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Entrevista / marco enríquez ominami / miembro del partido progresista de chile

“La izquierda debe proponerle al mundo pensar juntos; el desafío es el otro” (Video)

Foto: Mario Egas / El Telégrafo
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
29 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Política

Para el político y realizador chileno Marco Enríquez Ominami fusionar su afición por el cine y la política resultó ser todo un desafío.  Confiesa que aprovecha las horas y el silencio de los aviones -en donde pasa mucho tiempo- para escribir los guiones de sus documentales.

Ahora tiene en mente un proyecto sobre  la isla de Pascua, Rapa Nui, en donde está a favor de la autonomía de los pueblos indígenas.

“Me ha costado un mundo. De hecho, en un viaje que haré mañana, (hoy) a Rusia, espero ver el montaje.  Ya llevamos 6 meses. En este viaje  decidiré si está listo para estrenarse o requiere más trabajo”, comenta el cineasta minutos antes de ‘colocarse’ el traje de líder del Partido Progresista que le acompaña desde hace 5 años y con el que buscará la Presidencia.

¿El asesinato de su padre  Miguel Enríquez, en la dictadura de Augusto Pinochet,  fue el principal motivo para su vinculación a la vida política?

Hoy (ayer) es el aniversario 41. Objetivamente sí; sería estúpido negar que eso no impactó mucho. Que un hombre muera por sus ideas, por un país y que ese país no lo haya defendido y que medio país haya brindado con champaña el día de su muerte, te interpela. No solamente te violenta, sino que te interpela, pero hoy soy hijo de mis convicciones más que hijo de él, soy hijo de lo que creo. Tengo 42 años, 2 hijas, y no voy a mirar al pasado toda la vida. Muero de admiración por mi padre, es un legado fantástico y  un imperativo ético. Tengo 42, él murió a los 30. Ahora hay desafíos distintos como la igualdad y libertad, a diferencia de 1973, cuando murió. Ser de izquierda hoy en día es distinto a ser de izquierda con la Unión Soviética, con el Muro de Berlín, etc. Pienso que él me interpela. Por supuesto, estoy en política en un combate que se acerca al de él, que es combatir el clasismo, las élites que aplastan a miles de almas, pero esa es una parte del combate, hay un combate que a mí me importa ahora que es vivir juntos. Creo que aún no queda claro para los humanos vivir juntos, creo que nos toleramos y eso es distinto.

 

¿Superó esa revancha personal?

Lo mío es muy raro y largo de  explicar. Tuve un exilio en Francia, largo y duro, y dentro de la dureza estuve en el Estado francés, en donde la salud y la educación eran gratis, entonces no tengo un ánimo de revancha. No vengo a vengarme, porque además quiero ser presidente de todos los chilenos, no solo de los admiradores de mi padre. Chile es muy grande, más allá de los que admiran a Miguel y a esa gente quiero proponer un camino. Falta mucho, pero lo haré en el 2017. Tengo un combate y el día que piense que ese combate no tiene sentido, me retiraré.

Entonces, ¿llegar a la presidencia sí es una revancha?

No creo. Para ser candidato presidencial hay que tener buenas razones para ganar y perder. Yo las tengo: la Asamblea Constituyente, la sociedad de derechos garantizados. He perdido dos veces y ese mismo día he dormido muy contento del aporte  que hemos hecho al debate político en Chile.

¿Qué  aporte le dejó la izquierda francesa en su paso por ese país, así como la derecha para no caer en esas prácticas?

Francia es una república mucho más antigua que las nuestras. Es una democracia imperfecta, pero muy viva. Lo interesante del fenómeno político francés es que el presidencialismo es cuestionado permanentemente sin traumas. En cambio, en América Latina, cuando se cuestiona a un presidente en el fondo se critica la institucionalidad completa. Tenemos monarquías presidencialistas coloniales. Yo soy muy admirador de muchos presidentes de América del Sur y sus procesos. Creo que un pendiente que tenemos es disminuir el presidencialismo, quitarle poder a los presidentes y  devolverlos a los ciudadanos por la vía del referéndum, por la vía de las regiones y provincias. Ustedes están más avanzados que nosotros en eso porque (en Chile) no elegimos en las provincias a nadie, todos los designa el presidente.

¿Por qué quiere llegar a la presidencia de su país, si cree, como publicó en uno de sus libros, que el principal  problema no es la economía sino el poder?

