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“En la mayor parte de humanos habita una niñez no solucionada”

“En la mayor parte de humanos habita una niñez no solucionada”
18 de mayo de 2015 - 00:00 - Jéssica Zambrano Alvarado, Periodista

Juan Pablo Castro Rodas (Cuenca, 1971) ganó por mayoría el Premio Nacional de Cuento que entregó la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas en su decimoséptima edición, por su trabajo Crueles cuentos para niños. Estos fueron presentados bajo el seudónimo Enzo S. El escritor trabajó en la obra durante 2 años, antes de enviarla a concurso. En esta entrevista, deshilvana el sentido y significado del texto.

El libro aborda el tema del suicidio en niños, evidentemente son cuentos que no se trabajan para niños…

Es un trabajo dirigido a lectores adultos porque plantearse la muerte es siempre complejo y mucho más cuando se habla de niños, que son sujetos vulnerables y que viven muchas veces situaciones de soledad y zozobra, pero que también adquieren una dimensión de valor mayor cuando deciden cortar su vida. Además, me llamaba la atención que en la realidad existan casos frecuentes de suicidios de niños. Estos organizan su muerte, tienen conciencia de lo que va a suceder en un momento en el que están acorralados por el dolor, por la soledad, el acoso. Claro que para esta serie decidí partir de una propuesta estética que no fuese sensacionalista, sino que más bien intentase jugar con las dimensiones, con este lado espeso de la condición humana.

¿Todos los relatos tratan esta temática?

La mayoría está trabajada a partir de la idea del suicidio, pero hay otros cuentos que juegan con la dimensión del niño como un sujeto travieso y maravilloso que puede crear trampas para su propia familia, burlarse de lo que constituye la institución familiar. Entonces, en este libro he tratado de compensar esta parte atroz y más violenta de la muerte y el suicidio con esta versión un poco más aventurera de los niños.

¿Hay alguna referencia personal con la que decide iniciar estos cuentos?

En algunos de los cuentos me acerco a ciertas referencias de los amigos, o de los conocidos, porque  recuerda tú que la literatura es siempre un ejercicio voyerista del escritor que está mirando hacia los otros. El escritor de cierta manera es un chismoso que se alimenta de los otros. Pero por supuesto, una vez que pasan a la literatura, estas experiencias dejan de ser autobiográficas para convertirse en propuestas de ficción y del lenguaje.

¿Hay una intención en trabajar cuentos sobre niños para adultos, en un contexto en el que tal vez el género se estigmatiza como orientado al público infantil?

Claro. Había una ironía ahí, una paradoja que produce cierta tensión. Los personajes protagónicos son niños rodeados de adultos, no están aislados. Están en su contexto habitual, pero la vida de dolor que llevan está alimentada desde la mirada adulta y por lo tanto siempre tuve la idea de que los lectores tenían que ser adultos que pudiesen comprender qué es lo que pasa con los niños.

Si a la literatura alguna misión le cabe es la de reorganizar el mundo, someter a los lectores a las crueldades que existen en él. A la literatura no le corresponde el crecimiento personal, ni el bien, sino más bien bucear las profundidades de la condición humana.

Desde ese rol, ¿cuál es el papel de los adultos en estos cuentos?

Digamos que son los niños perversos de viejos. Todos fuimos niños y cuando somos viejos mantenemos ese nivel de infancia habitando en la memoria, en el cuerpo, hay un juego de reminiscencias del pasado. Creo que en la mayor parte de los seres humanos habita la niñez, una niñez no solucionada o una niñez no satisfecha. Convivimos con ese otro que está en nuestro pasado y que regresa a veces como un fantasma para presentarnos algún dilema en la vida.

¿Cuál es la relación entre el seudónimo que utiliza ‘Enzo S.’ con la temática central de estos cuentos?

Enzo S. es una referencia a Enzo Staiola, quien interpreta a Bruno en la película Ladrón de bicicletas. Quise que en el seudónimo estuviese presente un niño, un autor maravilloso que desapareció. A veces me planteo que en la literatura aparecen y desaparecen cosas. Es como un juego y una apuesta, por el fracaso, la derrota y el abandono,  tal como le pasó a Staiola cuando luego del estreno y el éxito de la película desapareció.

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