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Análisis

¡A chupar full!, ¿Lasso paga?

¡A chupar full!, ¿Lasso paga?
Foto: Tomada de twitter
28 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Política

¿Sobre la tarima se dice cualquier cosa para ganar votos? ¿La tarima aguanta todo? ¿O ahí sale el verdadero espíritu de quien la usa con micrófono propio y sin medir las palabras?

Guillermo Lasso ya ha soltado varias perlas en tarima. Una fue que a Rafael Correa había que darle en el cu... con un machete. Tenía uno en la mano y lo dijo sin rubor ni límite. Ahora, en otra tarima, propone como acto de libertad chupar y farrear hasta cuando a la gente le dé la gana. Dice que hay que respetar al ciudadano, porque son personas adultas, “no vengan con la hipocresía de prohibir el trago el domingo, pero de lunes a viernes vender droga en escuelas y colegios”. Y luego: “Cambio significa que si cualquier día que te provoque, a partir del 24 de mayo, farreen en las discotecas hasta la hora que te dé la gana”.  Y cierra su concepto de libertad: “El Estado no tiene por qué dirigir la vida de los adultos y que de los menores se encargue la familia”.

En el discurso suena bonito. ¡A chupar! ¿Quién paga las consecuencias? ¿Solo los menores chupan? ¿Los mayores no se emborrachan? ¿No es la causa más frecuente de la violencia intrafamiliar que los padres lleguen borrachos los fines de semana (a veces después de salir del estadio o de jugar fútbol en el barrio), armen bronca y den palizas a sus esposas e hijos? ¿Se olvida que también propuso armar a la gente “en libertad”? ¿Un tipo armado y borracho es mucho más propenso a la violencia, al femicidio y otros crímenes derivados del chupe?

Parecería que esta propuesta calza bien en voz de Andrés Páez, pero no en Guillermo Lasso, militante del Opus Dei. Mucho más si aspira a ser presidente de Estado, donde hay responsabilidades concretas sobre la convivencia ciudadana.

Si es cierto y está convencido de todo ello, la escuela y el sistema de salud pública no tendrían sentido, que se encargue nomás la familia, que no se meta el Estado. Con eso justificaría su inacción pública y las responsabilidades concretas de la institucionalidad estatal. Entre líneas revela su escasa visión de estadista con tal de gozar del aplauso y proclamar la libertad absoluta.

El sentido y espíritu político de un estadista se pierde en expresiones de esta naturaleza.

Al final siempre paga el Estado: juicios, cárceles, atención médica, policías y jueces para atender la violencia derivada de la chupa. ¿O todo esto lo pagará Lasso de su bolsillo? (O)

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