Creo que la economía se comió al derecho, a la política, al medio ambiente, a la educación. No tengo nada contra la economía. Sería estúpido estar peleado con la economía. Lo que ocurre es que la economía tiene una hegemonía conservadora, que establece que lo importante es la máxima felicidad al menor costo y a ciertos economistas les da lo mismo el camino para lograr la felicidad, que es tan importante como el fin, y en el camino se nos puede olvidar la finalidad, que es estar juntos. A la economía le importa la productividad, hacerlo masivo. La economía en América Latina se comió a la educación y transformó en ranking los problemas de calidad, que se comieron el medio ambiente.

Usted habla del otro, pero ¿qué tan complicado es dejar de pensar en uno mismo?

Uno es el otro. Creo que el problema está resuelto. La derecha comete un error brutal, filosófico, cultural  y político al creer que la sociedad es solamente un medio  cuando vivir en sociedad es un fin.

¿En qué modelo de desarrollo deberían pensar las izquierdas?

Derribar el concepto neoliberal de la economía. Entender que vivir juntos es el gran desafío de América Latina. Se acaba un ciclo en América Latina de crecimiento de 4 puntos, control de inflación y reducción de la pobreza, eso se acabó. El nuevo ciclo representa preguntas nuevas y las respuestas para Ecuador están en el otro. La respuesta de Chile está en Bolivia, en Argentina. Ese otro es China, Estados Unidos,  Europa. Hay un nuevo sujeto latinoamericano en donde hay variedad de oportunidades. Es  muy difícil porque no son economías complementarias, pero no es tarde.

¿La unión de las izquierdas fomenta el pensar en el otro?

Tengo una crítica a los nacionalismos y chauvinismos, los detesto. El populismo puede ser menos grave que el nacionalismo. Y hay izquierdas nacionalistas, creo que eso cuesta. La idea de las fronteras existe, creo en ella, pero hay izquierdas -así como derechas- profundamente enfermizas que suponen, por ejemplo, que ser ecuatoriano es mejor que ser chileno. Hay varios políticos de izquierda y derecha que no han asumido esta idea del otro.

¿Cuál debe ser el punto de equilibrio de las izquierdas para no caer en lo radical y extremo?

Asumir que es difícil ser de izquierda, que hay que pensar mucho, por eso la ELAP es un tremendo aporte. Hay que darle mucha vuelta. La izquierda en eso es mejor que la derecha, porque sabe que no tiene todas las respuestas. La derecha es la que cree que tiene las soluciones y a la izquierda le hace parecer como que pone los problemas. La izquierda debe proponerle al mundo pensar juntos;  el otro es el desafío.

Pero hay presidentes como los de Bolivia y Ecuador que ya piensan en la ciudadanía universal...

Claro, Correa es muy bueno. La Celac, Unasur, Alba, Mercosur son  una gran noticia, un hambre  de estar juntos, es el fracaso de la OEA que era la manera en que Estados Unidos  quería ponernos juntos. Soy optimista de lo que vivimos en América Latina. El problema de los presidentes de izquierda es que piensan que es difícil. ¿Cuándo ha sido fácil? Los presidentes deberían razonar juntos antes que decir yo sé. (José) Mujica trataba de que pensáramos juntos el tema de las drogas y creo que Correa es muy interesante porque pone preguntas antes que respuestas. Las respuestas no las tiene uno, eso es muy complicado.

¿Cómo ve el manejo político de Correa en el Ecuador?

Yo me tengo que inhabilitar para hablar porque me considero -no sé si es recíproco- amigo de Correa. Tengo gran respeto por él. Creo que le ha devuelto la dignidad a Ecuador, ha puesto a este país, junto con Patiño, en el contexto internacional. Le han dado apertura e institucionalidad a Ecuador. Ahora, las respuestas de Correa para Ecuador no son las respuestas de Correa para Chile, que tiene otra historia. Chile tiene cobre y Ecuador petróleo. Sí creo que Correa le ha dado un gran impulso a Ecuador y hay que profundizar el cambio. Admiro sus discursos, es de lo mejor que he escuchado en América Latina.

¿Qué pensó cuando le invitaron a participar en el segundo Elap?

Me pareció genial  porque es el momento para venir a pensar juntos y participar del debate ahora. Mi expectativa es pensar juntos por nuestros países. (I)      

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