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De las palabras a los hechos

El aporte y la creatividad de las variantes

El aporte y la creatividad de las variantes
11 de abril de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

A todos nos ha pasado más de una vez que hemos buscado una palabra en el diccionario y no la hemos encontrado, entonces, automáticamente, hemos asumido que esta palabra no existe. En estos casos, ocurre que damos a los diccionarios, y a las instituciones que se encuentran detrás de ellos, la potestad de decirnos qué es lo que podemos nombrar y lo que no. Esto sucede cuando queremos saber significados de palabras que hemos escuchado o que hemos usado, lo que ya las convierte en palabras existentes.

Afirmar que no existe una palabra que usamos constantemente y que es parte de nuestro léxico solo porque no se encuentra en una obra que ‘debería’ recogerla reduce nuestra comprensión del mundo, y restringe nuestra creatividad. Como hablantes de una lengua, tenemos derecho de tomar de ella lo que no necesitemos, jugar con ella, inventar palabras, resignificar aquellas que ya existen, participar en la evolución de una lengua que tiene que moverse para no morir. Los diccionarios sirven para darnos ciertas pautas normativas, como cuándo tildar una palabra o usar determinada letra en lugar de otra, como una especie de manual de supervivencia que nos sirve para comunicarnos entre quienes hablamos una lengua que cuenta, afortunadamente, con muchas variantes.

La cuestión de las variantes es algo muy importante que debemos considerar. Una lengua, en nuestro caso el español, no es una entidad plana, sino algo activo que se va configurando de acuerdo con numerosos factores. Uno de estos factores es la región de la que somos parte. No es la misma variante la que se habla en la Costa que la que se habla en la Sierra, e incluso en las distintas regiones existen dialectos de zonas más delimitadas, como el dialecto del Austro o el de la Sierra norte. Tampoco es la misma variante la que se habla en Ecuador que la que se habla en Cuba o en México, aunque todas estas confluyan en el español. Estas variantes construyen distintos ‘españoles’, que han recibido también el aporte de lenguas y culturas ancestrales, así como de migraciones diversas.

Como hablantes de una variante lingüística, debemos sentir orgullo de cada uno de los matices que la configuran y no tratar de ocultarlos para ‘calzar’ en un molde que no hace más que quitarnos nuestra identidad. Esto sucede con lo que se llama ‘español neutro’, que es una manera de unificar el español sin tomar en cuenta las variantes de este, y es el que encontramos generalmente en los diccionarios, el que valida un tipo de español o de lengua sobre otro, cuando no debería ser así. También sucede con las migraciones, que generan que los usuarios de determinada variante, por adecuarse a su nueva situación y por no ser discriminados, oculten sus características en lugar de mantener su identidad, que es la manifestación de nuestra riqueza, y además aporten a la nueva variante.

Lo que cuenta es precisamente la riqueza que las diversas variantes pueden aportar, pues el idioma se va construyendo y se va creando de manera constante e interminable. Seguramente muchas de nuestras palabras no estén en los diccionarios, pero eso no quiere decir que no sean nuestras, y tal vez mucho más que aquellas palabras planas que nos dicen poco o nada.

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