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1976 (1)

1976 (1)
22 de marzo de 2015 - 00:00 - Maximiliano Pedranzini. Ensayista argentino

En estos días nos acercamos a un nuevo aniversario del golpe de Estado más atroz de la historia argentina, ocurrido en la madrugada del 24 de marzo de 1976. La víspera de lo que serán los 40 años de una de las dictaduras más nefastas que atravesó el derrotero de toda una nación, cuyos efectos han desgarrado profundamente el corazón de la sociedad y que aún continua cicatrizando en un presente en el que se ha tomado como decisión inclaudicable restaurar la memoria, la verdad y la justicia de esas décadas donde reinó la impunidad con el tenebroso sello de la tortura y la desaparición forzada de personas.

Un golpe cívico-militar que encuentra sus antecedentes en la crisis política y económica que acaecía en el país rioplatense desde el retorno después de 18 años de exilio del General Juan Domingo Perón el 20 de junio de 1973 y su asunción a la presidencia ese mismo año tras la renuncia de Héctor Cámpora poco meses después de haber asumido, la profundización de la brecha dentro del peronismo y el accionar criminal de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), brazo paramilitar del ala derecha del peronismo y precursora del terrorismo de Estado que signaría los destinos de la Argentina.

La muerte de Perón el 1º de julio de ese mismo año generó un vacío de poder y dirección política y que con la ascensión de María Estela Martínez de Perón (vicepresidenta y viuda de Perón) como jefa de Estado. El umbral de incertidumbre dejaba al país en un cono de sombra, oscurecido por la violencia política y el terrorismo paraestatal en una franca lucha por la hegemonía nacional, siendo el fiel reflejo de lo que ocurría por esos años en Latinoamérica y el mundo. La Argentina no estaba exceptuada del contexto regional y global que representaba la Guerra Fría, y los golpes de Estado en varios países del continente marcaban la contingencia de una nueva dictadura en el país, cerrando de esta manera el círculo rojo del Plan Cóndor perpetrado desde la CIA y la Casa Blanca.

La crisis se agudizaba y el gobierno argentino tuvo como única respuesta apelar al aparato represivo del Estado para reducir las insurrecciones de los grupos guerrilleros que se encontraban diseminados en el interior del país, colocando como actor principal en la escena nacional a las Fuerzas Armadas. Era invitar al enemigo a dormir en la misma cama. Asimismo, el discurso de la lucha contra el marxismo internacional y la subversión comenzaba a cobrar legitimidad nuevamente y el advenimiento del sujeto militar al Estado se convertía en un hecho irreversible.

Lowe rerer

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