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Bioquímica y biología en el amor

Bioquímica y biología en el amor
06 de septiembre de 2015 - 00:00

Se conoce que el acto sexual está mediado por hormonas. Estas son neurotransmisores que se generan en el cerebro y que determinan ciertos estados de ánimo. En el sexo intervienen la dopamina, la serotonina, las endocrinas o la noradrenalina. Todas estas se juntan en un coctel que predisponen a tener un acto sexual placentero. Unas producen deseo, otras bajan los niveles de estrés y otras crean sensación de placer.

El mecanismo sexual está preservado desde hace millones de años. Evolutivamente no ha cambiado mucho ni difiere de una especie a otra. Pero en los humanos hay una particularidad: mientras que en todas las especies las hembras solo copulan cuando están ovulando, en los humanos esto no sucede.

Las mujeres pueden tener sexo en cualquier momento de su período menstrual. Según algunas teorías, este mecanismo se habría desarrollado para contar con un macho que ayude a proteger a las crías.

Un macho constantemente recompensado en lo sexual es más propenso a quedarse junto a las hembras y a los hijos. Es que los humanos son -de toda la naturaleza- los que más tarde se independizan de sus progenitores. Mientras en otras especies hay crías que caminan a los pocos minutos de nacer, al ser humano caminar le toma alrededor de un año. Conseguir la independencia es más largo todavía. Eso incluso toma varios años más.

La biología se encarga de que no solo haya sexo y reproducción, sino también de que esa reproducción sea exitosa y que las crías lleguen a adultos y que a su vez logren tener descendencia.

Para que eso suceda, el sexo también es una herramienta poderosa. No solo para procrear sino para que macho y hembra permanezcan unidos protegiendo a la prole. (Continúa). (I)

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