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Genios perseguidos cuyo legado permanece

Genios perseguidos cuyo legado permanece
03 de mayo de 2015 - 00:00 - María Eulalia Silva

Los cambios permanentes que vivimos en esta vertiginosa era tecnológica nos han vuelto mucho más tolerantes a las nuevas ideas que se basan en pruebas. Eso, porque la Ciencia va imponiendo sus métodos para validar los conocimientos. Pero hasta hace relativamente poco tiempo –y aún sucede en muchos sitios del mundo- pensar diferente era peligroso para los poderes establecidos y podía causar la muerte del innovador. Estos son sólo algunos precursores y científicos que  hicieron avanzar el conocimiento humano y lo terminaron pagando caro, ya sea por sus ideas o por su vida personal.

Sócrates y Giordano Bruno

Cuatro siglos antes de Cristo, Sócrates ya decía “sólo sé que nada sé”. Convencido de su propia ignorancia y de la ajena, el gran filósofo griego buscó la manera de llegar a la verdad de las cosas.  Fiel a sus ideas cuestionaba todo, incluso la democracia elitista que por entonces dominaba en Atenas. Usaba la ironía para cuestionar a los políticos y los terminó incomodando. Acusado de corromper a la juventud y de negar a los dioses atenienses, fue obligado a beber cicuta, un veneno paralizante. A Sócrates le ofrecieron el perdón a cambio de retractarse, pero él prefirió morir  sin cambiar de idea.

Veinte siglos después la historia casi se repetiría cuando el monje y filósofo italiano Giordano Bruno afirmó que la Tierra giraba alrededor del sol, que las estrellas eran otros soles que a su vez tenían sistemas planetarios como el nuestro. Llegó a inferir que había otros mundos habitables y que no debíamos ser los únicos seres inteligentes en un universo que consideraba infinito, como Dios.

Sus afirmaciones se consideraron heréticas porque contradecían la idea bíblica de que somos una creación única. Tras ser enjuiciado por estas y otras “blasfemias”, sus obras fueron destruidas y Bruno quemado públicamente en Roma en el año 1600. Hoy, en medio del colorido y bullicioso mercado popular de Campo dei Fiori, se yergue una estatua que le rinde homenaje al genio que se adelantó varios siglos al cerrado pensamiento de sus contemporáneos.  (CONTINÚA)

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