Últimamente he escuchado de varias empresas editoriales y de medios de comunicación que están empezando a prescindir de los correctores de textos en sus nóminas. Varias veces he hablado de la importancia que tienen estos profesionales dentro del proceso editorial. De hecho, cada uno de los eslabones del proceso editorial tiene su importancia y es insustituible, como sucede con las especializaciones de cualquier actividad.

Es triste ver cómo las editoriales y los medios, que deberían preocuparse más que nadie por el buen uso del idioma, deciden hacer de lado a los correctores, y asumen que la labor de estos puede ser reemplazada por el editor o los autores y, peor aún, por los correctores de los sistemas tecnológicos. El trabajo del corrector de textos no solo es precarizado e invisibilizado sino eliminado de un proceso en el que es un eslabón indispensable. Y esto dice mucho del poco cuidado que se otorga al lenguaje.

Es verdad que los autores y los editores deben dominar el idioma en el que escriben y no cometer errores (o, al menos, cometer pocos), pero también es cierto que no cuentan con todos los conocimientos con los que cuenta un corrector. Los correctores son quienes se encargan del control de calidad de los textos, de pulirlos para que lleguen sin interferencias a los lectores. Claro que, por otro lado, los editores y los autores deben hacer su trabajo, y escribir sin delegar toda la labor de limpieza en el corrector de textos. Como he dicho, es tarea del corrector pulir el texto, pero no es su tarea reescribirlo ni editarlo. Cada eslabón del proceso editorial es importante, y tiene sus funciones y obligaciones específicas.

Quizá el tema de la corrección de textos sea desconocido para quienes no están familiarizados con el proceso editorial. Seguramente usted, estimado lector, no se detiene a pensar que para que esta revista llegue a sus manos hay un equipo de profesionales que se esfuerza porque los textos sean legibles, agradables, capaces de transmitir el sentir y el pensar del autor adecuadamente. Pues sí, existe un equipo y en este participan también los correctores, sin cuya intervención el texto quizá tendría errores que impedirían apreciar lo que el autor quiere contar. Es que cada uno se dedica a su tarea: el autor escribe sus textos; el editor se fija en que guarde unidad, sea adecuado para el contexto, quepa dentro del espacio, etc.; el corrector se encargan de pulir el texto, y el diseñador y diagramador de que esto que usted lee esté bien dispuesto. Como en todo equipo, lo importante es arrimar el hombro, respetar el trabajo de los otros y darle la importancia que tiene. Por eso, cuando lea un texto piense en toda esta cadena que permite que usted lea algo de calidad.