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Ambato, latacunga, riobamba y otras villas de aquél tiempo padecieron

La historia cuenta que luego de los terremotos despertaron los volcanes

La historia cuenta que luego de los terremotos despertaron los volcanes
06 de septiembre de 2015 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

El Cotopaxi, la joya terrible de la cordillera centro-andina del Ecuador, acaba de despertar. En las culturas nativas, esto significa que sus dioses están vivos y enojados.

Justo tenía que reventar en medio del denominado “levantamiento indígena”. Todos sabemos que cuando llegaron los españoles por estos lados, reventaron también los volcanes en 1534, y no saben si fue el Cotopaxi o el Tungurahua.

Los cronistas no atinaban a decir nombres ni a reconocer distancias, y hacían mapas para extender dominios a su gusto, por eso hay mapas que unen Quito con Cajamarca, o Pasto con Cuenca, etc.

Rumiñahui no pudo con sus dioses enojados porque era un líder de dinastías extrañas. En total, los antropólogos han dicho que hay “animismo” en las montañas que reacciona frente a las situaciones energéticas masivas o de cambios que tienen las épocas de la historia.

Un hecho terriblemente complejo que hemos soportado en nuestro pasado, está ligado al terremoto del 4 de febrero de 1797, cuyos informes relatan un despertar de volcanes.

Tomemos los informes de los corregimientos centro-andinos a la Real Audiencia de Quito, según un texto recopilado por Juan Núñez:

“Hasta aquí nada hay que no sea muy ordinario en los temblores de tierra, (pero) lo que se hará increíble acaso es el trastorno de los altos Montes de estas Cordilleras.

De modo, que todo el terreno contenido entre los volcanes Cotopaxi, Tunguragua, y Macas, ha trastornado su faz, levantándose a esfuerzos de un impulso perpendicular el terreno, y desquiciando de su fundamento los montes más altos que se comprendían en él.

De este trastorno han resultado arruinados los pueblos todos de los Corregimientos de Latacunga, Ambato, Riobamba, Guaranda y la Tenencia de Alausí, en los que no ha quedado templo alguno entero.

Todos son ruina, y los más han sido sepulcro de parte de los habitantes... El Asiento de Latacunga... ha sido destruido a impulsos del temblor, y en él ha perdido S.M. las Casas de la Administración de Rentas Unidas, y de la Fábrica de Pólvora con su Ingenio...

El Asiento de Ambato... ha corrido igual suerte, habiendo sido mayor el estrago en algunos de los pueblos de su jurisdicción, en los que ha habido reventazones de agua y lodo, y han padecido muchas haciendas, y aún se teme nuevos estragos por que hasta hoy se halla detenido el curso del río que lo baña por un grande derrumbo de tierra, y si no lo vencen las aguas puede acarrearles una inundación.

En la Villa de Riobamba no hay piedra sobre piedra. El Cullca, cerro que le estaba inmediato, desencajado de su asiento, sepultó la mayor parte de las ruinas que ocasionó el impulso de la tierra.

En todos los contornos de esta Villa han sido tales los desbaratos del terreno, que deshechos y desconocidos los caminos, no pude lograr noticia de persona que hubiese entrado o salido en ella, hasta el día 14 que recibí carta del Corregidor, quien confirma el estrago.

Y dice haber quedado vivos como la octava parte de la nobleza y una mitad de la plebe. La suerte de Guaranda no ha sido tan infeliz como la anterior, pues no han muerto según él dicho de su Corregidor sino 16 personas, pero la aniquilación de los edificios es igual que en los demás pueblos.

Lo que si merece mucha consideración, porque se intercepta la comunicación de toda esta Provincia con la Plaza de Guayaquil, es el desbarato de la Cuesta de San Antonio de Tarigagua...El Asiento de Alausí y pueblos de su jurisdicción se hallan en tierra, distinguiéndose el de Tigsán por las mayores ruinas y número de muertos que ha tenido...

Todas las inmediaciones de la falda del Tunguragua son las que más han padecido aquí: Las aventuras de la tierra han sido tan enormes que se han tragado haciendas enteras. Se han desprendido pedazos de monte, que han parado el curso del Río de Patate, cuyas aguas cuando han podido romper los embarazos han inundado cuanto han encontrado en su curso....

Según expone el Corregidor de Riobamba, el origen, o fuente de los males, es el Volcán de Macas, fundado en que el ruido subterráneo percibían que venía de aquel lado, a lo que se agrega que de cuatro a seis años a esta parte se han dejado oír en él truenos internos (que el vulgo llama bramidos) continuadamente.

Supone este Corregidor que alguna comunicación con Tunguragua ha propagado los efectos de su reventazón, pues han vomitado agua y lodo negro de muy mal olor los cerros llamados Igualata, y el Altar.

El primero arrastró con su lodo parte de las inmediaciones del pueblo de Guano y del de Cubijíes; el que lo vio abrir declara bajo juramento que el momento de desencajarse la tierra le tiró con el caballo en que iba montado y cayó aturdido.

Que cuando se levantó y pudo ya pensar en seguir su viaje que era a Guano, vio cinco bocas en la cumbre de Igualata por las que salían llamaradas de fuego y saltaderas de lodo que formaban ríos por la falda, de mucha extensión... y añade... que se acobardó y resolvió no continuar a Guano sino volverse a Ambato, que cuando llegó ya solo encontró los escombros de la población.

Según las últimas observaciones hechas del Volcán de Tunguragua por el naturalista Pineda cuando pasaron por Guayaquil las corbetas de S.M. que dieron la vuelta al mundo, este monstruo estaba lleno de agua hirviendo y de los materiales arrojados por las roturas de la tierra. Los estallidos subterráneos permanecen, pero desde el día 15 faltan los temblores que hasta entonces eran secuela e infieren de esto los que viven y padecen”. (O)

¡Ha llovido tanta tierra, cascajo y más lágrimas!

De nuestra experiencia con el Tungurahua, recordemos que el  vómito de lava se produjo meses y años subsiguientes a los primeros síntomas de evacuación de ceniza, como ahora ocurre con el Cotopaxi. Parece que la lava se desborda como la olla de leche que se derrama cuando uno se descuida. La lava vendrá después.

Por esos días yo había escrito: Este 17 de agosto la gente se ha subido a los tejados con alas grises y mascarillas. Hay tanto peso en nuestras alas que vamos a desistir de atrevernos a volar. Lo más grave está en que tampoco vamos a soñar que un día llegaremos a ser ángeles. ¡Ha llovido tanta tierra, tierra y cascajo, tierra y lágrimas que se hacen lodo; tierra y piedras calcinadas que se hacen gritos en el aire!  ¡Y cómo pesa y se va acumulando en nuestra memoria!  La gente por todo lado con sus escobas se ha puesto a borrar lo que ha escrito la noche entre tanto bramido de la montaña; a esto se llama ganas de vivir.

Pero algunos ‘niños bien’ solo esperan que los otros hagan, y se ven tan puros y tan inmaculados que se limpian sus uñitas largas, y gritan que trabajen las empleadas, porque a lo mejor son hijos de honorables candidatos, puesto que entramos en época de elecciones. Yo estaba mirando desde Patate cómo se quemaban las palabras en la cumbre, y cómo caían los alfabetos en pedazos. No hay palabra que valga para continuar la vida al pie de la montaña. ¿A dónde vamos a ir?  Se oye un grito. (O)

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