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El Telégrafo
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Potenciar la autonomía, aceptar las limitaciones propias del paso del tiempo, pensar positivamente son acciones diarias que mejoran la calidad de vida de las personas mayores. el apoyo del entorno familiar es fundamental para lograr este cambio de actitud

Ser feliz sin importar la edad y el qué dirán

Las casas de adultos mayores en Europa han cambiado su concepto. Ahora buscan la realización plena de hombres y mujeres a través de potenciar la autoestima y por ende su percepción de la felicidad, afectada por las pérdidas físicas, afectivas y sociales.
Las casas de adultos mayores en Europa han cambiado su concepto. Ahora buscan la realización plena de hombres y mujeres a través de potenciar la autoestima y por ende su percepción de la felicidad, afectada por las pérdidas físicas, afectivas y sociales.
04 de abril de 2015 - 00:00 - Kléver Paredes B.

Los ecuatorianos somos subcampeones en felicidad. Solo Paraguay que ocupa el primer lugar nos supera, según un estudio realizado por la organización mundial Gallup International.

 El estudio se aplicó en 143 países y se difundió a propósito del Día Internacional de la Felicidad, celebrado el 20 de marzo. Los 10 primeros lugares fueron ocupados por países latinoamericanos, mientras potencias como Estados Unidos y Alemania están relegados a los puestos 25 y 34, respectivamente.

 La empresa Gallup preguntó en 2014, vía telefónica y personalmente a 1.000 personas de cada país, mayores de 15 años, si tenían cinco experiencias positivas en el día anterior a la encuesta. Más del 70% de las personas en el mundo indicó que experimentaron un montón de diversión, sonreían o reían mucho y se sintieron tratados con respeto.

 La encuesta, sin embargo, no precisó porcentajes por grupos de edades de los entrevistados, en particular de las personas mayores de 60 años y cuáles fueron sus sentimientos expresados. Saber en qué grupo de edad, en Ecuador, se refleja más la felicidad habría sido interesante y muy decidor.

 Ser feliz no es un patrimonio de determinada edad, sino es parte de la vida del ser humano, no obstante, depende de varios factores externos. Por ejemplo, la belleza, la fuerza y la productividad se han impuesto como valores sociales fundamentales de la juventud. En cambio, a las personas adultas mayores se las encasilla como físicamente limitadas, improductivas, débiles, visualmente poco agradables y funcionalmente dependientes.

Lea también: “Podemos deteriorarnos con los años, pero eso no significa perder valor"

 La autoestima y por lo mismo su percepción de felicidad en los adultos mayores se ve afectada por la inseguridad que viven a partir de las pérdidas asociadas a sus vivencias afectivas, físicas y sociales como la independencia de los hijos, pérdida del cónyuge, disminución de capacidades, salud, jubilación, baja de ingresos, soledad.

Con este entorno, su vida emocional sufre modificaciones que originan actitudes acerca de sí mismo y de los demás que pueden tener efectos negativos en sus relaciones y en el trato con otros.

 Los especialistas señalan que a partir de la autoestima en el adulto mayor, del concepto del propio valor, se proyectan la comunicación y las conductas que constituyen la base del mundo afectivo relacional. El refuerzo de la autoestima se sostendrá en el hecho de favorecer la apertura de la perspectiva desde sí mismo respecto a las metas alcanzadas, esfuerzos, logros y sabiduría de vida a partir de la experiencia (ampliar la autoimagen positivamente). Este refuerzo puede darse a través del aprendizaje acerca de la valoración de sí mismo y de la comunicación, lo cual favorecerá la adaptabilidad al entorno.

 Existen razones para creer que el ser humano viene al mundo con ciertas diferencias hereditarias en cuanto a energía, resistencia, predisposición a gozar o no de la vida.

La persona no nace con un concepto de autoestima, sino que este se forma y desarrolla progresivamente en la medida que se relaciona con el ambiente, mediante la internalización de las experiencias físicas, psicológicas y sociales que se obtienen durante el proceso de desarrollo.

La autoestima es algo que se aprende y, como todo lo aprendido, es susceptible de cambio a lo largo de la vida. Este concepto se forma primero y principalmente en la familia cuando se es niño, después interviene la escuela y a medida que se es adulto, los medios de comunicación, el entorno social y laboral, lo que la persona cree que los demás piensan de ella y lo que piensa de sí misma, son factores que juegan un papel fundamental en el mantenimiento y evolución del mismo. De ahí la importancia de un entorno positivo para los adultos mayores.

