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Instituto Geofísico implementó acelerógrafos para mejor detección de temblores

Juan Azieta, miembro del área de Sismología del Instituto Geofísico, explica cómo funciona el sistema de monitoreo que opera ininterrumpidamente. Foto: Gabriela Castillo / EL TELÉGRAFO.
Juan Azieta, miembro del área de Sismología del Instituto Geofísico, explica cómo funciona el sistema de monitoreo que opera ininterrumpidamente. Foto: Gabriela Castillo / EL TELÉGRAFO.
18 de agosto de 2014 - 19:15

Los movimientos sísmicos que se han sentido en la provincia de Pichincha, en los últimos días, no son un nuevo fenómeno telúrico.

Estos temblores son parte del proceso de acomodamiento de las capas del suelo que se producen en la falla sísmica denominada "Sistema de fallas de Quito", explicó el físico Juan Azieta, quien trabaja en el área de Sismología del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (EPN).

El fenómeno se extiende desde Tambillo (sur de la capital) hasta el norte de la Mitad del Mundo (norte). "A lo largo de este perímetro existe una serie de fallas, en las que se producen los temblores", señaló.

Esa es una de las causas por las cuales se han registrado fuertes temblores y réplicas, especialmente en la parroquia de San Antonio de Pichincha (noroccidente).

Hasta el momento se han detectado 87 réplicas, la última se reportó a las 13:37 de hoy, con una intensidad de 1,9 grados y una profundidad de 5 kilómetros. "Esta energía se debe a esfuerzos tectónicos que se acumulan con el paso de los años y eventualmente se liberan de forma repentina, lo que origina los temblores", informó.

Azieta recordó que el 10 de agosto de 1990 también se registró un fuerte temblor con similares características al del pasado martes 12 de agosto. Por ello explicó que estos temblores no están relacionados al verano, tampoco tiene que ver con las lluvias, mucho menos con el cambio climático. "Es solo una coincidencia de meses", reiteró.

El experto aseguró que es muy poco probable que se produzcan sismos más fuertes al del pasado martes, pero reconoció que no se descarta la posibilidad de que se presenten réplicas. Por ello recomendó que cada familia tenga a la mano un kit de emergencia (artículos de primeros auxilios, mascarillas, linterna, alimentos perecibles, etc.).

Monitoreo con tecnología de punta

Para realizar un monitoreo permanente y exacto sobre los movimientos de tierra (y actividad volcánica), el Instituto Geofísico adquirió 6 acelerógrafos.

Son instrumentos que permiten obtener un gráfico, que se denomina acelerograma, el cual muestra la variación de las aceleraciones en el lugar de su emplazamiento, en función del tiempo. Estos dispositivos miden los movimientos del suelo o que se son de gran intensidad.

El Instituto Geofísico cuenta con los sismógrafos, que pueden captar sismos pequeños. No obstante, tienen una limitación: una vez que hay un temblor de grandes magnitudes, la máquina se satura, "entonces ya no se puede conocer cuál fue la verdadera fuerza", explicó Azieta.

Los acelerógrafos fueron trasladados a diferentes zonas donde se registraron los movimientos telúricos más fuertes. Uno de ellos se instaló cerca del puente de Guayllabamba y otro en el Aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela.

Los dispositivos son importados desde Estados Unidos. Cada uno sobrepasa los $ 5.000. Estos tienen que instalarse en lugares que no tengan influencia de ruido provocado por el humano. Por ejemplo, en el caso de la terminal aérea, se ubica lejos de la pista de aterrizaje, mientras que en el puente de Guayllabamba, se lo pone en un lugar lejos de la maquinaria, con la finalidad de captar registros limpios.

Hay otros aparatos con los que se cuenta para el monitoreo sísmico. Los equipos de Sistema de Posicionamiento Global (GPS), que ayudan a medir la diferencia de ubicación entre 2 puntos relativos.

"Si es que un punto se mueve respecto a otro, aunque sea centímetros al año, eso quiere decir que hay algo que está sucediendo allí y que eventualmente hay energía que se está acumulando", indicó el experto.

También se encuentra un sensor denominado sismógrafo de banda ancha. Este cumple la función de un acelerógrafo y un sismógrafo, puesto que recepta mejor el rango de frecuencias.

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