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España se niega a aceptar su cuota de asilados

Legalización migratoria en la UE es selectiva

Legalización migratoria en la UE es selectiva
22 de julio de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Organizaciones humanitarias, partidos políticos y plataformas ciudadanas de toda Europa acusaron ayer a España y a los países centroeuropeos de “insensibles” por bloquear el acuerdo comunitario sobre el reparto de los 32.256 demandantes de asilo, la mayoría sirios y eritreos, que aguardan un visado recluidos en campos de refugiados levantados en Italia y Grecia.

El Gobierno español sólo aceptará a 1.300 personas de las 4.288 que inicialmente le correspondía en función del sistema voluntario de cuotas acordado en junio por los 28 jefes de Estado de la Unión Europea (UE). El ministro del Interior hispano, Jorge Fernández Díaz, calificó de “mala” la solución propuesta por Bruselas y comparó el plan con la proliferación de goteras en un departamento. “Si se inunda la casa, la solución no es repartirse el agua, sino tapar los agujeros”, sentenció.

Estas declaraciones no sorprenden a organizaciones como Médicos sin Fronteras, el Comité español de ayuda al Refugiado (CEAR) e, incluso, la siempre neutral Cruz Roja, quienes vienen observando en el ministro una de las actitudes más restrictivas del continente con los refugiados que logran atravesar las fronteras europeas. “Desafortunada comparación con las flitraciones de agua las que ha realizado el ministro español”, tituló Manos Unidas una nota difundida ayer en España.

Se da la circunstancias de que, además de España, otro país que protestado de forma airada la cuota de refugiados que tenía asignada es Hungría. En este caso, su negativa ha sido absoluta ya que no tramitará ni un solo visado. En Hungría gobierna el conservador Viktor Orbán, un controvertido político de derecha que hace una semana anunció su intención de construir una valla metálica en la frontera con Serbia y tramita en el parlamento magiar una ley para tipificar como delito la entrada ilegal en su país de refugiados. Orbán está considerado como un dirigente próximo a la nueva ultraderecha centroeuropea con una cierta inclinación a provocar incendios diplomáticos como cuando defendió a principios de este año la instauración de “la pena de muerte” en su país. Su extremismo y animadversión hacia los migrantes es tan acusado que durante la cumbre europea celebrada en mayo, el presidente de la Eurocámara Jean-Claude Juncker llegó a ironizar delante de las cámaras de televisión al saludarle con un sorprendente “¡Hola dictador!”.

El CEAR considera “dramática” la situación en la que quedan los miles de refugiados recluidos en una decena de improvisados centros que se han levantado a lo largo del Mar Mediterráneo. Su responsable de incidencias, Nuria Díaz, aseguró hace unas semanas a El Telégrafo que “Europa tiene mecanismos suficientes para acoger a personas necesitadas de protección internacional como ocurre ahora”. En la reunión del lunes también quedó patente el discurso islamófobo de algunos Estados de Europa Central como Polonia, República Checa, Letonia, Lituania, Eslovaquia y Estonia, que mostraron sus reticencias a recibir refugiados de origen musulmán. “Al fin de cuentas somos un espacio de cultura cristiana”, declaró el Ministro de Asuntos Sociales de Estonia, el conservador Margus Tsahkna.

Su homólogo eslovaco, Robert Fico, argumentó que de aceptar a ciudadanos procedentes de Siria, Libia o Irak “sería fácil que se filtraran terroristas”, por lo que se mostró su disposición a dar acogida únicamente “a cristianos de Siria para evitar disparar los temores entre la población”. Parecida actitud muestra Polonia pese a dar el visto bueno a recibir a 2 mil migrantes. Para el 70% de los polacos, según una encuesta difundida ayer, la cifra es demasiado alta.

Ni siquiera en los países de centroizquierda como la República Checa la propuesta comunitaria ha sido bien digerida. El primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, anunció la decisión del gobierno de Praga de efectuar chequeos de seguridad a los refugiados que, si lo superan, serán recluidos en centros cerrados habilitados en la remota región montañosa de Beskidy.

Varias agrupaciones religiosas y ONGs han reaccionado ante la gravedad de estos mensajes recordando que, no hace mucho tiempo, eran los ciudadanos de esos países quienes buscaban refugio en Estados Unidos y el sur de Europa. “Es importante que no cerremos nuestros corazones. Nuestros antepasados también fueron refugiados”, subrayó ayer Gintaras Grusas, arzobispo de Vilna, en un demoledor comunicado destinado a los fieles de los países bálticos. (I)

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