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La escritura de un texto

La escritura de un texto
29 de junio de 2015 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

La semana pasada revisamos algunas pautas para planificar un texto, antes de pasar a la real escritura. Como vimos, si planificamos bien este proceso, escribir ya no resultará una tarea laberíntica, pues, al tener claro qué vamos a decir, podemos hacerlo con más fluidez, ubicar las ideas en el lugar correspondiente, y darles a estas la jerarquía y el espacio que precisan en el texto. Si hemos elaborado un esquema que nos guiará en el proceso de escritura, lo que nos queda es poner manos a la obra y concentrarnos en la tarea de plasmar las ideas en la hoja. Ahora veremos algunas pautas que debemos tomar en cuenta en el momento de escribir.

En primer lugar, debemos considerar que todo texto está compuesto por tres partes: introducción, desarrollo y conclusión. En cada una de estas partes deben constar claramente los elementos que la constituyen.

La introducción, al ser la puerta de entrada al texto, tendrá que ser atractiva y mostrar al lector solo lo básico de lo que aparecerá a lo largo del escrito. En la introducción se indica cuál es la intención del texto, los puntos que se tratarán en él y cómo se tratarán los temas. No es necesario ampliar las ideas en esta sección, pues estas tendrán cabida en el desarrollo del texto. Si todas las ideas son expuestas en la introducción, el lector ya no tendrá interés en seguir leyendo el resto del texto.

El desarrollo, como su nombre lo indica, consiste en explicar ampliamente las ideas que se plantearon en la introducción. Esta es la parte medular del texto. Para que esta etapa sea adecuada y cumpla con su tarea, es preciso recordar que cada párrafo debe desarrollar una sola idea. Además, cada párrafo debe constar de oraciones cortas y concisas (recordemos la fórmula de sujeto-verbo-objeto), que aclaren la idea que se desarrolla. Las ideas, en lo posible, deben estar acompañadas de citas que corroboren lo que se afirma. Si apoyamos nuestros puntos de vista o la información que damos con las de autoridades que tienen algo que aportar al tema, nuestro texto ganará en seriedad y fluidez.

Por último, al concluir el texto debemos asegurarnos de que hemos dicho todo lo que en la introducción le prometimos al lector. La conclusión no debe dejar ningún cabo suelto, pues solo debe limitarse a darle un buen fin a lo que ya hemos escrito. Al terminar el texto, el lector debe estar seguro de que leyó algo interesante que le aportó nueva información o argumentos contundentes sobre un tema.

Es importante que recordemos que todo texto, del tipo que sea, debe ser siempre claro, conciso y coherente, y enfocarse en cubrir las necesidades del lector ideal y la intención comunicativa que nos hemos planteado al planificarlo.

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