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¿Para ‘descorreizar’ a la oposición hace falta que Correa no sea la carta de PAIS?

¿Para ‘descorreizar’ a la oposición hace falta que Correa no sea la carta de PAIS?
20 de agosto de 2014 - 00:00 - Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

César Montúfar hizo dos señalamientos, no nuevos ni repentinos, durante una entrevista radial: la oposición debe ‘descorreizarse’, y carece de un programa alternativo al de PAIS que pueda movilizar o encantar al electorado.

Y quizá tenga razón, en lo de fondo. Pero también es cierto que parte de un enfoque bastante ‘descuadrado’ (para hablar en términos fotográficos).

Vamos por partes:

1.- PAIS es una organización política, la más grande, con fortalezas, virtudes, defectos, potencialidades y perspectivas que ninguna otra ha tenido en la historia del Ecuador. Tan solo la Izquierda Democrática podría competir en esa dimensión. Al mismo tiempo, ha demostrado que desde su origen tuvo intensas disputas. Y no es que las primeras fuesen menos importantes que las actuales. Bastaría hacer una muy buena revisión histórica para entender por qué ganó Rafael Correa con un programa de amplio consenso, pero también de concesiones de algunos actores y sectores con el objetivo fundamental de alcanzar el poder “para luego resolver las contradicciones secundarias”, como expresó en su momento un alto dirigente, luego ministro y ahora opositor. Y, la historia ya es conocida: ¿qué pasó luego con asambleístas constituyentes, aliados y también ministros y grupos afines a PAIS? Por lo mismo, ha sido también reflejo de una dinámica política muy ‘connatural’ a nuestra idiosincrasia.

De todos modos, es la organización que ahora levanta ‘vuelo’ con un proceso más estructurado de organización: ha fortalecido la capacitación y la reflexión, además de que intenta un desarrollo más agresivo de comunicación política.

Y es esta organización la que afrontaría el reto de una posible consulta popular y todo lo que ello implica para el futuro de la Revolución Ciudadana. Por tanto, ¿la oposición desconoce a PAIS como un actor neurálgico en este proceso, coyuntura y devenir político?

2.- Tras los resultados del 23 de febrero la oposición anda entusiasmada. Y no le faltan razones. Ganar en las principales ciudades (no en las principales provincias) da para eso y mucho más. Sin embargo, ni esa misma oposición, ni los analistas políticos, mucho menos los entrevistadores y comentaristas mediáticos, han hecho un riguroso análisis de las verdaderas fortalezas de la oposición en esa victoria. ¿No hay cómo imaginar siquiera que esos triunfos son más por defectos de PAIS que por  virtudes de la oposición? ¿Hasta dónde las debilidades de esa oposición están ocultas en la victoria del 23F así como estuvieron en el resultado de la consulta del 7 de mayo de 2011?

Si tuviera razón Montúfar cuando pide ‘descorreizar’ a la oposición habría que considerar que el retiro político del actual Mandatario resolvería mucho o casi todos sus problemas orgánicos y estructurales. Y eso no es cierto. Solo imaginemos que eso ocurra, pasaría todo lo contrario: todos los actores lucharían a diente pelado por disputar el liderazgo de la oposición. Nadie cedería su lugar porque estarían prevalidos de que cualquier candidato de PAIS es derrotable, como ya lo anticipan desde ahora.

Lo que sí es cierto en la declaración de Montúfar (y en la de algunos de derechas e izquierdas que camuflan bien sus palabras) es que no hay un programa alternativo atractivo, solvente ni sólido para el ‘común de los mortales’.

En esa perspectiva lo único que les une, lamentable y ventajosamente, según se vea, es Rafael Correa. ¿Y eso es bueno, democrático, saludable e incluso  provechoso para quienes aspiran a arrebatarle a PAIS la hegemonía política en los próximos años?

3.- Lamentablemente la academia y el pensamiento ecuatoriano no tienen suficientes argumentos para colocarse en una perspectiva distinta a la de los actores políticos de lado y lado de la disputa local. Cómo necesitamos, solo por mencionar un nombre, a un William Ospina (ensayista, pero sobre todo poeta colombiano) para pensar con otras sensibilidades sobre nuestra realidad y sobre los cambios que ocurren (no los que desea cada uno) y toda su complejidad en este proceso.

Sorprende cómo esos analistas que se precian de hondos y auténticos pensadores confunden sus deseos (a veces odios y fobias) con categorías políticas para dar una explicación del devenir político del Ecuador.

Incluso, a falta de pensamiento ahora hay entrevistadores que se colocan en esa postura. Y a partir de sus comentarios, ‘percepciones’, ‘olfatos’, gracias a que están en el ‘altar’ de la exposición diaria, los académicos y cientistas sociales repiten, ignorando teorías, algunas de sus ‘posturas’. Por eso quizá estamos algo confundidos. Y aunque suene un poco atrevido, a pesar de las disputas o contradicciones internas que puedan existir o desarrollarse en PAIS, en esta tienda política hay todavía mucha fortaleza para afrontar los retos de una posible coyuntura o próximas elecciones.  No descartemos tampoco que en toda etapa priman ciertas circunstancias. Y una fundamental, que está siendo analizada muy superficialmente, es la realidad económica. Si ahora hay sospechas, dudas y hasta temores eso responde a que desde hace un año Correa advirtió las dificultades que habría por la fuerte inversión financiera que demandan los proyectos hidroeléctricos, pero también por el crecimiento de la demanda social.

Ecuador no es el mismo consumidor (en toda la extensión de la palabra) de 2007. Hay una sociedad que consume desde bienes fundamentales para su vida como suntuarios para su placer. ¿A alguien se le ocurre que ese nivel de consumo pueda bajar por una postura ecológica, hippie o mística de un día para otro?

En cambio, si el próximo año la situación mejora o se agrava, ¿las condiciones políticas serán las mismas para la oposición, para el gobierno o para PAIS? Seguramente no. Lo que sí es cierto es lo que señala Doris Soliz en la entrevista de hoy: habrá que evidenciar la contradicción fundamental de la sociedad ecuatoriana para entender qué actor político asume la vanguardia y en qué condiciones se da la disputa política.

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