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¿Humanidad? ¿Solidaridad? ¿Desarrollo?

¿Humanidad? ¿Solidaridad? ¿Desarrollo?
04 de junio de 2016 - 00:00 - Pamela Aguirre. Abogada y consultora política

Las palabras ¿humanidad?, ¿solidaridad? y ¿desarrollo? acompañan a una fotografía de una precaria embarcación de plástico donde viajan aproximadamente 200 personas, unas sobre otras, en condiciones inhumanas.  

Es una reflexión personal expresada en un tweet del 2 de junio, que resume en 140 caracteres el drama humano que esconden las portadas de esta semana.

En los últimos días, más de mil personas perdieron la vida ahogadas tratando de cruzar el Mediterráneo. Su sueño, además de sobrevivir, era llegar a Europa. Todos huían, huían de la guerra, huían de la hambruna, huían de los problemas políticos, pero no lograron huir de la muerte. Tan solo al 1 de junio de este año se presume que los cuerpos de 2.443 personas –parcialmente contabilizadas- reposan en este mar que se ha convertido en un cementerio sin lápidas ni nombres.     

Según Médicos Sin Fronteras, en el 2015, una de cada 53 personas que cruzaba el Mediterráneo, moría; hoy muere prácticamente el doble, una de cada 23 personas.

¿Portadas? ¿Noticias? Ninguna, pues no es una crisis económica como la que “sufrimos” a partir del 1 de junio debido al aumento de dos puntos más en el impuesto de valor agregado (IVA). La muerte de cinco personas por hora en la última semana, al parecer, no merece una portada como este impuesto temporal, de solo un año, fundamentado en la solidaridad y cuyo destino será la reconstrucción de las zonas afectadas en el terremoto del 16 de abril.

Dos puntos porcentuales de IVA que no afectan al 90% de la canasta básica, que excluyen a los alimentos frescos, al transporte urbano de bus o taxi, a los combustibles, a la educación y a las medicinas, son estigmatizados por algunos ecuatorianos como una crisis, colocándose una venda en los ojos ante verdaderos dramas humanitarios y económicos que cobran millones de vidas.

Somos un país afortunado que a pesar de sufrir un terremoto con una magnitud de 7,8 grados y varias réplicas, nos estamos levantando con un trabajo en conjunto: el gobierno a través de sus políticas de reconstrucción, los voluntarios con su presencia diaria en las provincias afectadas, y la sociedad civil con su ola de generosidad que vació decenas de supermercados y llenó miles de camiones. Pero es el momento de dar un poco más, ser más solidarios aún, a través de esta contribución para cientos de familias afectadas por un fenómeno natural.

Dejemos de compararnos con ese supuesto primer mundo, del que algunos analistas quisieran ser parte como si fuera el paraíso, ignorando o queriendo ignorar que no se ha logrado encontrar una solución a la tragedia humanitaria producto de años de intervenciones políticas y conflictos bélicos que continúan causando la muerte de decenas de seres humanos indocumentados, no visibilizados y olvidados.  

El desarrollo que deshumaniza es falaz y nos hace retroceder como sociedad; los ecuatorianos, con profunda solidaridad, aportaremos a nuestro país, que a pesar de los bajos precios del petróleo, la apreciación del dólar y el terremoto, está lejos de vivir una crisis humanitaria en la que miles de compatriotas sientan la necesidad de huir en ataúdes de plástico con destino a una fosa común en el fondo del mar. (O)

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