La baja autoestima de las personas de mayor edad se ve afectada desde la familia que le resta poder de decisión, que no valora su opinión y que en determinados casos le relegan a actividades de cuidado de nietos y lo que es peor, al abandono. Como sociedad esta realidad se reproduce de diferentes formas como la discriminación, exclusión y maltrato a los adultos mayores.

  Sacudir toda la basura que la sociedad ha tirado en los hombros de las personas adultas mayores y lograr que ellas sepan quiénes son en realidad, con sus defectos y virtudes, les permitirá vivir a plenitud, disfrutar la vida y llevarse bien con quienes las rodean.

De igual manera podrán encontrar un sentido a sus vidas, más allá lamentar por sus pérdidas y así podrán disfrutar más de sus potencialidades y cualidades, aceptando a la vez sus debilidades y sacando provecho de sus errores. (F)

Autopercibirse positivamente

El proceso de la autoestima contempla seis componentes, tres de tipo inferido, a saber: autoimagen, autovaloración y autoconfianza; tres conductuales de tipo observable: autocontrol, autoafirmación y autorrealización. A continuación, los estudiaremos en relación con la persona adulta mayor, según una publicación de la revista Apuntes del Instituto de Estadios Sociales de Costa Rica.

Se entiende por autoimagen “verse a sí mismo, ni mejor ni peor, sino como la persona que realmente es”, es decir, apreciar las virtudes y defectos y reconocer los errores. En el caso de las personas adultas mayores, muchas de ellas en su niñez, recibieron el trato despiadado y cruel de sus amigos, familiares y padres respecto de su aspecto físico, por lo que han llegado a creer que las personas más hermosas son las más apreciadas y, como todos queremos ser apreciados, procuran ser personas que cumplen con los parámetros de belleza socialmente establecidos. Unido a estas experiencias del pasado, la persona adulta mayor se encuentra también con los estereotipos que dicen que “la vejez es fea”, “que ser viejo  es deteriorarse”, por lo que la percepción de sí misma se ve afectada, ya que no puede visualizarse en forma realista, sino que solo tiende a ver sus defectos, sus carencias y desatiende sus cualidades y valores.

También afectará su autoestima las ideas que proyecte para sí mismo: “soy viejo y feo”, “estoy arrugado”, “no sirvo para nada”. “Autopercibirse positivamente incluye una aceptación física de la imagen corporal, de los cambios por la edad, y en lo social, que los otros acepten esa mujer (persona) mayor como un ser útil y valioso”.

Percibirse de una forma positiva no es fácil, pues se ve influido por los estereotipos que maneja la sociedad. Esto hace necesario que por diversos medios, se logren establecer espacios para que las personas mayores puedan verse tal y como son.

Al compartir un diálogo intergeneracional, con estudiantes universitarios y grupos de mayores, estos al principio se visualizan solo por sus carencias, logran al final del proyecto ver también sus virtudes, incluso encontrar algunas que no creían poseer y que hasta ese momento afloraron ante sus ojos. “Apreciarse como una persona importante para sí misma y para los demás” o autovaloración, significa autoaceptarse y autorrespetarse, percibirse con agrado y valorarse positivamente ante su propia imagen. Para las personas adultas mayores, a quienes la sociedad les ha aplicado frases como “Los viejos son estorbos, roban aire”, no pueden creer en su valor y menos considerar que el mundo es un lugar mejor porque ellos están ahí, incluso no piden ayuda para no ser un estorbo. ¿Cómo ser felices así?

Consejos

Potencie su autonomía. Cuando nuestros familiares piensan que no somos capaces de realizar alguna actividad o de mejorar en algo, acaban dándonos más ayuda de la que necesitamos, haciéndonos más dependientes de lo que somos.

Acepte sus limitaciones. Los años han pasado y no se puede exigir lo mismo que tiempo atrás. Es natural e inevitable así que no se sienta mal por ello. Hay que ser  realistas.

Éxitos en el día a día. Cada vez que logre algo, siéntese realizado consigo mismo, llame a un familiar para contárselo o comparta su experiencia con otros de su edad.

Siempre positivo: Trate de enfocarse en lo positivo en vez de en lo negativo. Actuar positivo mejorará su imagen.
Asuma decisiones. Su opinión es importante y merece respeto en todo momento.

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