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De las palabras a los hechos

Algunos usos de los puntos suspensivos

Algunos usos de los puntos suspensivos
11 de agosto de 2014 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

Los puntos suspensivos son de esos signos ortográficos de los que se habla poco, quizá porque apenas nos topamos con casos que generan dudas o, por el contrario, se prefiere no usarlos para no caer en errores. Para hablar de los puntos suspensivos, empecemos por lo obvio: los puntos suspensivos solo son tres, no son dos, cuatro o más, y siempre van unidos a la palabra anterior. En un principio, este signo se usaba únicamente para indicar que un texto quedaba inconcluso, pero en la actualidad, si bien es esa su principal función, existen otras relacionadas que debemos tomar en cuenta.

En primer lugar, los puntos suspensivos son indicadores de modalidad, pues dan una pauta al interlocutor de que el emisor ha hecho una pausa voluntaria en el discurso porque no quiere dar información adicional, o porque quiere aumentar suspenso o dramatismo a lo que está diciendo. Según la Ortografía de la RAE, los puntos suspensivos, en este caso, tienen cuatro funciones: indicar una pausa transitoria que indica vacilación, temor o duda (por ejemplo: ‘Quiero saber... No, mejor no’). Otra función, como ya se dijo, es dejar en suspenso una conversación y crear expectativa, o indicar que no se puede continuar por alguna razón (‘No querrás saberlo...’ o ‘Solo de pensarlo se me hace un nudo en la garganta...’). La tercera función de los puntos suspensivos es introducir una pausa enfática, sin que esta implique la omisión de información (‘Hoy... mañana... da lo mismo’). También se usan en ciertas líneas de diálogo para indicar un silencio importante de alguno de los personajes.

En muchos casos, los puntos suspensivos se usan porque el interlocutor conoce lo que sigue dentro de la frase interrumpida voluntariamente. Esto ocurre frecuentemente con los refranes (‘Levántate temprano, porque al que madruga...’) o con algún texto conocido (‘En algún lugar de la Mancha...), pues no es necesario reproducir el discurso completo. En los textos también se recurre a los puntos suspensivos cuando el texto citado tiene un nombre largo (‘En La increíble y triste historia..., García Márquez nos cuenta sobre las tribulaciones de Eréndira’). El ejemplo anterior nos puede servir también para notar la concurrencia de los puntos suspensivos con otros signos de puntuación, en este caso la coma. Tomemos en cuenta que cuando se trata de signos distintos del punto, estos deben escribirse junto a los puntos suspensivos, sin separación.

No escribimos puntos suspensivos después de un punto porque al final de la oración estos cumplen la misma función del punto: concluir lo enunciado. El único caso en el que se escriben los tres puntos suspensivos después de un punto es cuando este pertenece a una abreviatura (por ejemplo: ‘Las abreviaturas se escriben con minúscula –art., pág., cap., lit....-, a menos que inicien una oración’). También se escriben tres puntos suspensivos junto a los puntos de los signos de cierre de admiración o de interrogación (‘¡Matías!... ¡Espera!’ o ‘¿Tonto?... Era ingenuo solamente’).

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