Ecuador, 14 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Zapata Mora lucha contra el olvido

El excampeón continental de boxeo conserva aún su parada de peleador y golpea de vez en cuando un viejo saco. Entre sus anhelos está fundar una escuela para enseñar a las nuevas generaciones.
El excampeón continental de boxeo conserva aún su parada de peleador y golpea de vez en cuando un viejo saco. Entre sus anhelos está fundar una escuela para enseñar a las nuevas generaciones.
Fotos: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
28 de enero de 2018 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

Yace el septuagenario con su historia en medio de la sala. Al fondo, en la cocina, su hija, Valeria, asoma la cabeza, trae una gallina bajo el brazo. El cacareo del ave se confunde por un momento con la voz de José Luis Zapata Mora, el excampeón continental, que esboza sus primeras sonrisas para el lente del diario público EL TELÉGRAFO.

La nieve es perpetua sobre la cabeza del expúgil, cuya vida comenzó a rodar en Quito en 1939. El 10 de diciembre de aquel año, al roce del primer aire empuñó por primera vez las manos, manos que 40 años después le permitirían ser el mejor peso mediano de América, a punta de estrellar golpes contra el chileno Julio Medina.

Aquel recuerdo esculpe gestos de alegría en Zapata, conocido en el mundo del boxeo como Luis Mora. Se entusiasma, saca de la mente aquella película. El coliseo Voltaire Paladines Polo de Guayaquil está repleto. Indiferente a los silbidos y gritos, se ve contra las cuerdas. Medina arremete con fuerza orgásmica sobre el cuerpo hinchado de su adversario.

Se cumple el cuarto de los 12 rounds pactados. El sureño de agiganta, Mora atina apenas a mantener la guardia. Trata de evadir el castigo, retrocede. Suena la campana, el ecuatoriano descuelga los brazos, escupe el protector, resopla su cansancio. La voz de Édison, el hijo mayor del gladiador, es un estruendo.

—Vamos. ¡Qué pasa, papá! Contraataque!

—No me da chance, pero si se descuida... espero que se descuide.

La campana reanuda el pleito. Mora es cerebral, permite que Medina siga atacando. Contragolpea. Estalla el un dos en la cabeza del oponente. Medina se sacude. Descarga un jab. El chileno se tambalea. El ‘tricolor’ remata. El adversario cae pesadamente. Los aficionados se ponen de pie. El conteo llega hasta cinco. Medina se reincorpora. La campana evita un nuevo cruce de hostilidades.

En el sexto asalto, el visitante intenta tomar el dominio de las acciones. Una avalancha de jabs y ganchos estremecen la estructura del ecuatoriano.

—¡Aguanta, papá, aguanta!

Mora rastrilla, dispara. Un veloz uno-dos da en el blanco. Impacta de lleno su derecha en el mentón del chileno... se derrumba. ¡Pack! Su cuerpo rebota en la lona. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... esta vez el coro victorioso completa los 10 ecos. ¡Mora es el nuevo campeón del continente!

Los abrazos, los flashes, la premiación. Tras recibir la faja del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), es alzado en hombros por los presentes.

En la última escena de esta película pasa por el camerino de Medina, lo ve recostarse tras sacarse las zapatillas. Corría diciembre de 1979.

Aterriza en el presente. Para mostrar parte de su habilidad, baja unos guantes que tiene colgados sobre uno de los sillones. Los desenreda, pide ayuda para ponérselos.

Hace sombra. El uno dos era su arma favorita. Como el tenista que requiere una red o el futbolista que necesita un arco, el boxeador quiere llegarle a algo con sus puños. Pasa al patio, donde, de un gancho, desempolva un cuchimbolo.

Ese saco motiva otros recuerdos, tal vez no tan gratos. Desde que terminó su carrera aspira a montar un gimnasio y, a través de una academia, forjar a las nuevas figuras de este, el deporte de las narices chatas y orejas de coliflor.

¡Ja, ja, ja! Ríe de buena gana. Se envanece. Aquella frase nunca le cupo. Su resistencia al castigo de los antagonistas, la dureza de su musculatura, le dejaron casi intacto o al menos sin cicatrices evidentes. “Nunca me torcieron la nariz, tampoco me dañaron las orejas”, dice con el tono del niño que sale a jugar tras cumplir las tareas.

Retoma la conversación acerca de su proyecto de escuela, tema insoslayable para él ante cualquier micrófono o filmadora que se le ponga en frente.

Esa —cree— sería una manera de descubrir nuevos talentos dentro del boxeo o, cuando menos, infundir los valores y la salud que trae consigo toda disciplina de combate.

No se siente ni más ni menos que los entrenadores que tiene la Federación Deportiva de Santo Domingo de los Tsáchilas, pero su plus —expresa— es tener experiencia en el boxeo profesional y no únicamente en el amateur.

Enfatiza que no desea el gimnasio para lucrar ni para residir, para eso tiene su pensión de $ 400 y la casa que se compró tras jubilarse en el Municipio de Santo Domingo en 2012.

Otro ámbito que le apasiona es el del reconocimiento, a su juicio, fuera de algunas placas recordatorias, no goza de un homenaje palpable y perenne, como el de un sueldo vitalicio.

En 2008 llevó a la Asamblea Nacional Constituyente una petición de reforma en la Ley del Deporte en la que se incluían salarios de por vida para los exponentes con títulos internacionales. Teme que esta ni siquiera haya sido considerada.

