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La idea de la CÁmpora es llevarlo de ‘a poco’

El heredero del ‘kirchnerismo’ despega su carrera política

El referente de la agrupación La Cámpora, Máximo Kirchner, se dirige a miles de militantes a quienes instó a apoyar a la presidenta Cristina Fernández, su madre. Foto: Telám.
El referente de la agrupación La Cámpora, Máximo Kirchner, se dirige a miles de militantes a quienes instó a apoyar a la presidenta Cristina Fernández, su madre. Foto: Telám.
28 de septiembre de 2014 - 00:00 - Marcelo Izquierdo, corresponsal en Buenos Aires

El ‘kirchnerismo’ piensa en su futuro post Cristina Fernández y quiere un Kirchner como su heredero a largo plazo. Máximo Kirchner, el hijo de la mandataria argentina y del fallecido presidente Néstor Kirchner, es el elegido para tomar las banderas ideológicas de una agrupación que enfrenta un camino cuesta arriba de cara a las elecciones presidenciales de octubre de 2015.

Máximo Kirchner tiene 37 años. Nació en la ciudad de La Plata, 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, el 16 de febrero de 1977, en plena dictadura militar. Tiene una mochila política muy pesada sobre su espalda: es hijo de dos presidentes y ha sido caricaturizado por la prensa opositora desde hace años como un joven ‘mudo’ y que pasa sus días jugando a los videojuegos. Desde la asunción de su padre en el 2003, Máximo ha tenido un perfil muy bajo y ha pasado la mayor parte del tiempo en Río Gallegos, en la Patagonia, donde su padre inició su carrera política, cuidando los intereses comerciales de la familia.

Pero Máximo Kirchner  acaba de dar el puntapié inicial de su carrera como orador, un rasgo distintivo de sus padres, en un acto de masas de  La Cámpora, el ala juvenil del oficialista Frente para la Victoria (FpV) que él mismo fundó para apuntalar al gobierno de Néstor Kirchner, primero, y al de su madre después. “En la política he llegado a una conclusión importante: no hay apellidos milagrosos”, dijo en una parte de su discurso ante miles de jóvenes en el estadio del club Argentinos Juniors.

Empero es indudable que en la política argentina los apellidos suelen tirar de carros pesados. El ‘kirchnerismo’ no levanta en las encuestas a casi un año de las elecciones. El complejo panorama que enfrenta el país, con un peligroso mix de estancamiento económico, alta inflación y una lucha abierta con los ‘fondos buitre’ por el pago de la deuda externa, ponen al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en una difícil encrucijada.

Los dirigentes oficialistas ‘presidenciables’ no se recuperan en las encuestas. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, no supera el 6% de popularidad, al igual que el favorito de la mandataria, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri. El mejor posicionado sigue siendo el gobernador bonaerense Daniel Scioli, un ‘kirchnerista light’ rechazado por el ala dura de la agrupación, en especial por La Cámpora y el entorno de la presidenta, pero que recoge alrededor del 20 por ciento de adhesiones en el promedio de varias encuestas recientes.

Pero hay algo que le juega a favor al ‘kirchnerismo’. En su peor momento, en los comicios legislativos de octubre del 2013, obtuvo un piso de poco más del 30% de los votos a nivel nacional, una base que muchos de los partidos de oposición desearían tener y con la cual aspira a ingresar en un balotaje en las próximas elecciones. La parte negativa es que todos los sondeos lo dan perdedor en una eventual segunda vuelta ante cualquiera de los candidatos de la oposición. Y por amplio margen.

Y entonces, ¿en qué casillero de este tablero político cae Máximo Kirchner? Su partida de ajedrez recién comienza. Apenas ha hecho su primera movida. En un principio, sus asesores midieron la posibilidad de lanzarlo como candidato a alcalde de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, como empezó su padre que fue jefe de gobierno de esa ciudad patagónica por dos períodos antes de ser gobernador y más tarde presidente. Pero el temor a una derrota sobrevuela en el ‘kirchnerismo’ provincial ya que los sondeos no lo mostraban muy bien posicionado. Y un revés en su propio feudo patagónico sería una cachetada muy difícil de disimular.

Por ello nuevos horizontes se abren para el hijo de Néstor y Cristina Kirchner. Como nació en La Plata, capital de la poderosa provincia de Buenos Aires, estaría en condiciones de presentarse como candidato a gobernador o, con un menor  compromiso, a  diputado nacional en una lista-sábana en la que estaría acompañado por varios dirigentes ilustres con los que compartiría responsabilidades. Aunque el Frente por la Victoria pierda las elecciones en territorio bonaerense, Máximo Kirchner tendría garantizado un lugar en el Congreso y, desde allí, comenzaría a tejer su carrera política con una mayor visibilidad. La idea, dicen a EL TELÉGRAFO fuentes  allegadas a La Cámpora, “es llevarlo de a poco”.

“Tiene posibilidades serias de ser candidato en la provincia (de Buenos Aires)” o  “en  Santa Cruz. Nació en La Plata y eso es buenísimo”, le abrió las puertas del territorio bonaerense el vicegobernador provincial, Gabriel Mariotto.

Ahora, todos los cañones de la oposición apuntan contra el hijo de la presidenta. Antes, porque no hablaba. Ahora, por lo que dice.  “Su madre le ordenó hablar en público para movilizar a La Cámpora” y  ahora tiene “el desafío místico de imitar a su padre”, escribió la revista Noticias. 

El ‘kirchnerismo’ ya piensa más allá del 2015.

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