Consumir sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento del cuerpo va en contra del sentido mismo de la competencia deportiva, sin embargo -según un documental- sería muy común en el atletismo.

Un juego no tan limpio

Hace pocos días una investigación del periódico británico Sunday Times sacudía al mundo del deporte, con la afirmación de que muchos de los deportistas de élite que habrían ganado en la maratón de Londres entre el 2001 y el 2012 habrían hecho trampa.

Aunque no se dieron nombres, el rotativo afirmó que 24 corredores –hombres y mujeres- que obtuvieron preseas en sus respectivas categorías durante esos años, registraban niveles sanguíneos sospechosos que sugerían dopaje.

Pero el fenómeno no se limita a Londres. El informe sostiene que uno de cada cuatro ganadores de las maratones de Boston, Chicago, Nueva York, Berlín y Tokio también se habrían dopado para mejorar su rendimiento. Estas acusaciones aparecieron al día siguiente de que la cadena de televisión alemana ARD emitiera un documental en el que se afirmaba que hay un dopaje rampante en el atletismo mundial, luego de revisar una extensa base de datos.

Los periodistas alemanes afirmaron que una tercera parte de las medallas obtenidas en los Juegos Olímpicos y en campeonatos mundiales entre el 2001 y el 2012 fueron obtenidas por atletas cuyas pruebas sanguíneas hoy -a la luz de nuevas técnicas- arrojan resultados sospechosos. Eso es escandaloso. Esa tercera parte se traduciría en un total de 146 medallas, incluidas 55 de oro.

Los directivos de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF por sus siglas en inglés) han desestimado las acusaciones argumentando que éstas se basan en datos incompletos, y por otro lado la Agencia Mundial Antidopaje –la encargada de controlar el uso de sustancias ilegales para mejorar el rendimiento deportivo- ha anunciado la creación de una comisión independiente que estudie la situación.

Sus directivos se han pronunciado también en pro de la protección de la identidad de los deportistas que se encuentren bajo sospecha hasta que no haya conclusiones. El epicentro de los casos sospechosos estaría en Rusia donde –según las acusaciones del medio alemán- el 80% de las medallas habrían sido ganadas por atletas que hoy se encuentran cuestionados.

Kenia estaría en una circunstancia parecida. ¿Una práctica tramposa generalizada o simplemente un escándalo mediático? ¿Cuál será el veredicto final?

Eso se espera saber con el tiempo, pero de ser cierto es algo grave porque más de 800 atletas estarían involucrados en el fraude. ¿Cómo saber la verdad? ...la ciencia ayudará a descubrirla.

Ciencia y resultados

Desafortunadamente la ciencia no siempre se usa para buenos propósitos. El dopaje ha ido perfeccionándose con el tiempo, siendo más efectivo y cada vez menos detectable. Hay muchas formas de hacerlo y la lista dada por la Agencia Mundial Antidopaje de sustancias prohibidas es extensa, pero quien acude a esta oscura práctica por lo general se somete a transfusiones de sangre en las que se ubican mini dosis del llamado EPO para aumentar la cantidad de los glóbulos rojos, que son los que transportan el oxígeno y permiten así aumentar la resistencia.

La Eritropoyetina (EPO) es una hormona que se produce principalmente en el riñón si falta oxígeno en el cuerpo. Normalmente son los glóbulos rojos los que se encargan de suministrarlo, pero cuando hay una situación anómala como una hemorragia, las alarmas se disparan y entonces el riñón empieza a producir el EPO para compensar la pérdida y evitar que el organismo se quede sin oxígeno.

Sabiendo esto, quienes se dopan, reciben sangre con una extra ración de EPO para tener más oxígeno, y así más fuerza, alcanzar mayores velocidades o resistir más. Esta modalidad de dopaje tuvo una alta incidencia en el ciclismo de la era Lance Armstrong, quien hoy se encuentra desposeído de sus 7 títulos del Tour de Francia por haberlos ganado fraudulentamente bajo los efectos de estas sustancias.

Además de deshonesta, esta práctica es peligrosa, pues conlleva la posibilidad de coagulación de la sangre y eso puede desembocar en accidentes cardiovasculares.

Por eso desde diciembre del 2009 se puso en vigencia el llamado “pasaporte biológico” en las pruebas antidopaje que se practicaba a los atletas. Consiste en tener un registro de los niveles de la sangre de los deportistas para darles seguimiento.

Cuando hay variaciones extrañas e inexplicables de EPO se detectan y se analizan si estas se deben a una razón natural o al consumo de algún producto prohibido. Transcurrieron tres años después de haber sido introducida esta prueba, para que la IAAF imponga la primera sanción; la del maratonista portugués Hélder Ornelas, que obtuvo medallas en Milán en 2005 y en Praga en 2007 y a quien se impuso una suspensión de 4 años.

Muchos cuestionan la benevolencia con la que se ha venido revisando a los sospechosos de dopaje. Ahora la denuncia de ARD y del Sunday Times pone en apuros a quienes manejan el atletismo mundial.

Precisamente haciendo uso de la base de datos de la Federación Mundial de Atletismo, utilizada para el análisis del pasaporte biológico, los periodistas han esgrimido sus denuncias, afirmando que más de 800 atletas tendrían niveles inaceptables en la sangre. Y es que hoy es posible reanalizar las muestras tomadas y almacenadas desde el año 2005 y con mayor precisión.

Actualmente en una semana se pueden tener resultados que hace 50 años hubieran tomado 25 años en ser revelados. En todo caso, esta posibilidad de re-análisis, permitió hace unos meses que muestras tomadas a atletas que participaron en los campeonatos mundiales de Helsinki y de Osaka revelaran que 28 de ellos dieron positivos a sustancias que en su momento eran indetectables. Un cifra muy por debajo de lo que apunta la investigación de los periodistas alemanes.

Este escándalo se levanta a pocos días de la inauguración del XV Campeonato Mundial de Atletismo en Pekín, pero es de esperar que aquello de que “la mentira tiene patas cortas” se cumpla y es la ciencia la herramienta imparcial para determinar quién es un atleta limpio y quién no.

Las mismas reglas del mundo real para el mundo virtual

El dopaje no es algo que tomar a la ligera y por eso su control se está extendiendo a campos que van más allá de las pistas y canchas tradicionales. Los llamados deportes electrónicos o e-sports son competiciones de videojuegos.

Eventos que pueden llegar a tener dimensiones mundiales y convocar a miles de asistentes. La Liga de Deportes Electrónicos (ESL) ha anunciado que adoptará la misma lista de sustancias prohibidas que la Agencia Mundial Antidopaje.

También han confirmado que se realizarán pruebas durante las competiciones que ellos organicen, empezando por la ESL- One que se celebrará en la ciudad alemana de Colonia, la próxima semana.

Se llegó a esta decisión luego de que un equipo profesional de Counter-Strike (un videojuego de combate multijugador) revelara que algunos de sus integrantes consumen Adderall.

Se trata de una droga psicoestimulante, prescrita para combatir los accesos de somnolencia irresistible que padecen los pacientes de narcolepsia durante el día. El Adderall mejora el comportamiento y los reflejos del jugador.

Desde ahora los miembros de equipos profesionales de cualquier tipo de deporte electrónico no podrán consumir drogas psicotrópicas ni esteroides durante los torneos. (I)