Ecuador, 18 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

La vida es el spoiler: Lady Bird o eso mismo que nos pasó a nosotras

La vida es el spoiler: Lady Bird o eso mismo que nos pasó a nosotras
24 de marzo de 2018 - 00:00 - María Fernanda Ampuero. Escritora

Si no te has visto Lady Bird tienes que saber que aquí voy a contar algunas cosas de ella. ¿Sobre lo que pasa? Sí, pero no sobre lo que pasa en la película, sino sobre lo que me pasó a mí y seguramente a ti en la época del colegio. O sea, voy a destriparte Lady Bird.  

El gran spoiler, amiga, es que eso que le pasa a Christine (Saoirse Ronan), eso mismo nos pasó a nosotros en el proceso llamado ‘hacerse mayor’ (coming of age), algo que debería llamarse cuando empezamos a ser esto que somos ahora. Ese tiempo bisagra que une a las niñas que fuimos, aún maleables y rescatables, con las adultas en las que nos hemos convertido para las que resulta infinitamente difícil y probablemente imposible volver atrás. Oh, sí, la adolescencia nunca dejará de doler: fue entonces cuando pudimos elegir el camino, cuando fuimos a la izquierda y quién sabe si lo bueno estaba a la derecha, cuando aún creíamos que el dolor era algo que se podía esquivar replanteando el camino. Cuando creíamos, digo, que la felicidad estaba al caer.

Nos la merecíamos, carajo, nos habían dicho que éramos especiales.

Lady Bird, dicen, es la historia de su directora Greta Gerwing, pero también es la mía y la tuya. La ciudad de Sacramento es fácilmente Guayaquil y esos padres desempleados, desesperados, cansados, depresivos, criticones, obsesivos y malgenio son nuestros padres. Nos avergonzaban ambas cosas. Christine quiere escapar de ahí como tú y yo quisimos hacerlo, jurándonos que jamás seríamos tan mediocres como nuestros padres, tan pueblerinos como nuestra ciudad, tan planos como para llamarnos con un nombre convencional y no con uno lleno de purpurina y teatralidad como Lady Bird. Nosotras también nos cambiamos el nombre aunque no se lo dijéramos nunca a nadie. Cualquier cosa antes que ser una mariafernanda, una diana, una verónica. Cualquier cosa antes que ser «normal».

Y lloras, por supuesto, viendo Lady Bird lloras porque te acuerdas de las peleas con tu mamá, de esa amiga que sí te entendía y que amabas tanto como a ti misma o más, del primer chico que te gustó, de la imposibilidad absoluta de parecerte a esas otras chicas, las populares, preciosas como narcisos, con proporciones corporales y casas y aventuras que tú no tendrías jamás. Lloras también porque en la adolescencia el corazón está tan carnoso, late tanto, que sientes que estás más viva de lo que jamás volverás a sentirte. Ahora lo sabes, extrañas esa capacidad de emocionarte, esa página en blanco de la vida por venir, y lloras por lo que fue y por lo que no fue con vergüenza de que las señoras que están a tu lado en el cine se den cuenta de que mueves los hombros e hipas.

Te emocionas más allá de lo decible con el mensaje final que se cuenta desde otra ciudad, otro mundo, otro momento vital: eso, Sacramento, eso, tu familia, eso, tus amigos, no tendrán el oropel de Nueva York o Madrid, pero son lo que tú eres, la materia de la que estás hecha. Si no los amas así, con sus defectos, con su supuesta pequeñez, sus nombres reales y aburridos, no te amas a ti, y eso, amiga mía, eso sí que no te lo puedes permitir.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media