Este verano en Barranquilla (Colombia), cerca del río Magdalena que tanto mencionó en sus obras el escritor colombiano Gabriel García Márquez, la mexicana Madaí Pérez vivirá una experiencia casi de realismo mágico: correr suave para poder ganar.

Con 18 maratones en sus piernas, entre ellas la de Chicago 2006 en donde se convirtió en la hispana más veloz de la historia al registrar un tiempo de 2h22m29s, Pérez apostará el próximo 3 de agosto a ganar los 42 kilómetros 195 metros de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, pero la prueba será lenta y la atleta estará obligada a correr despacio, para hacerse del primer lugar.

“Los entrenamientos me están costando trabajo. A veces tengo poca paciencia y tiendo a acelerar la marcha. Mi entrenador debe estar vigilante para corregirme porque si quiero ganar en esta ciudad (Barranquilla) deberé correr lento”, explica en una entrevista a la Agencia EFE la deportista mexicana.

En sus participaciones en maratones anteriores, la mexicana ha competido contra sí misma y su soledad. Se ha concentrado en las buenas marcas y ha escogido como rivales a las mejores del mundo, lo cual le ha permitido bajar dos veces de 2h 25, pero aún no ganó su primera carrera de 42 con 195.

“Cruzar la meta en primer lugar es maravilloso pero solo si diste todo y para mí vencer significa salir a mejorar mis marcas y para eso debo corregir la técnica y el estilo. Ahora será diferente, la prioridad es darle la medalla de oro a mi país”, asegura.

Con un calor luciferino (33 grados centígrados), humedad elevada (74%) y rivales no tan veloces pero sí hábiles para manejar los ritmos (en especial las africanas), el maratón de los juegos regionales será casi inhumano y Madaí sabe que su única oportunidad de ganar es con paciencia para entrar en el desconocido mundo de las que corren maratones, a una velocidad de casi cuatro minutos por kilómetro y un nivel de concentración y fuerza mental únicas en esta disciplina.

Madaí será una de las figuras más emblemáticas de la delegación mexicana a los Juegos Centroamericanos y del Caribe y aunque la marcan desde ya como favorita para ganar la prueba, no lo es porque la competencia transcurrirá en condiciones azarosas y la atleta deberá domesticar su instinto.

Hace casi tres años Pérez fue sometida a una intervención quirúrgica de tendón de Aquiles de la cual salió fortalecida y en octubre de 2017 quedó cuarta en Chicago con 2h 24:44, un registro que la mantiene entre las mejores del mundo a los 38 años.

En la entrevista con EFE reconoce que todo tiene un ciclo y está en la parte final de su carrera deportiva por lo que quiere disfrutar de manera plena la despedida de su gran amor deportivo: la carrera de maratón.

“A estas alturas la planificación es la clave, el entrenador debe ser fundamental y sacar provecho de mi experiencia porque sé manejar mejor la distancia. Quiero disfrutar lo que queda y después de Barranquilla buscaré volver a correr duro en Chicago (EE.UU.)”, dice.

En octubre Pérez tomará la salida cerca del lago Michigan para volver a retar en Chicago a africanas, asiáticas, europeas y estadounidenses de primer nivel con edad para ser sus hijas.

Antes, en las cercanías del río Magdalena en Colombia, tendrá uno de los retos más duros de su vida.

“En Barranquilla tendré que ser fría y aguantar el paso. No puedo hacer ninguna tontería porque pondré en riesgo el oro”, reconoce, convencida de lo duro que será vencer a rivales inasibles y traicioneros como lo son el calor, la sed, el cansancio y la humedad.

Pérez nació el 2 de febrero de 1980 en Hueyotlipan. Desde pequeña mostró habilidades para el atletismo iniciando su carrera a los 13 años, en los 3.000 metros. A los 18 había corrido todas las pruebas de fondo. (I)