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Entrevista

"El 99,9% de musulmanes anhela vivir en paz como cualquier otro ciudadano"

Sami El Mushtawi, director del Centro Islámico de Madrid. Foto: Cortesía
Sami El Mushtawi, director del Centro Islámico de Madrid. Foto: Cortesía
06 de diciembre de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

El Centro Cultural Islámico de Madrid, conocido como la ‘Mezquita de la M-30’, es un lugar de referencia por dos motivos. El primero porque es el punto de oración más visitado por los musulmanes que hay en España.

Cada viernes, este imponente complejo de 12.000 metros cuadrados revestido de mármol blanco y un inconfundible aroma a la Alhambra de Granada recibe a más de 1.500 personas que escuchan el jutab, el sermón, que pronuncia el sheij Hussam Khoja.

La otra razón de su fama es trágica. Aquí acudían habitualmente varios de los autores de los atentados que segaron la vida de 194 personas el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Desde entonces, los responsables del centro incrementaron la relación con sus feligreses para ayudar a disipar sus dudas, sus miedos y sus preocupaciones.

Sami El Mushtawi es el director y dialoga con EL TELÉGRAFO. Nació en Egipto y conoce América Latina después de vivir casi 10 años entre Chile y Argentina.

Los atentados de París han vuelto a poner de manifiesto que sus autores nacieron en Europa y vivían en Europa. ¿Qué está fallando?

Antes de nada quisiera recalcar que condenamos esos actos bárbaros porque el Islam no incita a la violencia en ninguno de sus preceptos. Los últimos atentados de París fueron perpetrados por unos jóvenes sin ninguna base religiosa ni reflexión ni razón sino con el desarraigo social. Esos individuos podrían haber pertenecido a cualquier ideología y a cualquier religión. Nuestro dolor por la muerte de inocentes es absoluto, por eso creemos que es necesario atacar el problema desde el fondo. Es decir, hay que analizar la integración de los jóvenes dentro del contexto social de cada país. Y, por favor, alejemos el factor de la religión como motivador de esos asesinatos porque no es cierto. Los autores eran drogadictos y vivían ajenos a cualquier disciplina social.

Uno de los cambios es que las células extremistas ya no captan seguidores en las mezquitas como lo hicieron en el 11-M, sino que lo hacen a través de internet. ¿Cómo se puede combatir esto?

Es que las mezquitas nunca han sido lugares donde se hagan llamados a la violencia sino centros para la oración, para organizar charlas sobre el Islam y para la reflexión. Estas captaciones con los medios modernos, con internet, ataca a todos y es lamentable, sobre todo, cuando un joven carece de buena asesoría familiar o procede de un entorno desestructurado. Entonces, se pasa el día conectado a su propio mundo a través de los dedos y el problema se agudiza.

¿Y qué se puede hacer?

Programando charlas, conferencias y seminarios con nuestros hermanos musulmanes sobre el buen uso de internet. Trabajamos la prevención.

Algunos políticos europeos han pedido gestos de mayor compromiso contra la violencia a los imanes de las grandes mezquitas.

Nuestro compromiso contra la violencia es absoluto. El discurso en todas las mezquitas es moderado, siempre orientado a ayudar a los feligreses a integrarse en la sociedad en la que viven y enseñarles los mandamientos básicos de la religión musulmana. Hay interés político detrás de esos mensajes.

La extrema derecha que pide el cierre de las mezquitas y la expulsión de miles de musulmanes ha subido en las encuestas en países como Francia y Alemania. ¿Sienten que ha brotado la islamofobia en Europa?

No tenemos miedo, pero tenemos que esforzarnos para que la gente conozca el Islam y comprenda nuestros preceptos de misericordia y generosidad. Verán que no hay nada entre ese 0,1% de los musulmanes alejados de los mandamientos y el 99,9% que anhela vivir en paz como cualquier ciudadano de otra religión.

La guerra parece el recurso inmediato. ¿Cuál es su opinión?

La guerra nunca soluciona los problemas. Como musulmanes nos duele la destrucción y la muerte, que haya familias destrozadas. Preferimos no valorar más las decisiones de cada país porque no representamos a ningún Estado.

¿Pero la tensión política puede complicar la situación de miles de refugiados procedentes de Siria y de otros países musulmanes que ahora esperan en Centroeuropa a ser acogidos por la UE?

Estamos colaborando activamente con ellos, a veces de forma directa. Nos duele mucho su situación. Son miles de personas que dejaron atrás su patria, algo que pesa mucho. El término ‘refugiado’ es muy duro para ciudadanos con dos o tres hijos que en sus países eran médicos, arquitectos o ingenieros.

¿Qué teme más, al islamismo radical o a la islamofobia?

Hay que comprender que todos estamos en el mismo barco. Los musulmanes y los que no lo son. Juntos conformamos una misma civilización. Y trabajamos para convivir de forma armoniosa. Para evitar que broten extremismos del credo que sea. (I)

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