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El Telégrafo
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Los sindicatos están en pie de alerta por sus puestos de trabajo

Petrobras habría perdido $ 35.000 millones en 2014 (Galería)

Los trabajadores de la petrolera estatal brasileña Petrobras protestan al frente del edificio de la empresa en Río de Janeiro. Foto: AFP
Los trabajadores de la petrolera estatal brasileña Petrobras protestan al frente del edificio de la empresa en Río de Janeiro. Foto: AFP
05 de febrero de 2015 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en poco más de 30 días de su segundo mandato está viviendo todo lo contrario a una luna de miel, como se conoce al período en el cual el ambiente político se relaja para que el mandatario ejecute políticas sin muchas restricciones.

La caída de la presidenta de la compañía estatal de petróleo Petrobras, María das Graças Foster, y la victoria de un opositor ultraconservador en la presidencia de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, marcaron los 35 días desde que Rousseff inició su segundo mandato.

Al mismo tiempo, abogados y juristas vinculados a la oposición y al expresidente Fernando Henrique Cardoso dejaron trascender a la prensa que reúnen opiniones constitucionales sobre un posible juicio político a Rousseff sobre su posible omisión en el megaescándalo de Petrobras, que ayer derribó nada menos que a Foster de la presidencia de la petrolera.

Foster, una funcionaria de carrera cuya infancia transcurrió en las favelas de Río de Janeiro y se convirtió en una reputada ingeniera química experta en energía y mano derecha de Rousseff, renunció 2 meses después de presentar los resultados del tercer trimestre de 2014 de la empresa, con números en rojo, y además con una pérdida de $ 35.000 millones correspondientes a contratos sospechosos de corrupción.

Tres exdirectivos de Petrobras y una decena de ejecutivos de empresas constructoras están detenidos por haber desviado, robado y cobrado sobornos por lo menos desde 2004 en las megaobras de Petrobras. El delator del caso, Paulo Roberto Costa, exdirector de Petrobras, dice que cobraba el 3% de sobornos y que parte de eso iba para los partidos políticos de la coalición de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

El ministerio público federal estimó en $ 891 millones el dinero robado por los directores en concepto de sobrefacturación y sobornos que las empresas pagaban para ganar millonarias licitaciones, sobre todo en refinerías.

Foster la semana pasada anunció el cese de la extracción petrolera ante el escándalo, lo cual se venía dando a raíz de la investigación judicial iniciada a comienzos de 2014 contra directivos que fueron desalojados de sus puestos en 2012. Los sindicatos están en pie de alerta porque peligran grandes proyectos que emplean a más de 12.000 personas en varios polos petroquímicos del país.

“Lo que está en juego es la credibilidad del mercado. Dilma debería cambiar la ley petrolera que es de división de lucros, y volver al sistema de regalías”, se sinceró el exministro de Economía Mailson da Nóbrega, padre de la hiperinflación de los años 80 y ahora consultor reputado en las radios.

El presidente del PT, Rui Falcao, reclamó la continuidad del proceso de nacionalización de la industria petrolera iniciada por Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y la política de mantener a Petrobras a cargo de los megayacimientos submarinos descubiertos en 2007.

Según Falcao, Rousseff se recostó en dirigentes sin peso del PT e hizo designaciones inimaginables antes de las elecciones, como fue la de ministra de Agricultura a la terrateniente Katia Abreu, enemiga declarada de las reservas indígenas y de la reforma agraria.

Rousseff también anunció un ajuste de $ 30.000 millones en el gasto corriente con su nuevo ministro Joaquim Levy, un neoliberal que fue colocado para recuperar confianza en los inversores tras un año 2013 con crecimiento cercano a cero pero a la vez con desocupación en el piso histórico del 4,7%.

El ajuste y el fin de algunos subsidios prometidos por el ministro Levy irritaron a los sindicatos, principal motor del partido fundado por Lula, quien actúa tímidamente de bombero ante movimientos sociales.

El mismo día que su ministra Abreu se casó -con Rousseff como madrina del matrimonio-, en el Congreso la mandataria sufría una estrepitosa derrota contra aliados y enemigos que eligieron a Eduardo Cunha como presidente de la Cámara de Diputados por los próximos dos años.

Cunha ya avisó que está en contra de la reforma política que encabeza el PT y que apunta a eliminar el aporte privado a las campañas.

Y que su mayor batalla favorece al apetito de los grandes medios opositores, como la cadena Globo. Adelantó que por sus narices no pasará ninguna ley sobre los medios de comunicación.

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