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Como la mayoría de campesinos, tuvo una vida fue sencilla e inadvertida

El testamento olvidado de Manuel Masasquisa en Leito Grande

Foto: Cortesía Pedro Reino / El Telégrafo
Foto: Cortesía Pedro Reino / El Telégrafo
30 de noviembre de 2014 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Me casé 2 veces por la Santa Madre Iglesia con mujeres viudas y por necesidad. Propiamente he tenido  amor al trabajo  y a los guaguas, porque mis mujeres me sabían decir que cuando no están con la barriga ocupada es por falta de cariño.

Así me enseñaron que es la ley de Dios y por eso, con el sudor de mi frente tuve 13 hijos y una entenada. Con mi primera viuda 9 hijos y los demás con la segunda.

Leito Grande es más fecunda que las indias paridoras. Cualquier semilla que cae, nace y crece; y luego, con los hijos que crecen en guayungas, se amontonan las cosechas en las trojes, para contento del patrón Luis Felipe Gangotena que vino como apoderado de la hacienda.

Con estas dolencias que Dios se ha servido de darme, para poder arrepentirme, decidí hacer un testamento, para que conste.

Deme escribiendo que primero encomiendo mi alma a Dios que me crió  de la nada y que mi cuerpo vuelva a la tierra de la que fui formado. Deseo que el cadáver sea sepultado en el panteón público de la parroquia de Patate.

Tan solo con misa cantada, pagándose a nuestro venerable párroco los derechos de acuerdo a mi escasa fortuna. Hasta ahora no entiendo claramente eso de la Santísima Trinidad porque se me cruza con la misma fe que tengo en el sol, al agua y la tierra, porque son 3 personas distintas y un solo pan verdadero.

Tomo por mi intercesora a la santa Huaca de la Tungurahua donde han puesto a la Virgen del Rosario que hay en Baños. Estoy “en mi sano y entero juicio y entendimiento natural”.

Como ustedes saben, “declaro que fui casado y velado en primeras nupcias con la Nieves Guayta” que significa flores de hielo y por eso de buscar el calor del hogar.

Procreamos solo 9 hijos, “como fruto del primer matrimonio y son: Tránsito, Feliciano, José Manuel, Juana, Mercedes, María Alejandra, Nicolás, Martina y Juan… de los cuales murieron 6, todos en menor edad.

Declaro que soy casado en segundas nupcias con Juliana Criollo, que en la actualidad vive. Con ella solo he podido tener 4 hijos más, porque yo soy bueno para todo trabajo que manda la cristiandad. Ellos se llaman Valerio, José, Marcelina y José Jacinto… de estos solo viven 2.

Los que se fueron al cielo deben ser angelitos con caritas de Masaquisas, porque yo me llamo Manuel,  natural del anejo de Nitón y avecindado en la hacienda Leito Grande, términos de la parroquia de Patate… hijo legítimo de Esteban Masaquisa y Alejandra de la Cruz.

Es bueno que sepan que cuando contraje matrimonio  con Nieves Guayta, yo no tenía nada. Peor ella tenía 2 vacas y un toro que se murieron y robaron, y quedamos pobres. Después nos pusimos a trabajar y llegamos a tener 4 cuadras en anejo de Nitón, compradas a Pedro Banda, Anuario Guato, Toribio Moposita y Mario Pilla.

En mi viudez compré en Cundurahua a Andrés Masaquisa 2 cuadras de terreno en 100 pesos. Ahora que me acuerdo, cuando contraje matrimonio con Nieves Guayta, esta tuvo una hija legítima llamada Dionicia Guachambosa.

Era el bien que le dejó su primer marido, el Pedro Guachambosa. A ella que era mi entenada tuve a bien darle por su haber hereditario de parte materna, media cuadra en Nitón, más una vacona comprada en 6 pesos 4 reales. Pues solo he dado a esta hija y nada a los demás del primer matrimonio.

También quiero dejar por escrito que gasté 18 pesos para sepultar el cadáver de mi mujer, de estos, 12 tomé prestados al señor Vicente Álvarez, a quien ya le pagué.

Los herederos no cooperaron en nada para sepultar el cadáver de su madre común. Cuando contraje matrimonio con mi esposa Juliana Criollo, que también fue viuda de Melchor Guayta, por mi parte metí un capital, la porción de terreno que me correspondía.

Pero mi segunda mujer metió como capital un borrico y un torito de quebrante, o sea de los que ya podían empezar a arar.

Como estoy acordándome de las cosas de mi vida, les cuento que con mi segunda mujer compramos 8 cuadras y media en Quero Viejo a don Pedro Jinez y 2 cuadras en Shaushi a María Alegría Martínez vendiendo los terrenos de Nitón.

Con mi esposa Juliana adquirimos un ternero y una ternera, y una yegua patoja con cría.

Es importante que sepan que debo a los siguientes: A don Vicente Álvarez Villacís, de quien son arrendatario en esta hacienda Leito de un pedazo de terreno, a razón de 36 pesos de pensión, incluso mingas que pago por cada año.

Las cuentas están practicadas hasta enero primero de 1883, por el señor Luis Felipe Gangotena, apoderado del referido señor Álvarez, en la que salí debiendo 71 pesos, uno y medio reales.

Desde aquella fecha hasta hoy (1887) no se han hecho las cuentas, las mismas que harán mis albaceas y herederos… canjeando los recibos y trabajo que haya a mi favor, según el libro de arriendos y de rayas.

No puedo saber la cantidad determinada que adeudo, cuyo saldo en mi contra se pagará de lo mejor de mis bienes.

Debo también a Asencio Montero 20 pesos sin intereses; a Andrés Chicaisa 14 pesos; a Manuela Puca 20 con el interés de 1%.

A Rafael Cunalata debo 3 pesos y media cuartilla de cebada; a Manuel Cortez, 2 reales; aclarando que los 100 pesos que debo a Gaspar Tamayo de Patate los pagué, y que el documento lo rompieron y dieron a José Tamayo para que fumara tabaco, como era su costumbre.

MANUEL SE FUE SIN CONFIAR DEL TODO EN SU GRAN PROLE

Los documentos de los indios son para que se ‘hagan humo’ en manos de los patrones. Después que yo muera, también me haré humo, pero dejo este testamento por si acaso caiga en algunas buenas manos y hable de mí,  para descargo de su conciencia.

Es bueno hacer saber que también a mí me deben: Andrés Chonata, el Rodolfo y Juan Mecía, 6 reales cada uno. También, Eustaquio Chiliquinga 12 reales, Juan Ramírez 5 reales, Andrés Silva 5, Petrona Collaguaso  4  y medio.

Además, Pedro Abril 3 reales, Tránsito Curipallo 3 reales, Asencio Caisabanda 2 y tres cuartos, Andrés Aguirre, Matías Sánchez 5 pesos 2 reales; Pablo Toscano 5 reales, los herederos de Manuela Criollo me deben 10 pesos que gasté en su entierro… Para que cobre nombro como mi albacea a José Manuel Abril. Verán que no tengo confianza en ninguno de mis hijos.

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