Los roles designan posiciones en las estructuras sociales, igual asignan funciones que cada persona intenta dar respuesta ante la expectativa de grupo.

El rol de “viejo” clásico, señala la investigación de la Fundación Pilares, correspondía a una concepción del ciclo vital dentro del sistema de producción. Definía una “cultura de edades” estructurada por la infancia y juventud; adultez y vejez.

La desigual posición de las mujeres debido a su reducido acceso al trabajo institucionalmente reconocido no suponía un problema en esta concepción porque sus proyectos vitales estaban supeditados a los de los cónyuges.

Este modelo de comprensión viene debilitándose hace tres décadas en España, debido a los cambios presentes en el sistema laboral. La vida laboral se define ahora por la inestabilidad a través de diferentes ocupaciones y los trabajadores son vistos como meras mercancías; ya no se genera una vinculación a la institución de trabajo como un proyecto de vida.

¿Cómo afecta esta cuestión a la generación estudiada? En España, señala el estudio, están frente a la primera generación de “consumidores”, una generación entre la ética de trabajo de sus padres y la estética del consumo de sus hijos.

Llegada la jubilación, estos sujetos no ven suspendido el único elemento que les define ante el mundo porque sus ideales se enfocan en sus estilos de vida, por lo que no adoptan un rol que les despersonaliza de las identidades que han construido a lo largo de sus vidas.