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Ante todo el glamur: usemos las palabras para hechizar

Ante todo el glamur: usemos las palabras para hechizar
31 de marzo de 2018 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

Cuando hablamos de ‘glamur’ o de gente ‘glamurosa’, pensamos en las estrellas de cine o de la farándula, con ropa costosísima, viajes a lugares paradisiacos, fiestas y demás. El glamur se asocia, de cierta forma, con lo superficial o el encanto inexplicable que emanan ciertas personas o lugares. El Diccionario de la Lengua define esa palabra como «encanto sensual que fascina»; pero el uso que le damos no se limita solo a lo ‘sensual’, sino que tiene más que ver con la fascinación, con el hechizo. Precisamente, esta palabra procede de ese ‘hechizo’.

La etimología de glamur se remonta a los griegos, a la palabra grammatike, que pasó al escocés como grammar y al latín como grammatica. En griego, esta palabra se refiere al arte o técnica de las letras, y este significado se transmitió al resto de lenguas que se nutrieron del griego. En el escocés grammar mantuvo su sentido, pero también derivó en glamour, relacionada con el hechizo que producen ciertas personas en otras.

Luego glamour pasó al francés y desde este al español glamur. Desde que la RAE publicó el Diccionario Panhispánico de Dudas, se sugiere que esta palabra se escriba tal como se pronuncia, así como los adjetivos glamurosa y glamuroso. Es curioso el viaje que hacen las palabras y las múltiples asociaciones que pueden generar en sus trayectos.

La etimología de glamur no deja de ser fascinante, pues el término del que deriva en un inicio, la gramática de los griegos, nos dice mucho también de la palabra, de la lengua. El término griego viene, a su vez de grámma (letra), es decir, el arte de usar las letras.

Quien domina el arte de las letras, quien las sabe usar de manera adecuada, quien comunica una idea correctamente y también quien las maneja de tal forma que puede crear una obra de arte es también un hechicero, es un artista. El dominio de las letras se refiere también a la magia que se genera cuando se las transforma y se crea.

Este hechizo y esta atracción indescifrables provienen de un acto de alquimia, de un saber cómo dar vida a aquello que, aparentemente, es inerte. Por eso no es extraño, al remontarnos a la etimología, que la creación mediante la palabra tenga algo de glamuroso.

A veces olvidamos que las palabras son mágicas, que con la lengua podemos crear sensaciones increíbles que, curiosamente, a veces no pueden ser ni siquiera descritas con palabras o que solo se explican con otra creación artística maravillosa. Pero aparte de la creación literaria, que es una manera sublime de aplicar la gramática primigenia, también está la técnica de usar adecuadamente la palabra. No solo es ‘glamuroso’ quien crea con palabras, sino también quien sabe transmitir ideas de una manera clara y concisa, quien se acerca a la escritura (de cualquier tipo) con el respeto que se merecen las palabras y quienes las reciben, como lectores u oyentes.

A la hora de escribir o hablar, sería bueno también pensar en que estamos creando magia, que usamos un material que, mediante un acto de alquimia cotidiana, se transforma en algo que puede desencadenar una maravilla. Que este sea el momento de quitarle a la palabra glamur lo superficial y volverla a sus inicios, que también consideremos ‘glamuroso’ a lo que puede transmitir la magia de la lengua. (I)

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