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No se respetó la tregua humanitaria de 24 horas

El fin del Ramadán llega a Gaza bajo el fuego cruzado entre Israel y Hamás

Una mujer palestina se lamenta en medio de edificios destruidos en el distrito norte de Beit Hanun, en la Franja de Gaza. Foto: AFP
Una mujer palestina se lamenta en medio de edificios destruidos en el distrito norte de Beit Hanun, en la Franja de Gaza. Foto: AFP
28 de julio de 2014 - 00:00 - Agencias EFE/AFP

Las hostilidades continuaban ayer en la Franja de Gaza, donde el Ejército israelí respondía al lanzamiento de cohetes de Hamás, a pesar de que el movimiento islamita palestino anunció una tregua de 24 horas. Ambos bandos se responsabilizaron mutuamente de la continuación de las hostilidades, en detrimento de un eventual alto el fuego para permitir la celebración de la gran fiesta musulmana de Aid al Fitr, que marca el final del Ramadán.

Las explosiones se oían una detrás de otra en Shuyaiya, la zona cero de Gaza. “Están disparando a los edificios altos, a los que tapan la visión de los tanques”, mencionó Yusuf Saudi, un hombre de 35 años, que estaba sentado con un grupo de amigos a cien metros del hospital Al Wafa, que también está parcialmente destruido por los bombardeos que lanza el Ejército israelí.

En esta localidad no circulan coches y son muy pocos los transeúntes que se internan algunos metros, siempre adoptando todo tipo de precauciones. Un poco más adelante hay tanques y destacamentos de las tropas israelíes que aguardan las órdenes de sus jefes para avanzar.

“Ayer fuimos a ver nuestra casa aprovechando el alto el fuego”, comentó Saudi. “Ha sufrido un bombardeo. No se ha caído pero no podemos ir. El Ejército está demasiado cerca, no es seguro”. Sus amigos asienten mientras miran con curiosidad en dirección a las columnas de humo y comentan los acontecimientos de los últimos días. En los alrededores de la zona comercial de Al Saha hay tiendas abiertas, aunque en algunas partes son menos de la mitad. Se ven persianas cerradas y el número de paradas ambulantes es reducido si se compara con un día habitual. Muchos comerciantes han abierto por primera vez después de tener las persianas cerradas durante más de una semana.

“Esto no es una guerra. Los israelíes han molido Shuyaiya, a los civiles, no a los milicianos. Las milicias no solo tienen que hacer frente al Ejército sino a la comunidad internacional que les apoya y les da armas. Ya hemos pagado lo suficiente en esta guerra, ¿qué más quieren?”, expresó Haidar Hasa, que posee un comercio de moda, donde las ventas bajaron drásticamente en los últimos días.

Cada cual se prepara como puede para la fiesta de Aid al Fitr, con la que se pone fin al Ramadán, y en la que está prohibido ayunar. Las familias compran lo mejor que encuentran, la mejor comida, frutos secos y dulces, se visitan unos a otros y ofrecen a sus invitados lo que les permite su situación económica. “¿Cómo vamos a celebrar Aid al Fitr con más de 1.100 muertos y 6.000 heridos?”, preguntó Jaled Shawa, un carnicero en el mercado de Zawiya. “Esto no es una guerra, es un holocausto. Toda la franja está tan densamente poblada que caigan donde caigan las bombas habrá muertos o heridos, y en estas circunstancias no se puede hablar de fiesta”.

“He tenido que tirar muchos kilos de carne”, se quejó Shawa. “Como no hay electricidad no se puede mantener en el almacén durante mucho tiempo. Solo puedo comprar la que voy a vender cada día. Y la gente, como tampoco tiene nevera, compra la que va a consumir ese mismo día. No se puede comprar carne para dos días. Además, el matadero está cerrado”. La carnicería la estableció su abuelo hace 56 años, luego la heredó su padre y ahora la lleva Shawa, que es padre de diez hijos. El mayor tiene 46 años y vive en Alemania. “Israel quiere una tregua que le permita continuar con el embargo de Gaza, que le permita seguir matando a los palestinos y que le permita mantener al Ejército dentro de la franja”, comentó.

Quienes acuden a Shuyaiya apenas pueden reconocer sus calles, sus plazas, sus mezquitas, sus comercios y sus casas.

En la céntrica calle Nazzar de Shuyaiya huele intermitentemente a cadáveres en descomposición. Muchos de quienes se ven obligados a pasar por ella se tapan la nariz en un intento por evitar percibir el hedor que emana de entre los escombros. Otros respiran el aire vicioso sin ningún filtro. Las excavadoras han apartado hacia las aceras los escombros para permitir que circulen los coches.

El panorama es el horizonte de la desolación más extrema.

Cerca de 200 mil palestinos están desplazados

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó ayer sobre la creciente situación de emergencia humanitaria que vive la población de Gaza, donde cerca de 200.000 personas se han convertido en desplazados internos desde el inicio de la ofensiva militar israelí hace 20 días.

En un comunicado difundido ayer, la agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), señaló que unas 3.333 viviendas han sido total o parcialmente destruidas en la franja, “produciendo cientos de muertes de civiles y desplazando a los supervivientes”, que contabilizó en 200.000 personas.

La población desplazada es alojada en hogares de familiares o escuelas de la ONU que se encuentran desbordadas. Estas escuelas-albergue, según las previsiones iniciales, tenían capacidad para acoger a unas 50.000 personas, cifra que se ha visto ya duplicada en los últimos días y ha obligado a la OCHA a establecer dentro de sus prioridades humanitarias la ampliación de la respuesta a este grupo.

La ya deteriorada situación que vivíanlos palestinos que vivían en la franja después de ocho años de bloqueo israelí se ha agravado en los últimos 20 días desde el comienzo de la operación ‘Margen Protector’.

 

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