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El Jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, mantiene una mínima ventaja sobre el resto de candidatos

Podemos y Ciudadanos pondrían fin al sistema bipartidista en España

El líder de Podemos, Pablo Iglesias (centro), aglutina, según especialistas, la esperanza del cambio de rumbo. Foto: tomada del flickr de Podemos
El líder de Podemos, Pablo Iglesias (centro), aglutina, según especialistas, la esperanza del cambio de rumbo. Foto: tomada del flickr de Podemos
15 de diciembre de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Las elecciones generales más trascendentales e imprevisibles de las últimas décadas en España encaran la recta final. Por primera vez desde 1977, el ganador de los comicios del próximo domingo deberá pactar con alguno de sus principales rivales si desea gobernar. Así lo indican todos los sondeos, que desde mañana dejarán de publicarse por orden de la ley electoral en el país.

En esta desaforada carrera política por llegar destacado a La Moncloa, el conservador Mariano Rajoy mantiene una exigua ventaja sobre el resto de candidatos pese a ser el segundo presidente peor valorado de la democracia, solo superado por José María Aznar.

Pese a las evidencias de que el fin del sistema de alternancia bipartidista ha llegado a España, el aún líder del gobernante PP mantiene su convencimiento en que solo dos fuerzas políticas con experiencia como su propio partido y el PSOE de Pedro Sánchez están capacitadas para dirigir un país que ha sufrido una sangría económica y social difícil de superar. Rajoy se ha negado a cruzar palabras con los candidatos de las dos jóvenes formaciones que aspiran a demoler las viejas estructuras políticas heredadas de la dictadura franquista y modernizar el Estado. Aguijoneados por la cobertura que las televisiones les han brindado en sus horarios de máxima audiencia, tanto Albert Rivera al frente del neoconservador Ciudadanos, como Pablo Iglesias con la coalición izquierdista Podemos han conseguido atesorar miles de seguidores a base de redoblar el calibre de sus ataques contra el actual presidente y el aspirante socialdemócrata que ayer se enfrentaron cara a cara en el último debate programado. Como vaticinaban los augurios electorales, la corrupción galopante y el desmantelamiento del Estado del bienestar están siendo el yunque que con más fiereza martillean los contendientes para arañar los votos que puedan decantar el resultado final. La mediática campaña española se encona.

Podemos aglutina las esperanzas de cambio del rumbo y de siglas en el Congreso de los Diputados, consciente de que el domingo puede romperse un esquema en descomposición y abrirse otro. Pero en España sigue planeando la incertidumbre sobre lo que puede pasar si gana las elecciones. Los sondeos le otorgan mayor apoyo del que tenía hace un mes y podría situarse como tercera fuerza en el Parlamento, que sería segunda si hubiera logrado confluir con la antigua Izquierda Unida. El ambiente que se respira no es, ni de lejos, el que existía cuando el PP y el PSOE descarrilaron en los comicios europeos del pasado año. El agotamiento de la recesión y la angustia del paro son tan absolutos en España que a muchos ciudadanos les da igual si tras las elecciones llega el fin del mundo. Algo similar a lo que sucede con Ciudadanos, la marca naranja que se autoproclama “liberal en lo económico y centrista en lo político” para absorber los miles de sufragios de centro-derecha desencantados con la alternancia bipartidista de los últimos 40 años.   

PP y PSOE, en todo caso, siguen centrando su campaña en el alarmismo y no ahorran metáforas. El presidente Mariano Rajoy, que anunció el domingo la concesión de la nacionalidad española al padre de Leopoldo López, pero obvió mencionar el bloqueo que mantiene a la llegada de los refugiados sirios que se comprometió a recibir, advirtió el domingo que si no gana el PP el país acabará “como Venezuela”.  

Pedro Sánchez, líder del PSOE, prefirió comparar el escenario electoral que se presenta con una gran conspiración contra su partido. La realidad es que el gran partido socialdemócrata que plantó cara a la derecha más visceral durante décadas en España es ahora un interrogante que se agarra a las previsiones de los sondeos para eludir el presagio de un descalabro histórico que muchos le auguran en privado. Sánchez aún no ha desvelado si prefiere a Podemos o a Ciudadanos como compañero de viaje en caso de necesitar apoyos para formar gobierno. (I)

Datos

Según el estudio de Metroscopia que publica el diario El País, el Partido Popular (PP) en el poder, se sitúa en primer lugar con un 25,3% de los votos que le otorgarían entre 105 y 112 escaños. Ahora tiene 186 escaños.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que lidera Pedro Sánchez, obtendría un 21% de votos que le reportarían entre 85 y 94 escaños, con lo que caería de los 100 escaños. Hasta ahora tiene 110 diputados. La mayoría absoluta se obtiene en el Congreso con 176 escaños, ya que son en total 350 diputados.

Podemos, que encabeza Pablo Iglesias, con el 19,1%, lograría entre 55 y 64 escaños, mientras que Ciudadanos, liderado por Albert Rivera, con un 18,2%, ganaría entre 53 y 67 diputados.

El estudio de Sigma Dos para el diario El Mundo también da ganador al partido de Rajoy con el 27,2% de los sufragios, con lo que tendría entre 114 y 119 escaños del Congreso, y el PSOE lograría el 20,3% de los votos, que le daría entre 76 y 81 escaños. Por su parte, Ciudadanos tiene una intención de voto del 19,6% (entre 62 y 69 escaños) y Podemos, 18,4% (entre 56 y 60 diputados).

A menos de una semana del voto, la tasa de indecisión sigue siendo alta, en torno al 25% según varios institutos. 

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