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El Telégrafo
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Análisis

En época de campaña, las frases hechas alimentan la demagogia; por ahí no es la cosa...

En época de campaña, las frases hechas alimentan la demagogia; por ahí no es la cosa...
Foto: William Orellana / El Telégrafo
04 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Política

Dalo Bucaram justificó ayer su candidatura en las siguientes expresiones: “para que los niños vuelvan a sonreír” y “para que haya paz”. A partir de esas declaraciones se entiende un país profundamente triste y en guerra.

En toda campaña electoral se apela a las emociones. Y también es cierto que los contendientes explotan hasta donde pueden los errores del rival. Hoy, ese contrincante a batir es el candidato de Alianza PAIS, Lenín Moreno.

Pero hay una delgada línea entre estrategia y demagogia. La ciudadanía tiene derecho a una campaña electoral de propuestas, informativa, de ideas y argumentos. Emitir frases rimbombantes solo ocasionará que se extienda -sobre todo entre los jóvenes- el viejo prejuicio de que la política solo es para gente poco honesta.

La oposición reclama debate porque el electorado tiene derecho a comparar las propuestas de todos los aspirantes. Es un ejercicio cívico, argumentan. Ciertamente lo es, pero también, exigir ideas concretas, propuestas viables, no solo declaraciones exuberantes, probablemente salidas del laboratorio de algún estratega político.

De alguna manera esa exigencia ha sido recogida parcialmente por la academia, que ha extendido invitaciones a los candidatos para que hablen en las aulas universitarias.

No hay mejor lugar para analizar una propuesta que un centro de estudios repleto de jóvenes. Esa práctica debe mantenerse para que la demagogia quede como una anécdota en los 45 días de proselitismo. (I)

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