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La Estrategia Nacional para la Igualdad y Erradicación de la Pobreza indica que según el censo de población y vivienda 2010, la población adulta mayor está entre los grupos más vulnerables

El maltrato en la vejez continúa desapercibido

El maltrato a las personas adultas mayores está invisibilizado, mientras el envejecimiento acelerado de la población ha creado nuevas formas de disfrutar esta etapa de la vida, con mayor independencia y calidad de vida. Foto: Roberto Chávez
El maltrato a las personas adultas mayores está invisibilizado, mientras el envejecimiento acelerado de la población ha creado nuevas formas de disfrutar esta etapa de la vida, con mayor independencia y calidad de vida. Foto: Roberto Chávez
13 de junio de 2015 - 00:00 - Kléver Paredes B.

En una parroquia rural del Distrito Metropolitano de Quito, en Perucho, está Zoila con sus 90 años. Sus días transcurren entre la soledad y el abandono de sus familiares. Su única propiedad la entregó a una nieta que la visita de vez en cuando. Unos días come, cuando alguien le regala algo, otros no.

 En el norte de Quito, María de 79 años espera que algún conductor de bus “tenga la bondad” de detenerse y así pueda llegar hasta la terminal del trolebús. Sabe que le esperan 50 minutos de viaje en medio de empujones y de pie, porque nadie le cederá el puesto.

En un hogar de ancianos, también en el norte de Quito, está otra María. Un día la dejó ahí su hijo y nunca más regresó. Su mirada todavía se aferra a la puerta de ingreso o, mejor dicho, de salida.

En cientos, quizá miles de familias, en este momento, existen mujeres y hombres de avanzada edad dedicados a labores domésticas, al cuidado de nietos, sin otra alternativa de vida, sin opción de elegir, sin que su palabra sea valorada o respetada porque son viejos.

 Son cuatro ejemplos y formas de maltrato a personas adultas mayores ante la mirada indiferente de la familia, la sociedad y los Estados. Parecería que estas situaciones son parte “normal” de la vida en la vejez, algo natural y aceptable.

 En dos días de publicarse este artículo, el 15 de junio se celebrará el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, fecha que pasa casi inadvertida en el país, al igual que la vida de las Marías o la soledad de Zoila.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el maltrato a las personas adultas mayores “constituye una violación de los derechos humanos e incluye el abuso físico, sexual, psicológico, emocional, financiero y material, así como el abandono. Incluye además la pérdida de dignidad y respeto”.

 La falta de políticas que garanticen la calidad de vida de los adultos mayores es otra forma de maltrato. En su vejez deben trabajar para sobrevivir. Foto: Marco Salgado / El Telégrafo

El maltrato en la vejez existe en los países considerados en desarrollo y también en los desarrollados y por lo general no es visible en grado suficiente en todo el mundo. En unos pocos países europeos hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre el 1% y el 10%. A nivel del mundo, en cambio, se estima que entre el 4 y el 6% de las personas mayores ha sufrido alguna forma de abuso y maltrato.

 Aunque la magnitud del maltrato a las personas de mayor edad se desconoce, su importancia social y moral debe tomar fuerza en todos los países para la protección y ejercicio de sus derechos.

 Hace 30 años las sociedades alrededor del mundo negaban la existencia de violencia contra la mujer y el maltrato infantil. La evidencia surgió a través de investigaciones, militancia, organización y lucha de la sociedad civil que presionó para la acción desde los gobiernos. El abuso y maltrato a los adultos mayores parece predestinado a seguir el mismo camino.

 El 15 de junio como Día Mundial de la Toma de Conciencia Abuso y Maltrato en la Vejez fue elegido por la Naciones Unidas mediante resolución de la Asamblea General del 19 de diciembre de 2011, debido a que la población mundial de las personas mayores de 60 años llegará a 1.200 millones en 2025.

 Para los adultos mayores las consecuencias del maltrato son muy graves. Se trata de personas físicamente más débiles y más vulnerables que los adultos más jóvenes, sus huesos son más quebradizos y los procesos de convalecencia son más prolongados. Una lesión relativamente leve puede causar daños permanentes. Eso en la parte física, sin embargo, en lo psicológico puede dejar huellas imborrables.

 El maltrato de las personas mayores se puede cometer tanto por acción como por omisión, intencional o no. Cualquiera que sea el tipo es indudable que la persona será víctima de sufrimientos innecesarios, de lesiones o dolor, pérdida o violación de sus derechos humanos y deterioro de su calidad de vida.

 La calificación de una conducta como maltrato, descuido o explotación dependerá, probablemente, de la frecuencia con que se produzcan, su duración, gravedad y consecuencias, y, sobre todo, del contexto cultural. Frente a esta situación cada vez se unen más voces de protesta, en todo el mundo.

 Por cuarto año, por ejemplo, se realiza la campaña “Mayores Demandan Acción”, con el objetivo de concienciar a la población sobre el maltrato que sufren las personas mayores e impulsar la creación de una convención sobre los derechos de las personas mayores.

Todos pueden participar de esta campaña a través de Twitter utilizando #WEAAD2015  #elderabuse   @helpage.

 Mayores Demandan Acción es liderada por HelpAge International, organización que apoya a las personas mayores para que reclamen sus derechos, se enfrenten a la discriminación y superen la pobreza y así puedan vivir de manera segura, digna, activa y saludable.

Desde Argentina, organizaciones de adultos mayores como la Fundación Rafam lanzaron campañas por el buen trato a los adultos mayores. Una de ellas: “ABRÁZAME, te necesito… abracemos al plantea”. La propuesta es abrazar a nuestros adultos mayores de todos los países y subir las fotos a las redes sociales. (F)

Datos

Esta Declaración es un llamado a la Acción. Faltan marcos legales. Cuando se identifican casos de maltrato de ancianos, con frecuencia no pueden abordarse por falta de instrumentos legales apropiados para responder a ellos.

La prevención del maltrato de las personas mayores requiere la participación de múltiples sectores de la sociedad.

Los trabajadores de la salud de atención primaria tienen un papel particularmente importante, ya que se enfrentan con casos de maltrato de ancianos en forma cotidiana, aunque con frecuencia no los diagnostican como tales.

Es vital la educación y diseminación de la información,  tanto en el sector formal (educación a profesionales) como a través de los medios de comunicación (combatir el estigma, abordar los tabúes y ayudar a eliminar los estereotipos negativos sobre la vejez).

El maltrato de las personas mayores es un problema universal. El victimario suele ser conocido por la víctima, y es dentro del contexto familiar y/o en “la unidad donde se proveen los cuidados”, donde ocurren la mayoría de los casos de maltrato.

Desplazar a las personas mayores de su posición como jefes del hogar y privarlas de su autonomía en nombre del afecto son normas culturales, aún en países en los que la familia es la institución básica y el sentimiento de deber filial es fuerte.

La “infantilización” y sobreprotección pueden hacer que la persona mayor se sienta aislada, deprimida y desmoralizada y suele considerarse como una forma de maltrato.

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