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El Telégrafo
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Análisis

“La derecha no cruzó el Ecuador”

“La derecha no cruzó el Ecuador”
Foto: Captura de pantalla de la web Página 12
05 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción Política

El titular de Página 12 de su edición del lunes grafica bien el impacto que causó en América Latina el triunfo de Lenín Moreno y Jorge Glas el domingo pasado.

Pero la lectura debe ir más allá, porque esa derecha (en la que se incluye ahora Pachakutik, exMPD, buena parte de la Izquierda Democrática, Montecristi Vive, una serie de grupos ecologistas y artistas e intelectuales supuestamente progresistas) quiso comprarse la presidencia con base en un plan millonario de guerra sucia, sin entender la lógica política del Ecuador y su momento histórico, pero también, como dice Jimmy Jairala, en su carta a Lasso: “Los expertos en guerra sucia ya no funcionan. Guillermo despida a todos y acepte con nobleza los resultados”.

¿Hubo guerra sucia sin ninguna responsabilidad de la derecha liderada por Lasso y Andrés Páez? ¿Cuánto invirtió la derecha nacional para comprarse la Presidencia de la República del Ecuador? ¿Por qué no se explican los viajes de Páez, en medio de la campaña, a México o Centroamérica en vuelos privados?

No se trataba de un cambio o de una propuesta política liberal para profundizar la complejidad democrática de un país como el nuestro. Era un negocio muy lucrativo en el que invirtieron mucho dinero, pagaron encuestadoras y medios de comunicación, prófugos de la justicia para dar su “versión” de la corrupción, miles de pancartas por todos los barrios pobres, decenas de miles de productos de primera necesidad regalados en todas las ciudades, pero sobre todo un aparato logístico y operativo de contrainteligencia bien respaldado en las últimas tecnologías.

Pero se olvidaron de lo que el propio Jaime Nebot ha reconocido: la Revolución Ciudadana hizo muy bien su tarea social con los pobres. Y no solo es una tarea sino todo un proceso político con sentido popular. Por eso los estrategas de Lasso hicieron la guerra sucia, modificaron las propuestas iniciales sobre empleo, educación y salud y, sobre todo, manejaron paralelamente a un ejército de operadores en acciones sicológicas.

La derecha regional podría pensar dos veces antes de seguir jugando a lavarse la imagen con sus pueblos. Las lógicas sociales en las que actúa obligan a cambiar su política electoral y sobre todo partidista. Ya se vive en Argentina un proceso de involución de la derecha que no es muy distinta a la de Brasil o de México.

Si Lasso hizo una guerra sucia usando a Cuba y Venezuela como estigmas, quizá perdió de vista que en Brasil, México y Argentina la derecha da graves señales de sus límites y también de que para que el desarrollo económico tenga sentido social no requiere de banqueros o empresarios en el poder. (O)

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