Cuando la Tierra se enfrió y los mares ocuparon las tres cuartas partes de su superficie, los océanos estaban vacíos y así lo estarían por unos 200 millones de años:  no había peces, ni algas, pero sí ciertas sustancias químicas:  hidrógeno, metano, oxígeno y amoníaco.  La corteza sumergida seguía activa, bullente de lava, y en las hirvientes chimeneas submarinas esos elementos empezaron a cocinar una especie de sopa nutritiva capaz de permitir que surgiera la vida en su forma más primitiva. Y hace 3.800 millones de años las primeras formas vivas nacieron en el mar.

Al principio, eran simples bacterias  de una sola célula que se reproducían dividiéndose una y otra vez, igual que lo hacen hoy las células de un embrión humano. Estos fueron los únicos seres que existieron por cientos de millones de años. Hasta que por una mutación accidental una de estas bacterias comenzó a alimentarse del hidrógeno del agua y a desechar el oxígeno; le fue bien y se multiplicó por trillones. El oxígeno comenzó a desplazar al metano creando el ambiente propicio para que aparezcan formas de vida más complejas. Y hace 1.500 millones de años triunfó un tipo de célula más compleja llamada eucariota, y de ellas descienden todas las especies animales y vegetales del planeta.

Estas nuevas células aprendieron a unirse con otras para desarrollar funciones especializadas.  Así, por ejemplo, aparecerá el ojo, la división en dos sexos, y nuevos tejidos. El oxígeno de los mares aumentaba y con ellos la comida disponible.  Pasaron otros mil millones de años más y, al acumularse pequeños cambios, hace 540 millones de años, en un período conocido como  ‘Cámbrico’ hubo una explosión de vida. Aparecen los primeros esqueletos y los tatarabuelos de muchos animales modernos como el trilobite, el antecesor de los escarabajos y ciempiés de hoy.

Mientras la tierra firme continuaba vacía, el mar se iba llenando de habitantes que se reproducían rápidamente, mutaban y se adaptaban a todas las temperaturas y profundidades.  Las corrientes marinas transportaban  alimentos  a cada uno de estos nichos y se iban formando las cadenas alimenticias. La sobrepoblación de los océanos y la lucha por la supervivencia se hizo feroz, y algunos animales comenzaron a probar suerte refugiándose y alimentándose en las orillas.

Arrastrados por las olas quedaban aislados en pequeños charcos que el sol iba secando. Solo sobrevivían aquellos que tenían sus aletas más fuertes para desplazarse y podían respirar mejor el oxígeno del aire. Así, aparecieron los primeros anfibios, antecesores de los reptiles y los mamíferos. (continúa)