El proyecto Solución Vial Guayasamín, con el que la Alcaldía pretende aliviar el tráfico entre Quito y el valle de Tumbaco, incorpora elementos que fueron rechazados por la ciudadanía hace más de 10 años.

Entre 2003 y 2005, la administración de Paco Moncayo construyó el túnel Guayasamín como parte de una serie de obras destinadas a mejorar la conexión del centro-norte con las zonas aledañas.

Moncayo recuerda que se preveía edificar otro túnel, paralelo y adicional al actual, pero debido a su costo aquello no se concretó. Se planificó, entonces, un puente atirantado, el que tampoco se llegó a construir por falta de recursos.

El proyecto de Moncayo contemplaba también levantar un paso elevado sobre la plaza Argentina, que se bifurcaría para distribuir los vehículos que llegaban desde el valle hacia las avenidas Diego de Almagro y De Los Shyris.

Esta parte de la planificación causó rechazo entre gremios profesionales y vecinos de la zona adyacente a la plaza. Estos grupos empezaron a movilizarse en diciembre de 2002, cuando se realizó el llamamiento a concurso para contratar a una empresa constructora.

La oposición a que se construyera el paso elevado incluyó pronunciamientos públicos, notas de prensa, cartas enviadas al alcalde y peticiones para ser recibidos por el Concejo Metropolitano.

La presión generó resultados y la plaza Argentina conservó su estructura pues el distribuidor de tráfico nunca fue edificado.

No obstante, integrantes de esos grupos ciudadanos se encuentran nuevamente en alerta, pues el proyecto del alcalde Mauricio Rodas retoma la idea de establecer un paso elevado desde la zona del túnel Guayasamín hasta la Diego de Almagro.

Fernando Flores, Enrique Vivanco y Marcelo Bravo fueron parte del grupo de profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central (FAU) que entre 2002 y 2003 plantearon a la Alcaldía alternativas al distribuidor de tráfico.

Los catedráticos son parte de las personas que se han reactivado tras conocer que el plan desechado hace más de 10 años ha sido retomada por la administración Rodas.
Flores señala que la oposición al distribuidor de tráfico conserva los argumentos planteados a la Alcaldía la década pasada.

Uno de ellos es que por tratarse de una zona con gran circulación vehicular (34 mil automotores diarios), la construcción complicará, por sus características, aún más el tráfico vehicular.

Flores señala que las ideas que apuntaban a inicios de este siglo al reemplazo de los pasos elevados urbanos se han consolidado.

El arquitecto recuerda que la FAU mostró un estudio suyo, según el cual, entre 1969 y 2003 se habían construido 21 de esas soluciones de tráfico en la ciudad. Los análisis técnicos mostraban que solo 8 de ellos funcionaban como verdaderos facilitadores del tránsito urbano.

En los otros casos, no solo que el tráfico no había desaparecido de las zonas presuntamente beneficiadas, sino que las obras habían generado otros problemas (ver gráfico). (I)