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Un evento se celebró con pompa en la catedral de quito

El primer centenario del Mariscal de Ayacucho y las andanzas de su sobrino

El primer centenario del Mariscal de Ayacucho y las andanzas de su sobrino
21 de diciembre de 2014 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

En la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, en Quito, me inquieta uno de los textos publicados en el Diario Oficial del 8 de febrero de 1895, con el número 343. Allí aparece una carta Autógrafa del Exmo. Señor Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, por la cual eleva al carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario cerca del Ecuador al Presbítero Sr.  Dr. D. Antonio José de Sucre.

Don Joaquín Crespo es el presidente de los Estados Unidos de Venezuela. Y la carta fue dirigida a su homólogo el Dr. Luis Cordero.

El texto dice: “Grande y buen amigo. En el deseo de que las relaciones políticas cultivadas por Venezuela y el Ecuador sean cada vez más estrechas, he resuelto esta acreditación. El Presbítero Dr. Antonio José de Sucre es poseedor para tan elevado cargo, y aún el nombre que lleva, uno de los más ilustres en la historia americana, y que él sabe guardar intacto con el prestigio de sus luces.

El amor que profesa a esa República donde vinculó muy caros afectos el héroe, cuyo recuerdo él reverencia por razones naturales de patria y de familia; todo hace presumir que el Presbítero Dr. Antonio José de Sucre sabrá corresponder a la confianza que en él deposito, y granjear la general estimación… ”.

La circunstancia está ligada a la celebración centenaria del nacimiento en Cumaná del Mariscal, el 3 de febrero de 1795 (asesinado en Berruecos-Colombia, cuando tenía 35 años, el 4 de junio de 1830).

El cura Sucre está por Ecuador con otras secretas intenciones sentimentales. El presidente de Venezuela explica que “una vez que esa República se dispone, a la par que otras de América, a rendir noble homenaje a la memoria del vencedor en Pichincha…”.

Esta carta que tiene la fecha señalada arriba, está firmada en el Palacio Federal del Capitolio, en Caracas el 18 de diciembre de 1894.

La contestación del Dr. Luis Cordero tiene fecha 2 de febrero de 1895 y hace alusión entre otros elogios de que echa mano la diplomacia, a “las notorias cualidades de tan distinguido personaje, en quien brilla con nuevo lustre el glorioso nombre del General Cumanés…”.

Cordero también destaca que el presbítero Sucre llega “con envidiable herencia, conservada al amparo de sólidas virtudes de cristiano sacerdote y de patriota ejemplar”. Entre otros aspectos destacables de la carta se refiere a Venezuela como “legendaria Madre de Héroes”.

La comunicación del 29 de enero con la que el ministro de Instrucción Pública, Roberto Espinoza, pide al Arzobispo de la Arquidiócesis, Pedro Rafael, para participar en las “solemnidades religiosas que se efectuarán el 3 de febrero próximo”.

Ahí se advierte que “no solo las cinco naciones creadas por el genio de Bolívar, sino casi todas las de Americano Continente, se han aprestado a celebrar con inusitada pompa el centenario del Gran Mariscal de Ayacucho, …quien fue también cristiano observante y cultísimo caballero”. El arzobispo responde que acatará la solicitud argumentando que “es muy justo y conveniente dirigir a Dios en ese día, solemne acción de gracias por haber hecho ver la luz al virtuoso Prócer, que en su vida privada, en los campamentos y en el Poder se manifestó profundamente religioso…”.

En todo caso, se convoca a la iglesia Catedral de Quito a celebrar con pompa una fiesta de primera clase.
Luego, el Arzobispo remite una carta en la que deja constancia que el Gobierno queda agradecido con dicha celebración.

Se deduce que el punto central de la fiesta fue un discurso pronunciado por el Dr. J. Alejandro López del despacho de Culto que tenía el Ministerio de Instrucción Pública.

En una comunicación del 5 de febrero le expresan una viva complacencia por el discurso y le obsequian un buen paquete de libros.

El mismo Ministro de Instrucción Pública, el 9 de febrero de 1895 le dirige una carta al Plenipotenciario Sucre en estos términos: “Señor: el día de mañana ha de celebrarse una fiesta a la Santísima Virgen, en su advocación de ‘Nuestra Señora del Quinche’, en el templo de la Compañía de Jesús, para darle gracias por los favores que dispensa a la nación ecuatoriana, segunda patria, y muy querida, del Gran  Mariscal de Ayacucho, ilustre deudo de Vuestra Excelencia.

En tal virtud, desea Su Excelencia, el Jefe de Estado, y todos los miembros del Gobierno, que aquella misa fuese celebrada por Vuestra Excelencia, lo cual contribuirá a dar mayor solemnidad y pompa”.

La petición suscrita por el ministro, Roberto Espinoza, pide que la petición sea acogida para enlazar a las repúblicas.

Yo me pongo a pensar en Nuestra Señora del Quinche que tiene gran poder de convocatoria. Lo que está oculto tras esta advocación es que en el sitio de El Quinche  funcionó un centro magnético indígena que era una huaca aborigen.

Ese centro de ritualidades, como muchos otros del país, en la Colonia, pasó a advocaciones cristianas. Quinchi no es palabra kichwa, sino de lengua pre-kichwa que tiene que ver con lo sagrado y venerable. También hay que recalcar que el poder quiere ‘pompa’, lucimiento público, teatralidad suntuosa. Para eso sirve eficientemente la iglesia.

La respuesta tiene fecha del mismo día y dice: “Admirador y testigo de la milagrosa multificencia con que Nuestra Señora del Quinche favorece a esta católica Nación; tan caro como al General Sucre y, por lo mismo, a todos los que alentamos con su misma sangre, tengo la complacencia de manifestar a V. E. que me será muy satisfactorio ir mañana a celebrar la santa misa… f) Antonio José de Sucre”.

EL SOBRINO DE SUCRE MURIÓ EN BABAHOYO, 1895

Antonio José de Sucre Alcalá, el militar y sacerdote venezolano, fue sobrino del gran Mariscal de Ayacucho. Nació en Cumaná en 1831 y murió de fiebre amarilla en Babahoyo–Ecuador en 1895, cuando buscaba los restos de su tío. Fue expulsado de Cumaná en 1853, por una revolución que malogró un terremoto.

En Colombia luchó con el conservador Miguel Arboleda contra José María Obando, y estableció amistad con las familias Cuervo y Caro, íconos del conservadurismo colombiano del siglo XIX. Bajo su influencia se ordenó sacerdote en Bogotá.

Según los biógrafos, el presbítero Sucre, por donde pasaba armaba un huracán. En Venezuela logró que se le designara para viajar a Ecuador como Plenipotenciario. Los restos de su tío fueron ubicados en El Carmen Bajo en 1900, según Rodolfo Pérez Pimentel.

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