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El Telégrafo
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Los progenitores llevan las fotos de los desaparecidos y un número de contacto

Padres de los 43 normalistas recorren los caseríos de Guerrero (Galería)

Los padres de los normalistas desaparecidos, en septiembre de 2014, no caminan solos. Los acompañan maestros combativos del estado de Oaxaca. Foto: Paula Mónaco Felipe
Los padres de los normalistas desaparecidos, en septiembre de 2014, no caminan solos. Los acompañan maestros combativos del estado de Oaxaca. Foto: Paula Mónaco Felipe
17 de enero de 2015 - 00:00 - Paula Mónaco Felipe

Son como pequeños puntos que suben y bajan por inacabables cerros redondeados. Parecen hormigas avanzando entre árboles y vegetación amarillenta. Son familiares de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa; junto a otros ciudadanos buscan a sus hijos en los alrededores de Iguala, donde fueron detenidos y desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014.

Son territorios dominados por el crimen organizado, zonas peligrosas donde se mueven narcotraficantes y hay fosas clandestinas, pero no llevan equipo especial ni armas para defenderse. Solo cargan con pequeñas mochilas, un botellón de agua y algunos machetes. Otros tienen linternas de poco alcance y honderas.

3 madres encabezan el grupo con los rostros de sus hijos en estandartes y playeras que han llevado siempre por delante durante los últimos casi cuatro meses. No caminan solas, a su lado van algunos estudiantes, maestros del combativo estado de Oaxaca y otras personas que llegan solas como Adán Cortés, el joven que irrumpió en la reciente ceremonia del Premio Nobel de la Paz, y Aurelio Reyes, un joven de baja estatura de 24 años de edad quien porta chaleco antibalas. “Me veo obligado a estar aquí. Mi conciencia me obliga a estar aquí”, explica.        

La seguridad está a cargo de la Policía Ciudadana y Popular (PCP), 10 hombres y una muchacha de la región Montaña, una de las zonas más pobres del estado de Guerrero. Son campesinos; llevan una hoz y varios machetes que en realidad son sus instrumentos de trabajo. Caminan en ordenadas filas y al detener la marcha se distribuyen para cubrir las espaldas de todos. Dan instrucciones usando unos pocos transmisores de radio donde dan las disposiciones en lengua náhuatl.

El calor pega duro, pero no detienen el paso. Son cerca de 100 personas y se dividen en pequeños grupos para “peinar” la zona. Recorren la colonia 27 de Septiembre, donde hay muchas casas y poco movimiento.  De ahí siguen a partes más despobladas como San Miguelito, La Laguna, San Antonio segunda sección y las faldas de Loma del Zapatero; caseríos dispersos en zona de fosas clandestinas.

“¡Buenas tardes señora! Les pedimos alguna información, si supiera de algo, si nos pudieran echar la mano. Perdón la molestia”, dicen al acercarse a hogares pequeños construidos con madera, láminas de zinc y desechos. Llevan volantes con fotografías de los muchachos y un número telefónico para contacto.

“Los buscamos por nuestros propios medios porque el gobierno no nos hace caso. Ellos nos dicen que están muertos y nuestro corazón nos dice que están vivos”, explica a los lugareños María Concepción Tlatempa, una de las madres de los desaparecidos.

Reconoce también que hay poco diálogo: “Se ve que tienen miedo. No quieren hablar, se les ve”.

Hay quienes  los rechazan visiblemente como una muchacha, quien después de recibir el volante lo rompe y tira al piso sin bajar la mirada, desafiante.

Cada vez que encuentran una construcción abandonada, los brigadistas se miran entre sí. Representa la posibilidad de encontrar algo y también el riesgo de que sea una “casa de seguridad” donde se recluye a personas secuestradas. Las madres se asoman por cada rendija para constatar lo que hay dentro.

“Las casas están muy solas. La tierra no está trabajada y no hay animales. Cuando hay gente honesta, trabajadora, se nota. Aquí no parece ser así”, dice Tepoztótl, comandante de la PCP. “Aquí está demasiado limpio el terreno”. “Por aquí sí pasan coches, está la huella”, van comentando y ante cada duda sale un pequeño grupo a investigar.

En una veredita del cerro cruzan  cuatro niños con uniforme de escuela primaria. Dicen no haber visto a los desaparecidos, pero cuentan que “luego suben camionetas por allá”, señalando un camino.

Una maestra local, integrante del Frente Igualteco, agrega: “Este terreno es mío, pero dejé de trabajarlo porque vi cosas malas. En junio en ese cerro encontraron 17 muertos”.  

Encuentran cintas amarillas de “prohibido el paso”, de esas que usan las autoridades.

Acostumbrados a observar en la montaña, los policías ciudadanos -que son campesinos- detectan que a lo lejos hay tres hombres armados y dos camionetas. Usan el lente de un fotógrafo para constatar que están siendo observados (al bajar se enterarán de que son policías excavando donde se ubicó una nueva fosa clandestina).

Después de 3 horas termina la primera búsqueda en las colonias más alejadas de Iguala.

Antes de retirarse del lugar seguro se topan con varios jóvenes que pasan cerca en diversos momentos. Algunos van en motocicletas, gritan y tocan la bocina sin parar. Son los llamados “halcones”, quienes reportan los movimientos al crimen organizado.

En la primera jornada de búsqueda ciudadana también salieron otras dos brigadas con destino secreto. Los familiares fueron acompañados por integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), policías populares con casi dos décadas de experiencia.

Padres, madres, hermanos y compañeros de los desaparecidos dicen que seguirán caminando cerros y remarcan que no buscan fosas sino a muchachos vivos.

No descartan que se encuentren secuestrados y obligados a trabajar para el crimen organizado, ya que cerca de esta zona están las mayores plantaciones de marihuana y amapola de México.

Detenido presunto sicario del cártel Guerreros Unidos 

Fuerzas de seguridad mexicanas detuvieron a un presunto sicario del cártel Guerreros Unidos señalado de ser uno de los autores materiales de la presunta masacre de 43 estudiantes desaparecidos en septiembre, informó ayer la Fiscalía General del país azteca.

Elementos de la Policía Federal y del Ejército detuvieron cerca de la medianoche del jueves a Felipe Rodríguez, alias ‘El Cepillo’, en el estado de Morelos (centro) y lo entregaron en la madrugada a la Fiscalía, donde hasta el cierre de esta edición se encontraba declarando.

En una escueta nota, la Fiscalía describió a Rodríguez como un ‘sicario’ de Guerreros Unidos y lo acusó de participar directamente en el crimen de los estudiantes, sin dar detalles. (AFP)

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