los españoles sobre el cronista oficial

“La personalidad del Cronista Oficial en su perspectiva local es, ni más ni menos, el de un estereotipo de integridad sin identificación política. Ejerce un apostolado en el cual tiene opinión pero no poder ejecutivo. Se destaca su carácter independiente, su esfuerzo por movilizar una realidad y objetivos que impulsen a trabajar sobre la historia y a revitalizar la actualidad. Objetivándose todo ello, en los estudios históricos, en las crónicas del presente y en los proyectos para el futuro. La figura del cronista, aunque inmersa e integrada en muchos pueblos, no acaba de ser bien entendida por algunas personas quienes en su buena o mala fe distorsionan sus funciones. En ocasiones, esta es una evidencia presente en cualquier parcela de la vida, hay interferencias con personas y grupos, quienes pretenden hacer del cronista un aliado/vasallo o que intentan usarlo para sus intereses. El cronista debe estar alejado de todo vínculo que pueda desvirtuar su crónica. Aunque los contactos con toda clase de personas y entidades son necesarios y, en ocasiones, imprescindibles, esto no debe significar excluir de su crónica a ningún habitante ni suceso histórico de la población”. (O)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media