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Las maravillas arquitectónicas y arqueológicas de China milenaria

La Gran Muralla China fue declarada en 2007 una de las 7 maravillas del mundo moderno. La obra fue construida por el imperio chino para protegerse de los mongoles.
La Gran Muralla China fue declarada en 2007 una de las 7 maravillas del mundo moderno. La obra fue construida por el imperio chino para protegerse de los mongoles.
Fotos: Dayana Vinueza / ET
13 de octubre de 2019 - 00:00 - Dayana Vinueza

Visitar una de las siete maravillas del mundo moderno es sin duda uno de los sueños de los viajeros. El grupo de periodistas latinoamericanos invitados al primer seminario BRNN Media Workshop tuvimos la oportunidad de caminar por la Gran Muralla China, y todos quedamos asombrados por su inmensidad y belleza.

Y es que esta maravilla atraviesa 6 provincias de China y tiene una extensión de 6.700 kilómetros. Fue construida para proteger al imperio chino de los ataques de los nómadas de Mongolia y Manchuria, y en 1987 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Desde la ciudad de Beijing, en bus se demora aproximadamente hora y media para llegar a la entrada. Al ser un sitio visitado por miles de turistas de todo el mundo, en el ingreso hay varios restaurantes y cientos de tiendas de souvenirs en las que se venden camisetas, gorras, chompas y cientos de pandas, de todos sus tamaños.

Pero no se deje engañar. Los chinos están acostumbrados a cuadruplicar el valor de los productos, por lo que si le piden pagar unos 200 yuanes   ($ 28), seguramente el valor correcto por esa camiseta que usted quiere comprar serán 50 yuanes ($ 7,14). No se canse de regatear, eso debe hacerlo en toda China.

Los guerreros de Terracota fueron construidos por el emperador Qin Shi Huang para que lo protejan tras su muerte.

Para acceder a la Gran Muralla se puede comprar un boleto a la entrada por 45 yuanes ($ 6,42), pero si quiere una experiencia más extrema puede optar por pagar 100 yuanes ($ 14,2) y subir por el teleférico y luego bajar por un gran tobogán. Una vez en la entrada sus ojos no dejarán de maravillarse con el paisaje.

El día del recorrido hizo un sol espectacular que facilitó el trabajo de los fotógrafos, y las selfies obviamente no faltaron. Los periodistas aprovecharon cada zona para hacerse una foto, grabar videos e historias para sus redes sociales o para sus medios. A pesar de que el camino sea parecido en cada uno de los rincones, se puede encontrar un mejor ángulo y también cuestionarse: ¿cómo se pudo construir tal maravilla en medio de las montañas, y cuánto tiempo les habrá tomado?

Entre los cientos de escalones que hay que subir para recorrer la Gran Muralla, se encuentran varias torres de vigilancia, muchas en las que se puede subir para tener una mejor vista de las montañas que rodean el lugar. Cada sitio es diferente, aunque todo se parezca; y estar ahí recorriendo sus miles de escalones es alucinante.

Es verdad que hay un montón de gente recorriendo el lugar, pero quizás estábamos de suerte ese día porque tampoco hubo tanta aglomeración, por lo que se lograron unas tomas perfectas.

Al principio algunos pensaban que este sitio sería un poco más rústico debido a su historia milenaria, pero nos dimos cuenta de que los chinos suelen poner su toque tecnológico en todo.

Es así que, además del teleférico, hay otra entrada donde la bajada se puede hacer por un enorme tobogán; además, aquí no faltan las tiendas que venden de todo.

Tuvimos dos horas para recorrer esta enorme joya arquitectónica y créanme que fue suficiente. Si tienen la intención de conocer este maravilloso lugar no se olviden de llevar repelente contra insectos, protector solar y ropa muy cómoda, si es que van en el verano.

Otra de las maravillas chinas que el grupo de periodistas conoció fue el Museo de los Guerreros de Terracota. Se trata de un enorme complejo que conserva uno de los mayores descubrimientos arqueológicos en la historia de la humanidad.

Hace más de 2.000 años el emperador Qin Shi Huang, en su afán de vivir eternamente, mandó a construir miles de soldados para que lo cuidaran, incluso después de su muerte. Una tarea que se demoró 38 años de su vida.

Este museo es prácticamente el mausoleo del emperador (260 a.C.-210 a.C), aunque su tumba como tal todavía no ha sido encontrada, pues se tiene temor de destruirla si se cava muy profundo. El complejo tiene una extensión de 60 kilómetros cuadrados si se incluye el resto de tumbas.

Se encuentra a unos 30 kilómetros de la ciudad Xi’an, en la provincia de Shaanxi. En el lugar han sido desenterrados unos 8.000 guerreros. Los restauradores han tenido un arduo trabajo, pues les tocó armarlos y darles forma ya que muchos fueron encontrados sin cabeza o sin alguna extremidad.

El ingenio de los chinos se admira en el lugar por la precisión en la construcción de los guerreros, que tienen distintos rasgos físicos, distinto tamaño y hasta distintos rangos militares. A estos también se suman caballos que los acompañan.

Al lugar llegan más de 30.000 visitantes diarios, el 80% son turistas chinos y el 20% extranjeros. La aglomeración de gente fue tal que resultó casi imposible obtener una buena foto con los guerreros, aunque sí se pudo apreciar la belleza y perfección con la que fueron esculpidos.

Lastimosamente fue un recorrido express, debido a la apretada agenda, así que solo se pudo conocer la fosa más grande, y no las otras dos, así como otras partes del museo en las que se muestra más del trabajo de restauración de cada una de las piezas.

A pesar de esto, mirar el detalle del trazo de cada uno de los guerreros y apreciar también el espacio en donde se encuentran es realmente asombroso. Un complejo sumamente grande, climatizado y con todas las seguridades necesarias para que no se dañen las piezas.

Y no podía faltar la tienda de souvenirs donde se puede llevar un recuerdo de los guerreros, aunque en las calles de Xi’an no será difícil encontrar más de ellos, y mucho más baratos.

Si usted alguna vez decide viajar a China, estos dos lugares son -sin duda- imperdibles en la agenda de sitios para recorrer. Uno es una maravilla declarada, el otro debería serlo, por su historia y valor arqueológico. (I)   

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