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Lander: los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador buscan reivindicaciones históricas

Lander: los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador buscan reivindicaciones históricas
08 de diciembre de 2014 - 00:00 - Por Víctor Vimos, corresponsal en Lima

En Lima, desde el pasado 1 de diciembre, se desarrolla la COP20, cita internacional en la que representantes de más de un centenar de países debaten las causas y efectos del cambio climático, así como las acciones para enfrentarlo.

Paralelamente a esas discusiones, una agenda de eventos alternativos ha condensado tanta atención como el evento principal, pues en ella, varios de los invitados a la cita climática, participan en debates que buscan mostrar los cambios globales que a nivel de países y regiones se están viviendo en la actualidad, no solo en el tema climático sino político y cultural.

Uno de estos eventos, que mayor atención recibió en lo que va del encuentro, ha sido el diálogo entre dos figuras destacadas del pensamiento social latinoamericano: Edgardo Lander, sociólogo venezolano, y Aníbal Quijano, uno de los más destacados pensadores peruanos. 

Lander es uno de los más destacados pensadores y autores sobre la izquierda en Venezuela. Participa activamente en los movimientos sociales del continente americano que derrotaron el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCAN). Mientras que Quijano es un sociólogo y teórico político peruano. Actualmente es director de la cátedra América Latina y la Colonialidad del Poder en la Universidad Ricardo Palma, en Lima.

Llevada a cabo en uno de los paraninfos de San Marcos, la principal universidad pública del vecino país, la conversación entre estas 2 figuras giró en torno a las perspectivas que, a nivel de región, se proyectan los gobiernos progresistas.

Lander, profesor titular de Ciencias Sociales en la Universidad Central de Venezuela, señaló que el aparecimiento de gobiernos como los de Ecuador, Venezuela y Bolivia, está íntimamente ligado con una gramática política que busca reivindicaciones históricas.

“En nuestros países se impuso una modalidad de política que reconocía algunos sujetos que, de alguna manera, correspondían al imaginario de la política liberal de los inicios de la República, desconociendo por completo todo aquello que no cuadrara en esa política. Cuando se dan los procesos de independencia, a nombre del liberalismo y la libertad, está claro que, dado el carácter colonial de esta estructura, se generan procesos de exclusión de tal naturaleza que quien no es masculino, letrado, con recursos económicos abundantes y de piel blanca, no forma parte de la nueva ciudadanía de estos países independientes”, afirma.

Desde esa arista, conglomerados mayoritarios como el mundo indígena o afroamericano no son pensados como grupos posibles de construir futuro, quedando relegados al silencio y al anonimato.
Ese eje podría haberse extendido durante gran parte de la historia republicana de nuestros países, hasta que, determinadas circunstancias lo ponen en crisis.

Los cuestionamientos a los universalismos eurocéntricos, deslindados de Mayo 68, así como el afianzamiento de una conciencia clara sobre la diversidad como uno de los ejes fundamentales para el cambio de una sociedad, fueron dos motores definitivos a la hora de encausar la búsqueda del poder y el cambio social en Latinoamérica.

Los antecedentes más cercanos, de acuerdo a Lander, señalan el nacimiento de una solidaridad amplia entre países de la región como elemento fundante de la resistencia al sistema de dominación norteamericano.

“El papel de los pueblos de la región frente a temas como el ALCA, que atacaba a una amplia gama de derechos de la sociedad, puede ser uno de esos logros que anticipan la presencia de estos gobiernos. Otro evento importante es la organización del Foro Social Mundial”, apunta, viendo al último, como un evento capaz de aglutinar una serie de voces de actores políticos y sociales  hasta entonces  desoídos. Aníbal Quijano, director de la cátedra América Latina y la Colonialidad del Poder, apunta que, si bien los cambios obtenidos por estos desplazamientos históricos han sido amplificados al comportamiento del Estado, debe tenerse en cuenta que, en la región, por más que circulen discursos similares, no existe un modelo de Estado único.

“No se puede pensar que la palabra “estado” funcione de la misma forma para países como Venezuela, Ecuador o Perú, sino que es un término abierto, capaz de incorporar una serie de variables que expliquen la naturaleza política de cada uno de los lugares donde ejerce su poder”.

En esa misma medida, Edgardo Lander señala que, a pesar de que los Estados denominados progresistas han logrado sintonía con formas políticas desprendidas del amplio deseo de romper el eje de dominación internacional, pero no han logrado replantear horizontes de cambio que superen el límite de sus mecanismos de acción tradicional. “Si hacemos una lista de países de la región, y en una columna ponemos los nombres, y en otra, el tipo de materia prima de la que viven sus economías, nos daremos cuenta de que todos, sin excepción, son países que continúan viviendo de la venta de la naturaleza”, apunta.

Su afirmación es tajante y se ilustra con el tema venezolano. Lander reflexiona que si bien en su país la diferencia entre chavismo y oposición es abismal, existe una sola coincidencia entre los 2 bandos: “ambos apuntan al aumento de la extracción petrolera como fuente de economía”.

Desde estas perspectivas, países como Ecuador, Venezuela y Bolivia han dado luces claras de intentar abrir nuevas sendas de debate que busquen incluir horizontes alternativos de desarrollo.

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