Bajo la presión de sus aliados y luego de que Brasil mostrara al mundo que es un país en llamas, con ministerios incendiados en una protesta, el presidente Michel Temer dio marcha atrás y revocó el decreto por el cual militarizó las calles de Brasilia.

La sangría de aliados de Temer se está registrando en el Congreso, aunque respaldan el actual proyecto económico de ajuste: quieren garantizar que seguirá el modelo, siga o no el actual presidente.

“Es un gobierno que se termina, el gobierno que acude a esto es porque no tiene salida, no por los escándalos, sino porque no tiene legitimidad popular. Por eso pedimos elecciones”, dijo el diputado Alexandre Molón, del partido Rede.

El legislador fue el primero que presentó el juicio político contra el mandatario por negociar sobornos en una grabación que le hizo un empresario corruptor confeso. Ya son 13 los pedidos de juicio político.

Temer publicó en el Diario Oficial de la Unión el cese del patrullaje de las Fuerzas Armadas tras la manifestación gigantesca que derivó en represión y en la depredación de ocho ministerios.

Siete personas fueron heridas y 49 detenidas el miércoles, día de furia contra el gobernante.

El ministro de Defensa, Raúl Jungmann, dijo que “la gobernabilidad no fue afectada” con la militarización.

Brasilia amaneció militarizada, en lo que analistas citaron la dictadura militar que se terminó en 1985 luego de 21 años.

Temer recibió presión de sus aliados: le dijeron que no lo iban a sostener en el Congreso si mantenía esa medida, considerada impopular y una imagen pésima ante el mundo.

“Les traigo un mensaje del presidente Temer. Quiero decirles que no hay democracia sin orden. Dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada”, expresó el ministro de Defensa.

Esta frase en Brasil significa no convocar a elecciones en caso de renuncia y sí seguir el rito constitucional, de que el Congreso elija al sucesor hasta el 31 de diciembre de 2018.

El Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB) de Temer está dividido: el jefe del bloque del Senado, Renán Calheiros, pidió la renuncia del presidente.

El resto del bloque se quedó con Temer, sobre todo para arroparlo por las graves acusaciones en su contra.

Nombres son barajados para una eventual sucesión, entre ellos el senador Tasso Jereissatti, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002). También Rodrigo Maia, conservador y número dos del país, jefe de la Cámara Baja.

En el marco del revuelo institucional, la expresidenta Dilma Rousseff presentó un recurso ante el Supremo Tribunal Federal para anular el juicio político que la destituyó.

La exmandataria argumentó que el dinero que fue pagado a los aliados de Temer como sobornos le sirvió para tener unidad frente al juicio político que la sacó del poder.

El caso ya fue rechazado anteriormente y nadie apuesta a que la corte acceda a ello. (I)