Ecuador, 17 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Lenguas en contacto, mestizaje y dominación

Lenguas en contacto, mestizaje y dominación
20 de junio de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

En esta columna ya he hablado varias veces acerca de la situación de diglosia que se vive en nuestro país en la relación entre el español y las lenguas ancestrales. Como sabemos, según la Constitución de 2008, el español es el idioma oficial de nuestro país, mientras el kichwa y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural, y las otras lenguas ancestrales (que son once) son de uso oficial para las zonas donde habitan sus hablantes. Pero ¿en qué radica esta oficialidad? ¿Qué sustenta la supremacía del español como única lengua oficial?

La historia del español en América ha sido una historia de dominación y mestizaje, pues desde la Colonia se usó la lengua como una herramienta que permitió conservar el statu quo de los dominados y los dominantes. La mejor manera de ‘conquistar’ a los habitantes milenarios de estas tierras fue usurparles sus lenguas e imponerles una lengua ajena, de la que no tenían conocimiento alguno.

En nuestro país, el kichwa (y en menor medida las 12 lenguas ancestrales restantes) se mantuvo vivo porque fue usado por los colonizadores para imponer la religión y porque los indígenas la siguieron usando como un símbolo de resistencia. Siempre entendieron que con la desaparición de su lengua desaparecerían también sus saberes, sus historias, sus proyecciones.

Durante quinientos años, se fue desprestigiando a las lenguas ancestrales y se las vio como lenguas menores, que no merecían la misma atención que la oficial. A esto se suma, por supuesto, que son lenguas que viven desde la oralidad, y el hecho de no contar con un código escrito las debilita, pues la escritura ordena, en muchos casos, la realidad y da oficialidad a las lenguas. A lo largo de la existencia de nuestra nación son varias las historias que cuentan de indígenas castigados por hablar su lengua, por usar ese espacio simbólico y legítimo en el que los terratenientes no podían ni querían entrar. Por todos estos castigos y este silenciamiento, el kichwa perdió prestigio lingüístico, al igual que las otras lenguas, tanto que incluso hoy muchos indígenas se avergüenzan de hablarlo o lo restringen solo al ámbito doméstico. La población mestiza también tiende a ver a las lenguas ancestrales como ‘lenguas menores’, que no gozan del mismo prestigio que el español y lenguas extranjeras como el inglés. Aunque parezca mentira, el proceso de colonización continúa.

Cuando el kichwa y el shuar fueron incorporados en la Constitución como lenguas oficiales de relación intercultural, quedó un sabor agridulce en las distintas comunidades indígenas: por un lado, estos idiomas eran reconocidos por fin en la Constitución (antes era mucho más tibia su reconocimiento), pero, por otro, no ocupaban el mismo nivel de oficialidad que el español. Y tal vez nunca lo hagan, pues deberíamos ser una sociedad muy consciente de su riqueza cultural para que eso suceda. Esto solo será posible si se respetan los derechos colectivos de estas culturas y con ello se mantiene el principio constitucional de un auténtico Estado plurinacional e intercultural, que permita que estas lenguas ancestrales vayan ganando espacios y recuperando el prestigio que durante años les ha sido negado; que las comunidades se enorgullezcan de sus lenguas y sus culturas, y que los ecuatorianos reconozcamos que sin estas, nuestra identidad no sería la misma.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media