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El año de Macri y las claves del 2017

El año de Macri y las claves del 2017
10 de diciembre de 2016 - 00:00 - Augusto Taglioni. Analista

Mauricio Macri cumplió un año de gobierno desde su asunción el 10 de diciembre de 2015. Con un discurso de campaña vinculado con la consigna ¨Se puede vivir mejor¨, el ex alcalde de la Ciudad de Buenos Aires encaró un gobierno bajo la premisa de ¨cambiar lo malo del kirchnerismo y mejorar lo bueno¨. Nada de eso sucedió, aumentó la pobreza de 27 a 33 por ciento, la desocupación de 6 a 9.3 por ciento y despidió a mas de 130 mil trabajadores del sector publico, según datos oficiales. La inflación anual supero el 40 por ciento, el consumo se paralizó producto de una brutal pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y la apertura de las importaciones perjudicó a la industrial local generando una pérdida de puestos de trabajo en el sector privado.

Al inicio de su gobierno, Macri confió que su sola figura generaría un ¨boom¨ de inversiones que le permitiría equilibrar el agujero fiscal producido por la quita total de retenciones al empresariado agropecuario del trigo, la reducción a las retenciones a la soja y la quita de impuestos al sector minero. Nada de eso pasó, la quita de impuestos a los sectores más concentrados de la economía se realizó pero las inversiones jamás llegaron y el déficit se intenta reducir con deuda. Una verdadera bomba de tiempo. La estrategia de supeditar el crecimiento económico a la llegada de inversiones ha fracasado y por eso, el país padece las consecuencias de una economía que registra números negativos en la gran mayoría de los sectores que generan empleo y motorizan la económica tales como la industria, la construcción, las economías regionales y los pequeños y medianos productores del agro.

El gobierno insistió en transcurrir los doce meses tratando de seducir a los capitales extranjeros a partir de un brutal proceso de endeudamiento externo que alcanzo los 100 mil millones de dólares y proyecta, según el presupuesto 2017, una nueva toma de deuda de 35 mil millones, que seguramente será mucho mas alta.

Entonces, la política económica no tiene rumbo. Salvo los agronegocios, las multinacionales mineras y los bancos extranjeros, los sectores productivos han sufrido una fuerte retracción. La economía no crece, no hay generación de empleo, el poder adquisitivo cayó un 7 por ciento producto de la fuerte devaluación, la recesión y la inflación y los indices sociales preocupan a un gobierno que implantó un modelo económico y productivo para 20 millones de personas en un país que supera los 40. Los números del gobierno sólo cierran con el disciplinamiento de la protesta social, el aumento de la pobreza y la reducción de ¨costos laborales¨ como el salario y todo tipo de derecho para los trabajadores.

Politica exterior

Con el latiguillo de ¨volver al mundo¨ el macrismo configuró una política exterior que apuntó básicamente a dos objetivos. La subordinación a Estados Unidos y la Unión Europea por un lado, y la flexibilizaron del Mercosur, por el otro. El primero dio resultado mediante visitas y gestualidades con los gobiernos del hemisferio occidental y el endeudamiento con bancos extranjeros, y el segundo está en proceso a través de la suspensión o quita de derechos a Venezuela como estado parte.

El dilema es que la tesis de Macri de construir un país normal en un mundo normal se desmorona como un castillo de naipes. El mundo al que el gobierno buscaba incorporarse vive una de sus crisis más profundas. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit y la renuncia de Renzi en Italia y los complejos procesos electorales que deberán atravesar Alemania y Francia producirán un giro proteccionista de los centros de poder occidental. ¿Qué significa esto? Que las inversiones esperadas no van a llegar y el libre comercio esperado entrará en un proceso de stand by hasta que el bloque europeo termine de definir la salida de la crisis.

Entonces, las dos variables del modelo económico eran el boom de inversiones y la inserción a un mundo basado en una gran zona de libre comercio (TTP y Alianza del Pacífico) vertebrado por un bloque globalista neoliberal acaba de sufrir importantes golpes electorales. Sin esto, el modelo económico del gobierno pende de un hilo. Estamos frente a un contexto ideal para reforzar el Mercosur, ya que, se requiere de mas autonomía regional para lograr los anticuerpos que te permitan transitar la crisis. Lejos de eso, Argentina pergeño junto con Brasil y Paraguay un golpe contra Venezuela suspendiendo derechos como miembro pleno del bloque regional para comenzar un proceso de apertura. A contramano de la coyuntura, el Mercosur se abre mientras todos se cierran. Evidentemente, dado los acontecimientos mundiales, si Macri quiere libre comercio, deberá acudir a China.

La crisis en los centros de poder perjudica de lleno la estrategia económica macrista que puso todos sus esfuerzos para contribuir a una institucionalidad global que está crujiendo. El problema es la inexistencia de un plan de contingencia a este problema.

Para colmo de males, apareció Milagro Sala y lo que el gobierno imaginó como una cuestión doméstica se convirtió en un problema internacional que afecta la imagen internacional del gobierno y la reputación del país en términos de defensa de Derechos Humanos. La liberación de Milagro Sala está en la agenda de la OEA, la ONU, la CIDH, Amnistía internacional y Human Right entre otras instituciones internacionales. Lo que pretendía ser un disciplinamiento con apoyo de parte de la opinión pública terminó siendo un verdadero tiro en el pie.

Desafío opositor

El gobierno desarrolló durante todo el año dos planos de negociaciones políticas: en el congreso y con los gobernadores, ambas con el peronismo. Esta primavera le trajo varios buenos resultados con la aprobación de leyes importantes como la del pago a los Fondos Buitre y la Ley de Participación Pública Privada que habilita a las empresas privadas a asociarse entre sí, sin injerencia del Estado, sociedades off shore y con el arbitrio de tribunales internacionales. En el ultimo tramo del año esto parece haber entrado en crisis.

