En octubre de 2014 la revista argentina Barcelona publicó en su portada una foto del papa Francisco, maquillado y con arete bajo el título ‘Putazo’, insulto usual en el país para referirse a los homosexuales. La portada recibió varias críticas y posteriormente se desató una polémica cuando el periodista de Radio 10, Eduardo Feinmann entrevistó a la directora de la revista, Ingrid Beck, intentando alternar los roles de la parodia.

La revista Barcelona relacionaba el calificativo ‘Putazo’ con el -entonces- reciente documento Retatio Post Disceptationem, elaborado por doscientos arzobispos y cardenales del mundo. En este, la Iglesia católica acordaba de forma textual que los “homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”. Era la primera vez que desde la jerarquía del catolicismo se interrogaba sobre la actitud más correcta y realista de la Iglesia hacia las parejas homosexuales y sus hijos.

Barcelona escribía, entonces: “La inédita ‘opción por los putos’ anunciada en el Vaticano desata un furor por ‘lo trolo’. En su descripción reitera:“Influida por Francisco, la Iglesia católica se abre por primera vez a ‘sodomitas, invertidos y demás enfermos de homosexualismo’. La decisión del Sumo Pontífice argentino de tolerar a ‘afeminados, depravados tragaleches’, pone fin a siglos de discriminación y condena moral para dar inicio a una era ‘manfloro friendly’. ¿Nace el movimiento de sacerdotes por el tercer sexo? ¿Será Bergoglio el ‘Papa de los culorrotos’?”, decía la tapa.

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En la entrevista transmitida en vivo, Feinmann acusó a Beck de faltar el respeto al líder religioso.

Feinmann dio paso a la entrevistada, quien contestaba las preguntas desde su casa, con el argumento de que “con algunas cosas no se puede hacer humor”.

“No le falté el respeto al Papa, no es esa la intención sino parodiar los discursos homofóbicos dominantes”, contestó la periodista recalcando que considera que no hay límites para el humor. “Para la falta de respeto sí hay límites, no para el humor”, dijo.

“Llamar a los homosexuales ‘afeminados’, ‘depravados’ y ‘tragaleches’, ¿te parece bien?”, inquirió Feinmann. “Te considerás muy moderna, muy evolucionada y muy viva cuando escribís, por ejemplo ‘¿Será Bergoglio el Papa de los culorrotos?’”, atacó el periodista. “¿Faltándole el respeto al Papa y a los católicos argentinos y del mundo vos considerás que hacés periodismo?”, fustigó. “Hablamos de ‘putazo’ como si fuera ‘peronazo’, como el aumentativo de una tendencia y era digno de ponerlo en tapa” se justificó Beck. Y agregó: “La Iglesia está marcando una tendencia abriendo sus puertas a los homosexuales”. Beck criticó la interpretación literal que hacía Feinmann, justificando que era un juego con el absurdo.

“Absurda es usted señora”, a lo que Beck responde dejando al entrevistador. El periodista continúa su programa explicando que él decía “en serio con humor” que era una “malnacida”. Además, criticó que ella pueda parodiar con el Papa y se ofenda al decirle “mal nacida”.

El post de la edición de Barcelona que criticó Feinmann fue dado de baja por la red social Facebook. En una edición de enero, repite el titular de portada ‘Putazo’, esta vez con  una imagen del profeta del islam, Mahoma, en la que comentan que “el atentado a Charlie Hebdo confirmaría que hacer dibujitos de Mahoma serían 12 muertos más peligroso que hablar de ‘Putazo’ con una foto del Papa. Otra vez Facebook suspendió la publicación, pero esta vez la gráfica no generó mayores comentarios, como pasó con la imagen del líder católico argentino.

La revista Barcelona tiene 12 años en los quioscos. Su eslogan: una solución europea para los problemas de los argentinos, define de alguna forma el tipo de trabajo que realizan. En 2003 arrancaron la publicación con 5.000 ejemplares mensuales y hoy son unos 17.000 por quincena. A pesar de que sus portadas y comentarios, así como su forma de trabajar desde la parodia, han sido criticados constantemente, su número de tiraje ha crecido eventualmente.

En sus redes, los usuarios establecen debates sobre la validez de sus publicaciones. En el post en que llaman ‘putazo’ al Papa uno de los comentarios más compartidos dice: “Toda la gente que tanto criticó esta tapa no se dio cuenta que justamente es una parodia de sí mismos, de sus ideas y comportamientos. Con esa reacción no hicieron más que confirmarlo”. Barcelona figura como otro caso en el que se defiende o se marcan límites en la libertad de expresión.