Aunque no se trata de algo nuevo, últimamente me ha llamado mucho la atención el hecho de que en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión, la información que se brinda se ha volcado hacia la crónica roja. Parece que en el país sucediera muy poco aparte de asesinatos, violaciones y robos. Además, parece que estos asesinatos, violaciones y robos (especialmente estos últimos) se dieran únicamente en los barrios periféricos de las ciudades o en las zonas pobres. No se reportan los robos de alto nivel, y si se lo hace, la denuncia es demasiado tibia como para que pueda llamarse información. Así, la percepción de inseguridad aumenta. No digo que en realidad la inseguridad no haya aumentado, ha aumentado, sí, pero el hecho de que los medios nos la muestren más y de manera casi exclusiva hace que nos sintamos más inseguros y desprotegidos.

Aparte, pese a las maravillas que pregonan nuestra Ley Orgánica de Comunicación y su Código, los medios, en general, se han vuelto mucho menos plurales, las voces que se da a los grupos más desprotegidos son también tibias, vacías de contenido. No ganamos mucho si se reproduce la información en lengua de señas o en kichwa, si lo que se informa sigue sin aportar a una pluralidad. Lo único que se logra es transmitir a una audiencia mayor las malas y polarizadas noticias que se difunden. Y eso en los medios visuales o en la radio, en los medios escritos es casi nula la apertura a lo plural. A excepción de alguno de los diarios ‘grandes’ de Ecuador, donde se publica algún artículo en kichwa, en ningún otro se toma en cuenta a este idioma, y mucho menos a los otros idiomas indígenas, y mucho mucho menos a las cosmovisiones de estos pueblos.

Otra cuestión que es cada vez más evidente es la polarización de los medios de comunicación. Parece que los directores y los editores, sobre todo, hubieran olvidado leer la ley y, especialmente, que a quienes se deben es a los lectores, y no solo a un grupo de ellos sino a todos los ecuatorianos. Les invito a hacer el ejercicio de leer una misma realidad en dos diarios de tendencias distintas y se darán cuenta de que ambos hablan de una situación diferente. Lo que en uno es violencia en otro es defensa, lo que en uno es mala gestión en otro son trampas de la oposición. Basta leer la misma nota en dos medios de distinta tendencia para pensar que en el Ecuador existen universos paralelos. Y, claro, el problema es que la tendencia no debería identificarse en un medio de comunicación social. Los medios de comunicación social deben aportar con información suficiente para que el lector o el televidente puedan tener su propio criterio.

Yo creo que los medios, debido al inmenso poder que tienen, deben ser muy cuidadosos con aquello que publican, y también ser muy conscientes de que detrás de la pantalla o del papel existe un televidente o un lector que tiene derecho a recibir información verdadera, plural y no parcializada. Un lector o un televidente que, además, merece conocer no solo lo malo que pasa en los barrios periféricos o en los sectores pobres, sino que merece que le informen qué pasa en el país en el que vive, qué pasa con su dinero, con su empleo, con su calidad de vida. Y claro, por otro lado necesitamos ser lectores más críticos, más exigentes, más curiosos, solo así podemos construir un país que avance, que nos pertenezca a todos, del que nos sintamos parte y en el que nos sintamos orgullosos de vivir.