El gobierno sufrió dos derrotas claves: la reforma política que incluía el sistema de Boleta Unica Electrónica, cuestionada por expertos en cuanto a su transparencia, y la Ley que sube el mínimo no imponible de ganancias, un reclamo del 10 por ciento de trabajadores sindicalizados prometido en campaña por Macri y principal agenda de las organizaciones sindicales en el país. Esta ley obtuvo media sanción en diputados y mientras escribo estas lineas se están realizando negociaciones con los gobernadores peronistas que controlan la mayoría en el Senado para que la ley no prospere.

Lo que hubo aquí es una inteligencia común opositora, especialmente entre las diferentes expresiones del peronismo, para poner en jaque al gobierno y obligarlo a pagar el enorme costo de vetar una ley que propuso el mismo Macri cuando era candidato.

Decimos que el acuerdo entre gobierno y parte del peronismo entró en crisis porque inmediatamente después de la aprobación de la ley, el macrismo atacó duramente a todas las oposiciones y amenazó a los gobernadores con fondos en caso de que estos avanzaran con la media sanción que le resta.

La pregunta entonces es, ¿Cómo arrancará el año 2017 con un gobierno en minoría y un peronismo con perspectiva de victoria en las elecciones de medio término? Esta es la cuestión central, y la batalla es en la Provincia de Buenos Aires, territorio que concentra el 38 por ciento del padrón electoral. En términos electorales el escenario se ordena en tercios. El Frente para la Victoria con una eventual candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, el peronismo de Sergio Massa, ex Jefe de Gabinete del kirchnerismo y líder del centrista Frente Renovador y el gobierno sin un candidato definido.

Macri necesita acordar con actores políticos que quieren ganarle en las próximas elecciones, y si no obtiene una victoria en la Provincia de Buenos Aires, deberá afrontar los dos años previos a las presidenciales en hiperminoría parlamentaria y con un peronismo envalentonado de cara al 2019. Si a esto se le suma una situación social vulnerable y una economía que no arranca en un contexto internacional desfavorable, el desgaste puede ser mayor.  De todas formas esto no es irremontable para el gobierno, que apelará a la inversión en obra publica para mejorar los indices de empleo y a la división en el peronismo que altere este escenario de tercios que mencionábamos con anterioridad.

La oposición tiene el desafío de resolver sus propias internas. El Frente para la Victoria ha perdido el tiempo en micro disputas mientras el gobierno aplicaba un modelo económico desfavorable para las mayorías. Si esas internas no se resuelven y la dispersión persiste las posibilidades opositoras de obtener un triunfo electoral se desvanecerán. Depende de Cristina Fernández de Kirchner, y el peronismo lograr esa unidad que evite un kirchnerismo alejado del peronismo que solo está destinado a la derrota y la testimonialidad. El macrismo hará todo los que esté a su alcance para que eso suceda porque entiende que no existe el kirchnerismo sin el peronismo y viceversa.

Conclusión

Mauricio Macri no leyó el contexto internacional. Imaginó un neoliberalismo clásico como el que aplicó Carlos Menem en la década del 90. En esa época el G7 expresaba el 50 por ciento del PBI Mundial y el Consenso de Washington estaba en su apogeo, es decir, el mundo al que se insertó el menemismo estaba en auge. Macri pensó una normalidad que no existe y el ¨supermercado del mundo¨ que prometió en campaña no tiene compradores. A pesar de ello insiste con un acuerdo con la Union Europea, hoy dedicada a ponerle un freno a la ultraderecha y apagar el incendio en un sistema financiero que intenta no estallar por los aires. Si esto sucediera, las consecuencias podrían ser fatales.

Argentina no tiene consumo ni tampoco inversión, y si la inflación no empieza bajar la situación social y la relación con los sindicatos puede tornarse conflictiva. Cabe destacar que Macri termina el 2016 sin un paro general a pesar que 650 trabajadores son despedidos por día, hay alrededor de 600 mil puestos de trabajo menos y el gobierno vetó de una ley antidespidos impulsada por la CGT y la CTA.

Difícilmente esta contemplación pueda durar un año más, mucho menos si vetan la ley que eleva el piso de impuesto a las ganancias para los trabajadores en blanco. La única manera de tener un año con tranquilidad es esperando que el contexto internacional mejore, que occidente vuelva a crecer y las inversiones finalmente lleguen.

El costo de vida es cada vez mas alto, a la situación social y la falta de trabajo se le debe sumar un nuevo flagelo. Solamente en la Ciudad de Buenos Aires, distrito gobernado por el PRO hace 8 años, 30 personas por día se mudan a las villas ubicadas en la periferia de la ciudad capital. Según el informe de la ONG Techo difundida recientemente por el diario Ambito Financiero son 82.585 las familias que viven en sitios precarios, el equivalente al 10 por ciento de la población. Una verdadera emergencia social.

El gobierno termina un año basado en la improvisación de sus ministros/Ceos y el blindaje de una parte importante cantidad de medios hegemónicos. ¿Podrá el macrismo ganar la elección de medio término apelando a la retórica de la pesada herencia y a los males del populismo? ¿Tendrá el Frente para la Victoria en la figura de Cristina Fernández de Kirchner la garantía de resolución de las microdisputas y la posibilidad de unidad de todos los sectores dispersos luego de la derrota electoral? ¿Habrá una agenda común de carácter táctica entre el Frente para la Victoria y el peronismo no kirchnerista en el Parlamento que ponga en jaque al gobierno nacional? ¿Cuánto mas pueden ocultarse los escándalos de corrupción del propio presidente y sus funcionarios?

Preguntas que forman parte del devenir de la Argentina en el año que se avecina.

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