Obras rescatan el artesonado y la marquetería de San Agustín
En noviembre del año pasado se iniciaron los trabajos de conservación del artesonado del Convento de San Agustín, ubicado en el Centro Histórico. Actualmente, la obra ha avanzado el 75%.
El término artesonado proviene de la palabra artesón, que se refiere a un conjunto de maderas o vigas situadas en las techumbres, entre cuyos huecos se colocaban adornos. Generalmente, este nombre se refiere a los techos con decoración de madera, los que resuelven los problemas estructurales de los edificios y, especialmente, la realización de forjados de piso y armaduras de cubierta. Se encuentran fundamentalmente en la arquitectura mudéjar y musulmana.
En el Convento de San Agustín, en el centro de Quito, a medida que se han levantado las tablas del tumbado se ha determinado que se trata de un cielo raso decorativo que data del siglo XVII. La obra se ejecuta en un área de 250 metros localizada en el ala oriental del templo.
La obra se centra en la conservación de los tumbados, por lo que, además, se trabaja en el reforzamiento estructural de los pisos que están sobre el cielo raso. En ese punto se realiza la conservación en las vigas y, de ser el caso, se renuevan las maderas.
Durante la intervención se retiró el entablado del piso, se hizo la limpieza y preservación de las maderas, el cambio de vigas en mal estado y su reforzamiento estructural. Mientras que en el cielo raso se realizan limpiezas, preservaciones y consolidación, es decir, que no se llegará a repintar las piezas.
Adicionalmente, se implementa un nuevo sistema de anclaje al muro de la marquetería que decora los pasillos del claustro principal del convento. Un dato curioso de estos elementos -según expertos en el tema- es que sus piezas datan de los siglos XVIII y XX, y la última intervención específica se realizó hace 30 años.
La decisión de colocar el anclaje es que se quiere dejar evidencias del trabajo realizado en cada una de las piezas. La última intervención conjunta en el techo y la marquetería, por su parte, se conoce que se la realizó en los años 80.
El cielo raso está compuesto por elementos especiales en forma de panal. Además, tiene figuras octagonales de las cuales se desprenden rosetones y de estas bajan piñas; al fondo hay pinturas florales.
En los talleres de intervención trabaja un grupo interdisciplinario de 16 personas, entre quienes se encuentran carpinteros, talladores, auxiliares y albañiles.
En el sitio se estudia, en primer lugar, cada pieza. Los trabajos en su mayoría se centra en restablecer pedazos de madera que se han caído a través del tiempo, ya sea por efecto del clima o por la exposición a insectos xilófagos que atacan el material. La intervención toma unos cuatro días por cada pieza.
Además, en el proceso se incluye la conservación de la marquetería del convento, sobre la cual reposan los cuadros en los que se narra la vida y obra de San Agustín. La obra está a cargo del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP). Su inversión llega a los 160.000 dólares y se prevé que culmine en dos meses.
Para el padre Patricio Villalba, prior del convento, obras y trabajos de este tipo permiten la conservación y actualización del patrimonio artístico religioso e histórico y, a la vez, se puede compartir con la sociedad el legado que existe en este sitio.
Del mismo modo, el religioso destacó otro proyecto en el que se trabaja con el Cabildo capitalino y que pretende intervenir todo el convento en un plazo de cinco años.
Antecedente de la edificación y estilo del convento
La construcción del templo se realizó entre 1580 y 1669 basados en los planos del arquitecto Francisco Becerra, quien también trabajó en el diseño de la Iglesia de Santo Domingo.
La Capilla Mayor del Convento de San Agustín es obra de Juan del Corral, en 1606, mientras que Diego de Escorza es el autor de la fachada de estilo neoclásico. Los detalles de la fachada principal revelan el estilo barroco en este templo, en el que se destacan elementos decorativos españoles y amerindios.
La iglesia es parte de un complejo arquitectónico que incluye un convento, un jardín interior y un amplio salón de sesiones llamado “Sala capitular”, en donde se reúnen los monjes y es la habitación más grande del convento, ya que tiene 22,5 metros de largo.