“Se la quise entregar al presidente de la constituyente, pero me dijeron que se la dé a un asesor. Creo que allí se quedó”, lamenta.

“Pienso justificada la pensión vitalicia porque no hay cómo medir hasta dónde un deportista es amateur. Yo ganaba dinero como peleador profesional, sí, mas en la actualidad a los atletas más destacados les apoyan con becas, ganan dinero por dedicarse a su actividad, pero en una persona como yo, ¿quién invirtió? Nadie apoyó nuestra formación”, argumenta.

José Luis Zapata Mora nació en Quito, vivió un tiempo en Ambato, pero se forjó en Santo Domingo. Arrendaba, hasta que se compró una casa en la cooperativa  de vivienda Darío Kanyat. Allí recibió a un equipo de diario EL TELÉGRAFO.

Un suspiro lo lleva a los albores de su carrera. Cuenta que perteneció al Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo hasta 1959. La entidad fue creada entre 1954 y 1955.

Acto seguido, saca del álbum un instante que lo llena de emoción: ser aplaudido por el entonces presidente de la República, José María Velasco Ibarra. “Era cachiporrero de los bomberos y le hice los honores”.

Santo Domingo era una parroquia rural de Quito y en el parque central (Zaracay), en el sitio donde ahora se levanta el palacio municipal, estaba la pensión Suárez. Junto a un pasamano, cerca de una ventanita, se armó la pequeña tarima que le serviría al mandatario para el discurso de rigor. “No usaba papeles, no leía cuadernos. Velasco era muy bueno para hablar”.

En aquellos años, el brioso joven también jugaba fútbol y ecuavóley. El pugilato lo aprendió de un señor Villarreal, quien instruía a los hombres de la casaca roja.

Era 1958, llegó a Santo Domingo el ‘Tigre Esmeraldeño’ Jesús Caicedo Quiñónez, quien, para efectuar una exhibición en el Teatro Universal, pidió contendientes de entre el público. Tras dar sendas palizas a los dos primeros, Zapata pidió turno.

Pasó lo impensable, de un contundente puñetazo, el aficionado sacó del cuadrilátero al ‘Tigre; los espectadores lo sacaron en hombros.

Ese fue el inicio de una dilatada trayectoria que contó con brillantes presentaciones en la década del sesenta, algunas de ellas en la Plaza de Toros Quito, donde compartió cartelera con Eugenio Espinoza, Jaime Valladares y Daniel Guanín.

En la primera ocasión, para evitar confusiones con otros púgiles de apellido Zapata que incursionaban en el boxeo amateur, los organizadores le pusieron Luis Mora, quedando perennizado así su nombre “artístico”.

Además de probar su poder a lo largo y ancho del país, peleó en Santiago, Lima, Cali, Buenaventura... Confrontó a émulos como los peruanos  Marcelo Quiñónez y Eduardo de la Cruz, los colombianos Carlos Valdez y Diego Bedoya, el chileno Fernando Manzur o el mismísimo Daniel Guanín.

Pero, tal cual los nubarrones ensucian la luz de un día soleado, aparecen las memorias oscuras. Zapata no hizo fortuna porque no reclamaba una paga adecuada a los promotores de las peleas.

Al principio solo recibía un sánduche con cola y solo tuvo representante, el español Ricardo Llaños, cuando salía al extranjero. No sabe cuánta plata se adjudicó Llaños en los enfrentamientos que concertaba a su nombre.

Esta inestabilidad hizo que el púgil alterne su labor en el gimnasio con empleos como estibador de guineo y posteriormente chofer, con este último oficio se retiró de la vida laboral. Trabajó 32 años en el cabildo ‘colorado’, manejando en los últimos tiempos un camión recolector de basura.

Con el dinero de la jubilación adquirió la casa ($ 20.000) y un tanquero Hino FB, modelo 1995. Ese vehículo le permite aumentar los ingresos de su hogar.

Su pareja actual, la lojana Mercedes Yaguana (57 años), le agradece a Dios porque con ella, don José Luis se “compuso”. Y es que si no aprovechó la fama para hacer fortuna, sí lo hizo para conquistar a sus admiradoras. Nunca se casó, pero tuvo muchas mujeres, tantas que engendró 18 hijos.

Esta culpa “inocente” le hace tragar saliva. Su descendencia ha crecido tanto, que no recuerda con exactitud la cantidad de nietos y bisnietos. “Debo tener unos 28 nietos y unos ocho bisnietos”.

Mercedes indica que siempre fue detallista, tras dar a luz al primero de los tres hijos que procreó con él, Zapata le dedicó una serenata. No son pocas las noches en las que llegaba con flores. “Desde hace algún tiempo ya no toma, antes se emborrachaba con los amigos”.

Ella compara el carácter de los boxeadores con el de los policías, por más que no estén con el uniforme siempre quieren hacer prevalecer su autoridad.

Valeria (25 años) y Leonela (24 años), las dos hijas que los visitan con frecuencia, se sienten orgullosas del progenitor. Un hombre alegre que es saludado en la calle por quienes aún recuerdan sus hazañas en el ring. Parece que el olvido será su último adversario, no quiere dejarse vencer por él.

La mañana avanza. Valeria asoma de nuevo en la cocina, la gallina ya está muerta y pelada. Será el alimento para un día más en la vida del excampeón. (I)  

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media