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El Congreso entierra investidura de Sánchez

El líder del partido de izquierda Podemos, Pablo Iglesias (der.), junto a Íñigo Errejón, miembro de la agrupación, durante una sesión en el Parlamento español.
El líder del partido de izquierda Podemos, Pablo Iglesias (der.), junto a Íñigo Errejón, miembro de la agrupación, durante una sesión en el Parlamento español.
Foto: AFP
05 de marzo de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

De nada sirvió la asfixiante presión mediática ejercida en los dos últimos días sobre Podemos y el resto de partidos de izquierda. El aspirante del Partido Socialista (PSOE), Pedro Sánchez, la segunda fuerza política de España con 90 diputados de los 350 que componen el Congreso, fracasó en su intención de ser investido presidente del Gobierno.

El pacto suscrito hace dos semanas con los liberales de Ciudadanos ha sido un obstáculo insalvable para los 71 representantes de formaciones progresistas. Los 219 votos negativos redujeron a cenizas la estructura de cambio que PSOE y Ciudadanos, con el apoyo final de la única representante de Canarias, sustentaron sobre 131 votos afirmativos. Tras este varapalo a la alianza entre socialistas y liberales se abre un horizonte de sombras para España. Por delante, 60 días de plazo para que alguien logre combinar la fórmula mágica que abra las puertas del Palacio de la Moncloa. En caso contrario, deberán repetirse las elecciones generales.

El desenlace de esta segunda sesión de investidura, la que permitía la victoria simple del candidato, se ajustó al guión establecido. Un día angustioso que el protagonista Pedro Sánchez vivió como una visita al quirófano. Incluso su entrada al hemiciclo pareció envuelta en una nube de sudor frío. Desde el primero de los 10 minutos con los que contaba para desplegar su discurso, Sánchez se limitó a enumerar una selección de las medidas más novedosas de su acuerdo con Ciudadanos, en torno a 140, que podrían ‘compartir’, tanto las fuerzas de izquierda como los nacionalistas. “No hay excusas para decir que esperemos dos meses. La mayoría está de acuerdo, pero va a votar en contra”, alegó el aspirante.

El turno del conservador Mariano Rajoy fue abigarrado y un tanto recargado. Su decisión era no facilitarle las cosas a su rival socialista. “Su pacto es un improvisado paquete de medidas, que cada cual interpreta a la carta: en este mundo traidor, nada es verdad o mentira, todo es del color del cristal con el que cada cual lo mira. Algo tienen estas medidas en común: pretenden la demolición de la obra del PP estos últimos cuatro años, estamos ante una auténtica contrarreforma”, señaló Rajoy.

Un día más, el fuego parlamentario prendió con la entrada en escena de Pablo Iglesias. El líder de Podemos ratificó su voto contrario y espetó a Sánchez que arriesgue “con un programa progresista de verdad. Póngase de acuerdo con nosotros, con Compromís, con IU, dialogue con nosotros”.

El epílogo de su discurso soliviantó a los socialistas y a populares al señalar que ese posible acuerdo es lo que importa a Rajoy. “Es lo que le preocupa a las oligarquías. Ojalá después de esta noche, el acuerdo al que lleguemos pueda llamarse el acuerdo del beso”, concluyó Iglesias. (I)

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