Puede verse como una primicia, una que quizá ningún medio de comunicación hubiera rechazado, pero la entrevista que Joaquín, el ‘Chapo’ Guzmán Loera le concedió al actor Sean Penn fue revisada y aprobada por el entonces prófugo de la justicia antes de que la revista Rolling Stone publicara el texto final. El estadounidense hizo preguntas superficiales, las publicó con una introducción descriptiva y el capo modificó nada, consintió todo.

Hace unos días, el portal web Red Ética Segura, de la Fundación Nuevo periodismo Iberoamericano (FNPI) —fundado por Gabriel García Márquez—, convocaba a un debate sobre el tema, a través de la red social Twitter. La pregunta era: “¿hubo faltas éticas en la entrevista de Sean Penn al ‘Chapo’ Guzmán?”.

Uno de los antecedentes del debate propuesto por la FNPI fue una afirmación de la periodista —y actual editora de audiencias de Perú 21— Esther Vargas, quien dijo, sobre el texto de Rolling Stone: “Esta no era una película más. Era posiblemente la entrevista más esperada en años por la prensa mexicana, latinoamericana y también mundial. Penn hizo una película, un guion. Con una narración que puede atraparte, pero que no te cuenta toda la verdad de la historia”.

Entre las respuestas destacadas por el portal estuvo la del profesor de la escuela de diario El País, de España, Miguel Ángel Bastenier. El periodista publicó en su cuenta de Twitter que “Uno de los problemas que plantea la práctica periodística es que son muchos los que creen que ellos también pueden (ejercerla)”. En la era de los medios digitales, donde la tecnología suele ser el único recurso para transmitir contenidos, la afirmación del también maestro de la FNPI habla del rigor con que tiene que tratarse los hechos noticiosos más allá del acceso hacia fuentes que no les están reservadas solo a periodistas.

En cuanto al contenido del texto que Penn tituló ‘El Chapo Speaks’, el actor hacía una aclaración que ahondaba el dilema ético de su entrevista, puesto que la hizo en la clandestinidad y fue publicada cuando Guzmán fue recapturado, pese a que la revista aclaró que la fecha estaba definida sin contemplar aquello. “El Chapo es antes que nada un hombre de negocios, que solo recurre a la violencia cuando lo considera ventajoso para sí mismo o sus intereses comerciales”, escribió Sean Penn.

“Si (el actor) se hubiera dado el trabajo de revisar la prensa seria de México, la revista Proceso —por ejemplo—, o se hubiera tomado el tiempo de leer algunos libros sobre Guzmán, otra sería su visión”, decía Vargas mientras que otros periodistas tuiteaban que, más allá del papel cumplido por el personaje de Hollywood y sus intermediarios —entre quienes figura la actriz mexicana Kate del Castillo—, lo gravitante era el afán de protagonismo de Guzmán.

Las supuestas intenciones de redención mediática del narcotraficante tienen otro antecedente. Un cirujano presuntamente cercano a Joaquín Guzmán contactó, durante su primera fuga, al periodista argentino Diego Fonseca para que contara su vida. El hecho no se concretó y la historia, con guion compartido, terminó en Hollywood. (I)