Hasta ahora en ninguna parte del mundo se ha logrado predecir con exactitud el momento en que hará erupción un volcán, porque influyen muchos y muy complejos factores; por ejemplo,  no se puede saber con absoluta certeza la fuerza con que asciende la lava desde las profundidades, ni tampoco la resistencia que tendrá el tapón.
Sin embargo, los volcanes “avisan” de que pueden llegar a erupcionar porque aumenta considerablemente el número diario de pequeños sismos en su interior. Y eso se detecta mediante el monitoreo de su actividad con sismógrafos, y también con mediciones de los gases que expulsa, observación de cambios en la forma de sus laderas, fotografías térmicas de su cráter, análisis de la temperatura y química de sus aguas termales, etc. Los volcanes más peligrosos del Ecuador están monitoreados de manera permanente por el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

¿Cómo prepararse para una erupción?

Lo primero es averiguar en el municipio de su zona cuáles son las zonas de peligro en las cercanías de su casa, planes de contingencia y rutas de evacuación. También si existe una sistema de alarmas y participar en los simulacros que se organicen para así saber lo que se debe hacer. Y al igual que se aconseja para el caso de terremotos, es necesario que las familias establezcan planes propios para comunicarse y reunirse si llega ese momento.

¿Los volcanes crecen?

Sí, lo hacen con cada erupción debido al material que expulsan, y que al enfriarse se va acumulando, capa tras capa en cada erupción a lo largo de miles de años. Cada cierto tiempo, en los lugares donde hay fallas geológicas aparecen volcanes nuevos. Un ejemplo es el Paricutín, en México, que nació hace apenas 72 años pero que tuvo vida corta y se extinguió. Es que los volcanes se mueren cuando la bolsa de magma que los alimenta ya no tiene presión suficiente para ascender a la superficie. Otros, en cambio, permanecen dormidos por cientos de años y pueden reactivarse en cualquier momento.

¿Las erupciones sirven para algo?

Sí, y mucho. Aunque a veces causen desgracias humanas la actividad volcánica también es generadora de vida. Hoy sabemos que la vida nació alrededor de chimeneas volcánicas submarinas como esta, para luego poblar los mares y la tierra. Y la ceniza volcánica aunque puede destruir los cultivos, tiene un contenido mineral tan alto que renueva y fertiliza los suelos por años.